23. Sesión del grām-pañchāyāt de Khaal Khandvi (Madhya Pradesh), presidido por la sarpañch Vandana Bahadur. Foto: UN Women/Gaganjit Singh, 2012.
En casos donde no existe una casta claramente dominante (o donde, por alguna razón, el concilio de la casta dominante no está bien organizado), los líderes de los distintos jāti-pañchāyāts se reúnen con cierta frecuencia para afrontar los problemas que afectan a todo el pueblo. Sin embargo, este tipo de pañchāyāt ha sido más bien raro. En estos casos, la figura del cabeza de aldea ha sido crucial para administrar la autoridad.
No sólo la dominante, sino el resto de castas importantes de la aldea posee su pañchāyāt que regula y castiga el comportamiento de su comunidad. Normalmente, el concilio de casta atañe –en el norte de la India– a la birādarī , es decir, al segmento de la casta en el que los chicos y chicas no pueden casarse entre sí porque son como “hermanos” y “hermanas”. Por tanto, siempre que se habla del concilio de casta, se sobreentiende que es de la jāti , subcasta o unidad endogámica más estrecha. Este es el cuerpo que vigila las reglas de exogamia de gotra y territorio, o las de endogamia de subcasta, o las de comensalidad en los eventos tradicionales. También organiza los festivales de la comunidad, o recomienda estrategias para tratar con la casta dominante, la policía o el gobierno.
Algunos jāti-pañchāyāts pueden estar bien organizados y poseer su propio cabeza. Otros son mucho más fluidos. Normalmente, el puesto de cabeza del jāti-pañchāyāt recae en un anciano respetado, alguien capaz de conciliar dos facciones enfrentadas, pero también apto para imponer su autoridad. En bastantes casos, el puesto de cabeza de casta es hereditario, en especial si el jāti-pañchāyāt tiene un radio de jurisdicción amplio.
24. Un khap-pañchāyāt de la casta jāṭ debate un controvertido caso de “honor” que acabó en homicidio. (Compárese la masculinidad de esta asamblea con la de la FIG. 23.) Haryana, 2012.
Por lo general, los concilios de castas bajas están mejor organizados que los de las altas. Bernard Cohn señalaba que, de forma inversamente proporcional a la autoridad de los pañchāyāts de los poderosos ṭhākurs, que ha ido decreciendo, la organización de casta de los ex-intocables chamārs ha ido fortaleciéndose.9 Salvo en Gujarat, los brāhmaṇs han carecido históricamente de concilios de casta. Pareciera que las castas más bajas son la únicas que se esfuerzan en dirimir sus disputas entre sí o que necesitan de este cuerpo para defenderse. Los pañchāyāts de los mālās de Andhra Pradesh, por ejemplo, son instituciones de gran prestigio. Su pañchāyāt siempre incluye al cabeza de casta, el terrateniente más anciano, un sacerdote y un mensajero.10
Algunas castas poseen su concilio en una ciudad sagrada (Haridvar, Ujjain, Nasik, etcétera) donde se yergue el templo principal de la comunidad. El pañchāyāt básicamente se encarga de administrar el templo, que hace también de albergue para los peregrinos de la casta. Otros jāti-pañchāyāts organizan festivales a las divinidades.
Igual que el viejo concilio de aldea, los jāti-pañchāyāts son instituciones que van a la baja. Oliver Mendelsohn menciona el caso de Behror, una aldea de Rajasthan. La casta dominante es la ahīr. Y, sin embargo, está hoy fuera de su capacidad arbitrar en disputas internas de otras castas. Entre otras cosas, porque los ahīrs de la zona no actúan ya como bloque, no tienen una comunidad de intereses clara y siquiera poseen un pañchāyāt reconocible.11
Puesto que el concilio de casta suele ser un cuerpo bastante conservador (no en vano su misión consiste en respetar la traditio ), suele darse un choque generacional con las secciones más jóvenes de la jāti . Es importante, en todo caso, no confundir estas viejas instituciones con las modernas asociaciones ( sabhās ) de casta, de las que hablaremos más adelante.
