Además, describir las diversas formas en que podían obtener ingresos económicos: por un lado, las sobras de tributos, los salarios individuales, las obvenciones que procedían de los aranceles parroquiales y conventuales o lo establecido por la costumbre; por el otro, del cultivo agrícola, recurso que se utilizaba para asegurar un medio de subsistencia alterno a su oficio, y si era el caso, para el sustento de cofradías y obras pías y el pago de tributos y otras obvenciones eclesiásticas.
De igual manera, se pretende referir cómo, a pesar de las leyes que los protegían, los músicos fueron coaccionados a realizar trabajos externos a su oficio. En este sentido, se hablará del pago de tributos y la obligación de acudir a repartimientos y servicios personales, además de realizar servicios extraordinarios en la publicación de la Bula de Cruzada.
Otra línea de investigación consiste en exponer los motivos que originaban los conflictos entre los propios músicos, así como las discordancias con otros miembros de su comunidad: las pugnas que se generaban con las autoridades locales y los curas regulares y seculares por los abusos que cometían contra ellos, a pesar de ser sirvientes de la iglesia y contar con exenciones y privilegios. También ejemplificar las disputas que tuvieron con otros vecinos por la posesión de tierras.
Adicionalmente, se busca poner de manifiesto la política civil y eclesiástica que, durante toda la época virreinal, pretendió reducir el número de cantores, y explicar por qué las organizaciones musicales se mantuvieron más o menos estables a pesar de las restricciones legales. Por último, recalcar cómo los privilegios y la especialización de su oficio fueron alimentando en los músicos indígenas una mentalidad que les hacía diferentes al resto de quienes vivían en el altépetl; algunos porque además eran principales, el resto por saberse músicos de la iglesia.
Las fuentes de archivo que fueron básicas para armar la investigación proceden del ramo de Indios del Archivo General de la Nación (AGN); empero, hay otros ramos del mismo archivo, como, por ejemplo, Tierras , Tributos , Bienes Nacionales , donde se encuentran dispersos muchos datos de suma relevancia. Mención aparte merece el ramo Indiferente Virreinal , documentación que vio la luz después de que se había terminado el texto para fines de la tesis de maestría y cuya información ha llenado algunas lagunas temáticas y reforzado otras en la actual versión escrita. También, resultó importante la consulta del archivo que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH). En la fase final de esta investigación han sido fundamentales algunos archivos parroquiales de Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Hidalgo, Veracruz y Guerrero, fondos frecuentemente olvidados, incluso algunos que jamás habían sido consultados desde su inventariado. En su conjunto, estos documentos establecen una serie de similitudes, discontinuidades, tendencias y problemáticas que incidieron en el quehacer laboral y cotidiano de los músicos indios. 20
Este libro es apenas un esbozo sobre la diversidad, riqueza y continuidad de la práctica de la música eclesiástica en el altépetl, se trata de un primer intento por comprender el desarrollo de una actividad laboral que va más allá de los confines del mundo virreinal y se engasta en la primera mitad de siglo XIX. Falta un mayor trabajo documental, es necesario hacer un acucioso sondeo en una gran cantidad de archivos parroquiales, los cuales tienen muchas respuestas a lo que se presenta ahora para su discusión.
Escenarios, conformación y estructura
La conformación de los pueblos de indios, llamados así por los españoles, trajo consigo la construcción de conventos y, posteriormente, de edificaciones conocidas como parroquias. Ambos con necesidades cultuales que permitieron la creación y consolidación de las organizaciones nombradas capillas de música durante el siglo XVI. Para explicar socialmente a los músicos indígenas y la percepción del mundo que construyeron, es necesario, en principio, conocer los grandes espacios donde se encontraban enclavadas sus comunidades (el altépetl), la estructura sociolaboral de quienes se encargaban de llevar a buen recaudo todas las actividades cultuales dentro de los templos (la gente de la Iglesia) y, finalmente, la propia organización musical (cantores, instrumentistas y organistas), con todos los aciertos y contradicciones que se generaban en su interior.
