Todas estas cosas están grabadas en el interior del Espíritu Divino (el superconsciente del ser humano) y son ideas perfectas y completas que deben manifestarse no a él sino por medio de él. Por ejemplo, un hombre vino a verme para pedirme un «tratamiento» para que su negocio prosperara. Para él resultaba imprescindible conseguir, dentro de cierto tiempo, cincuenta mil dólares. La fecha estaba cerca, por esa razón y lleno de desesperación, acudió a consultarme. Nadie quería prestarle esa cantidad y los bancos le habían negado terminantemente el crédito. Yo le dije: «Si no me equivoco usted está molesto con los bancos, pero si sigue actuando de esa manera sólo conseguirá perder sus fuerzas. Usted será capaz de controlar todas las situaciones si sabe controlarse a sí mismo. Vuelva al banco mientras yo "trato" el asunto».
Inmediatamente comencé mi tratamiento: «Gracias al amor usted está sintonizado con el espíritu de todos los empleados de ese banco. Que la Idea Divina arranque de esta situación». Entonces el hombre exclamó: «¿Qué cree usted? Lo que dice no es posible. Mañana es sábado, el banco cierra al mediodía y mi tren no puede llegar antes de las diez. Además, la fecha límite es mañana y, de cualquier manera, ellos no me van a escuchar. Ya es muy tarde».
Yo le contesté: «A Dios no le preocupa el tiempo, nunca es demasiado tarde para él. Para él todo es posible», y agregué: «Aunque no sé nada sobre negocios, conozco perfectamente a Dios».
A lo que él me contestó: «Todo esto suena maravillosa cuando llega a mis oídos, pero cuando me vaya, esta situación resultará muy preocupante para mí».
. Este hombre vivía en un pueblo distante y durante una semana no tuve ninguna noticia suya. Después, me llegó una carta. En ella se leía lo siguiente: «Usted estaba en lo correcto. Finalmente pude obtener al préstamo; que me dejaron prestado; nunca más volveré a poner en tela de juicio la verdad y tampoco nada de lo que usted me ha dicho».
Algunas semanas más tarde me topé con este señor y le pregunté: «¿Qué ha sucedido? Por lo que veo usted pudo conseguir el dinero justo a tiempo». Él me contestó: «Mi tren llegó muy retrasado, por esa razón llegué al banco hasta las doce menos cuarto. Entré tranquilamente y les dije: "Vengo a pedir un préstamo", e inmediatamente los empleados lo autorizaron, sin ponerme ningún tipo de traba».
En los últimos quince minutos de los que disponía este hombre para solucionar su problema, el Espíritu Infinito llegó puntualmente. En este caso, esta persona no pudo realizar por sí misma su propia manifestación. Todo lo que necesitaba era recibir ayuda de alguien para sostener perfectamente su visión. De esta forma podemos ayudamos los unos a los otros.
Jesucristo, que conocía esta verdad profundamente, afirmó: «Si dos de entre vosotros hicieren en la tierra cualquier petición, serán escuchados por mi Padre que está en los cielos». En muchas ocasiones cuando uno se encuentra solo, absorbido por sus propios problemas de negocios, se siente repleto de dudas y temores.
El «sanador» es su amigo, y ve claramente el éxito, la salud o el bienestar, jamás se da por vencido, pues sabe que no existe ninguna razón para pensar lo contrario. Es muchísimo más sencillo hacer una «manifestación» por los demás que por uno mismo. Por ende, si llegara a suceder que se tiene algún problema, nunca se debe dudar en solicitar ayuda.
Un profundo observador de la vida afirmó un día:
«Si al menos una persona cree que alguien no puede fallar, entonces ésta obtendrá el éxito». Este es el auténtico poder de la visualización y más de una persona le debe su éxito a su esposa, una hermana o un amigo que tenía mucha fe en él y que, sin pensarlo dos veces, ¡supo sostener la visión del Plan Divino!
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