Buitrago Rojas, Andrea Paola
Imaginarios sociales: Lecturas sobre el lenguaje, la subjetividad y la política en la vida rural, urbana y digital / Andrea Paola Buitrago Rojas, Carolina Cáceres Delgadillo y Wilson Hernando Soto Urrea, Bogotá: Ediciones USTA, 2020.
223 páginas; fotografías a color e ilustraciones
Incluye referencias bibliográficas e índices onomástico y temático
ISBN: 978-958-782-410-0
E-ISBN: 978-958-782-411-7
1. Ciencias sociales -- Investigación 2. Comunidades urbanas 3. Comunidades rurales 4. Filosofía humanista 5. Derechos humanos 6. Cambio social I. Universidad Santo Tomás (Colombia).
CDD 300.72CO-BoUST
© Andrea Paola Buitrago Rojas, Carolina Cáceres Delgadillo
y Wilson Hernando Soto Urrea, autores, 2020
© Universidad Santo Tomás, 2020
Ediciones USTA
Bogotá, D. C., Colombia
Teléfono: (+571) 587 8797, ext. 2991
editorial@usantotomas.edu.co
http://ediciones.usta.edu.co
Corrección de estilo: Carolina Ochoa Gutiérrez
Diagramación: Carlos Contreras
Montaje de cubierta: Juliana Pardo Torres
Impresión: DGP Editores S.A.S.
Hecho el depósito que establece la ley
ISBN: 978-958-782-410-0
E-ISBN: 978-958-782-411-7
Primera edición, 2020
Esta obra tiene una versión de acceso abierto disponible en el Repositorio Institucional de la Universidad Santo Tomás: https://repository.usta.edu.co
Universidad Santo Tomás
Vigilada Mineducación
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Acreditación Institucional de Alta Calidad Multicampus: Resolución 01456 del 29 de enero de 2016, 6 años, Mineducación
Conversión a ePub
Mákina Editorial
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Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin la autorización expresa del titular de los derechos.
CONTENIDO
Imaginario social instituyente: resistencia, narración, escritura y suicidio colectivo
El común denominador de las ciencias sociales y humanas en las últimas décadas es la crisis, asegura el sociólogo Juan Luis Pintos de Cea; al respecto, afirma que las humanidades han fallado al intentar leer el entorno, porque este ha superado ampliamente todas aquellas dimensiones que se creían infranqueables. Han fallado también sus metadiscursos, “los grandes paradigmas de interpretación del mundo y de la sociedad”, sus teorías y sus prácticas que, irremediablemente, tienden al dogmatismo o al escepticismo.
Hacer lecturas desde conceptos y categorías que buscaban el ordenamiento simétrico y homogéneo del mundo fue el común denominador de todas las ciencias y disciplinas durante la modernidad, pero hoy, despuntando el siglo XXI, un siglo lleno de retos para los seres humanos, se está determinando lo ‘humanos’ que estaríamos dispuestos a ser en el futuro próximo y si sorteando las contingencias —para muchos incómodas— de la finitud y la muerte, nos atreveremos a enfrentar los cambios críticos e irreversibles del mundo natural y cultural, en los que por supuesto será indispensable hallar nuevos mecanismos y formas de relacionarnos con la alteridad, con lo otro, con lo nuevo. Y mientras todas las ciencias y disciplinas se estremecen ante las nuevas realidades, hay un vaciamiento sistemático del sentido de la vida individual, cuyo exponencial resultado se presiente en el universo de las relaciones sociales.
La tendencia inevitable a buscar responsables tal vez nos llevará a acusar a la globalización, a la tecnología, a los medios masivos de comunicación, a las redes sociales o a un sinfín de factores tanto sociales como tecnológicos de ser los principales generadores del estremecimiento global, del aturdimiento generalizado y de la pérdida de sentido social y político. Acusarlos de influir en la trivialización del conocimiento, en la construcción de la felicidad basada en la apariencia, en la dimisión del intelectual, en la construcción de lenguajes que exigen facilidad, trivialidad, globalidad y rapidez. Pero igual, si hiciéramos esto, estaríamos entrando en la lógica del contexto. Por ello, y lejos de señalar responsables, la tarea más digna de cada una de las ciencias y disciplinas que han cedido terreno, y que se han venido deshilvanando con la crisis, es retomar las preguntas esenciales, aquellas que nos han proveído de un campo antrópico, en qué reconocernos, para así reconstruir, al menos, archipiélagos de sentido. Estas preguntas esenciales, puestas en tal borde, si bien mantienen en su profundidad la incógnita del sentido, han de tener en cuenta el “cofre de Pandora” que hemos abierto, a lo largo de este devenir humano, lleno de evidencias, hallazgos, desciframientos, referencias y sobre todo experiencias de un camino juntos, en manada, como miembros de una sociedad hoy en crisis y estupefacta y sin embargo tan imberbe y expuesta como en los albores mismos de los tiempos en los que aún no se dominaba el mundo. Uno de esos campos de referencia, que abre la necesidad del retorno a las preguntas esenciales, es el de los imaginarios sociales, tema al que nos dedicamos en el presente libro.
Explorar el terreno de los imaginarios sociales obliga a la superación del ejercicio convencional de análisis y constatación teórica; por eso, más que plantear respuestas cerradas, se busca encontrar nuevos caminos para su estudio en contexto, para su crítica y su lectura desde tres diferentes descripciones de aplicación práctica. Dicho ejercicio nos pone frente a la pregunta por la forma de abordaje de la categoría y previo a su aplicación (si es posible hacerlo), es necesario comprender qué son los imaginarios sociales, así que comenzaremos por poner sobre la mesa el mapa de ruta que empleamos para adentrarnos en este tema tan amplio como fascinante.
El primer teórico que nos habla sobre el valor de los imaginarios sociales en todo proceso político y sociológico es Cornelius Castoriadis, en su obra La institución imaginaria de la sociedad publicada en 1975 por la editorial Tusquets; allí define los imaginarios como un conjunto de valores, formas, figuras e imágenes que se concretan en instituciones histórico-sociales. Bronislaw Baczko (1984), en su libro Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, advierte el peligro de la intromisión del pensamiento hegemónico en el control de los imaginarios, amén de la intervención natural de los imaginarios sociales en todas las estructuras sociales. Charles Taylor (2004) también se ocupa de estudiar el fenómeno de las múltiples modernidades y cómo estas se construyen a partir de los imaginarios sociales en su reconocido texto Imaginarios sociales modernos.
Posteriormente, los estudios contemporáneos interdisciplinarios ampliaron el horizonte de comprensión de los imaginarios sociales al determinar los agentes que intervienen en la construcción de los imaginarios, así como su relación con otras disciplinas como el lenguaje, el arte, la antropología y la sociología, entre otras. A este pertenecen los estudios del sociólogo francés Michel Maffesoli (1993), que en su libro El conocimiento ordinario señala la relación que existe entre la utopía, la imaginación y las prácticas cotidianas como pilares esenciales en la construcción de los imaginarios sociales. En este mismo grupo, se encuentran los estudios del antropólogo francés Marc Augé, quien habla de la importancia de los espacios en la construcción de los imaginarios y de que el mejor vehículo de divulgación de los imaginarios sociales será el arte; a lo largo de su obra, se abre un amplio espectro en el que se relacionan los imaginarios con el lenguaje artístico y simbólico. También es de suma importancia mencionar los estudios de Gilbert Durand, Manuel Antonio Baeza y Néstor García Canclini quienes desde distintas perspectivas nos presentan lecturas novedosas de los imaginarios sociales en relación con el símbolo, la imaginación y el arte.
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