Entender el papel de los músicos indígenas como servidores dentro de los templos y como seres vinculados a una serie de relaciones humanas construidas a lo largo del tiempo, permitirá profundizar y comprender parte de las paradojas que esas mismas estructuras de poder desempeñaron en la vida de estos individuos dedicados a solemnizar el culto religioso católico.
Del altépetl prehispánico al altépetl novohispano
En este apartado, se realizará una breve descripción de la estructura del altépetl prehispánico, su transformación y conformación física en el altépetl novohispano, así como los cambios que sufrió durante los siglos posteriores al proceso de congregación de indios. 1Los altepeme son fundamentales para este estudio, porque ahí se encontraban enclavados cientos de templos, cada uno con un coro, donde ejercieron su actividad los músicos indígenas, pero aún más importante, las ganancias monetarias y el prestigio social dependieron de dichos espacios.
La organización política y territorial del mundo mesoamericano fue, sin duda, el altépetl o ciudad extendida. Aunque el significado etimológico de este término es alt -agua y tepetl -cerro, 2no sólo hace alusión a un espacio geográfico definido (territorio), sino también a la relación entre una configuración social y su grupo de poder (dominio), a un sitio generador de bienes de subsistencia (economía), así como un entorno dador de vida a través de sus fuentes fluviales, sus cerros vistos como el lugar donde habitaban las deidades, e incluso, donde las mismas divinidades podían transformarse en esos enormes montículos de tierra al establecerse un asentamiento humano (cosmogonía). 3
Los altepeme eran amplios espacios de diversos tamaños (complejos o simples), no circunscritos exclusivamente al polo urbano, sino que incluían lo que se entendía en Europa como rústico, es decir, el entorno rural, donde cada una de sus partes se integraba a la manera cuasi equitativa de un conjunto celular y simétrico. 4Así pues, la ciudad mesoamericana agrupaba «las parcelas habitacionales y agrícolas, junto a las tierras de la periferia». 5
Desde el punto de vista de la conceptualización de las ciudades europeas, la ciudad mesoamericana constituiría una unidad territorial en donde los espacios rurales y urbanos se imbrican unos con otros. La población y construcciones arquitectónicas pertenecientes a dicha unidad se extenderían de manera decreciente desde un núcleo densamente poblado, pasando por espacios entreverados de casas-habitación y tierras de cultivo, hasta la periferia limítrofe, la cual pudiera formar parte de este tejido aunque se encontrara escasamente habitada. 6
Los altepeme, en sus centros neurálgicos, poseían un templo cuya estructura albergaba a la deidad tutelar y se encontraba bajo el gobierno de «cabezas de linaje» que se habían distinguido en las actividades bélicas, encarnadas en la figura del tlatoani ( tlatoque en plural). 7«Un rasgo característico del altépetl es la estructura piramidal del poder, definida por la existencia de una jerarquía señorial determinada por lazos consanguíneos o alianzas matrimoniales, y por relaciones de lealtad y subordinación». 8El altépetl simple se encontraba dividido en cuatro «barrios» mayores o calpotin (plural de calpolli ), aunque, en ocasiones, los había de ocho (posiblemente cuatro internos y cuatro externos), que bien pudieron haber integrado «las zonas residenciales, con o sin chinampas o campos de cultivo». 9Cada uno de estos calpolli se dividía entre cuatro, seis, siete y ocho entidades menores, quienes a su vez, estaban compuestas por «secciones» con diversos módulos habitacionales que iban en número de 20 hasta 100. 10Cada calpolli era gobernado por un teuctlatoani que a su vez le debía obediencia al tlatoani, tenía como puntos medulares el templo dedicado al dios tutelar y el mercado; su función consistía en dotar al altépetl, a lo largo de año, «de tributo en mano de obra y alimentos, así como guerreros cuando fuere necesario». 11
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