La justicia a nivel local
La mayor parte de litigios inter- o intra-casta ha tenido que ver con riñas entre familias, costumbres de matrimonio, dotes o problemas de acoso sexual. En la lista de litigios, antiguamente también era frecuente hallar infracciones relativas a la comensalidad, sobre la muerte de una vaca o acerca de conductas inmorales. Quizá el aspecto en el que más vigilante está el pañchāyāt de casta sea el de las reglas de matrimonio. Incluso el Estado y su aparato judicial (y policial) deja que sea el grām-pañchāyāt el que se encargue de dirimir litigios no resueltos. Ocurre que el grām-pañchāyāt democrático dejará que los jāti-pañchāyāts zanjen la cuestión internamente. Sólo en muy raras ocasiones un cabeza de aldea o un grām-pañchāyāt actuará en contra de un jāti-pañchāyāt o chaupār tradicional.
Las disputas de cierta seriedad han recaído en el pañchāyāt de la casta dominante. Esta asamblea tiende a erigirse en árbitro en casos de litigios intercastales relativos a la propiedad de tierras, deudas, usurpación de clientela, cuestiones de protocolo ritual, robo, etcétera. Obviamente, en zonas donde la casta dominante no esté en posición tan hegemónica, existirá mayor tendencia a resolver la cuestión dentro de la propia casta o en el tribunal de la capital del distrito. Pero incluso cuando estas disputas van al moderno juzgado, las castas dominantes pueden ser consultadas.
Al administrarse la justicia de forma pública, y a falta de una autoridad singular, se entenderá que el sistema legal indio haya tendido al arbitrio y la reconciliación. O dicho de otra forma, en lugar de buscar una decisión rápida con un ganador y un perdedor (como sucedería en un juzgado moderno en la ciudad), en el pueblo tradicional indio se preocupan mucho por llegar a un consenso.12 Se trata de zanjar la disputa llegando a un compromiso de cierta equidad. (Se parecería más al tribunal de arbitrio o juzgado de paz de la tradición legal occidental.) Incluso cuando esto no es posible se mira que los que salen perjudicados no pierdan su honor y, en el caso de las disputas entre castas, «al menos mantener la ficción de un compromiso», en palabras de Bernard Cohn.13 De donde la importancia de la oratoria, el buen temple y la ecuanimidad del cabeza del concilio. Incluso los mahilā-pañchāyāts o mahilā-samitis , esto es, los comités de justicia y empoderamiento para las mujeres (alternativos a los jāti-pañchāyāts , siempre controlados por los varones y con un claro sesgo a favor de los varones y los poderosos) buscan la aceptación y el consenso de toda la comunidad.14
Los textos antiguos, lo mismo que los escritos de los europeos en la época moderna, hablan bastante de la expulsión de la casta o excomunión (con o sin posibilidad de reinserción, dependiendo de la infracción). Sin ir más lejos, el joven Gandhi fue expulsado de su casta en 1888 cuando el pañchāyāt de su casta, la moḍh-vāṇiyā, se enteró de su pretensión de viajar a Europa a estudiar.15 Lo mismo le sucedió a Motilal Nehru, padre de Jawaharlal, por negarse a realizar una ceremonia de purificación por haber cruzado los polucionantes océanos.16 O al svāmī Vivekananda, cuatro años después de regresar del famoso Parlamento de las Religiones del Mundo de Chicago, en 1897 [FIG. 83]. Sin embargo, estos casos ya han pasado a la historia. Una situación hoy más prototípica podría ser la de unas relaciones adúlteras entre una mujer de casta alta y un varón dalit. Básicamente, la expulsión busca preservar la reputación de la casta. Una acción individual “contagia” a la casta entera, así que se actua contra el foco infectado. La excomunión puede incluso afectar a toda la familia del transgresor. El repudio afectará a la posibilidad de elección matrimonial para los hijos/as del expulsado/a, por lo que funciona como mecanismo de autopreservación de la jāti . Como señala Morton Klass, esta posibilidad de impedir que uno pueda compartir pareja con miembros de su círculo matrimonial dota de autoridad a la jāti y la hace funcionar como grupo corporativo.17 Téngase en cuenta, pues, que es siempre el círculo matrimonial estrecho o jāti el que tiene el poder de expulsar.
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