Aquéllos que pretenden calcar la Revolución Cubana, en sus procedimientos o métodos, cometen un error tremendo, y aquellos que pretendan ignorar su realidad y su proyección en el futuro son unos cretinos.
[1]En su declaración de principios, la CUT aseguraba que su «finalidad primordial» era la organización de todos los trabajadores, «sin distinción de credos políticos o religiosos, de nacionalidad, color, sexo o edad», para luchar contra la explotación del hombre por el hombre hasta lograr la sustitución del régimen capitalista por el socialismo (Silva, 2000: 273).
[2]Fuente: Servicio Electoral de la República de Chile.
[3]El secretario general del PCCh, Galo González, aseguró en el X Congreso: «La posibilidad de que nuestra revolución se realice por medios pacíficos, esto es, sin que sea forzoso recurrir a la guerra civil depende de dos factores esenciales: del poderío y la resistencia de las clases enemigas y de la capacidad de la clase obrera para unir en torno suyo a la mayoría nacional y conquistar, por medio del sufragio u otra vía similar, el poder para el pueblo. No hay duda de que en nuestro país el enemigo es relativamente fuerte y presenta y presentará una tenaz resistencia a los cambios revolucionarios. Pero tampoco hay duda de que la clase obrera puede vencer esa resistencia, puede agrupar en torno suyo a la mayoría nacional y arribar al poder por medio del sufragio u otro procedimiento que no sea el de la guerra civil» (Corvalán, 1971: 29). En febrero de 1956, el histórico XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética había aceptado «la vía pacífica» como doctrina marxista-leninista.
[4]A pesar de su denominación, aquellos jóvenes no comulgaban con el ideario fascista de José Antonio Primo de Rivera, sino con el socialcristiano inspirado principalmente en Maritain, aunque se produjo otra coincidencia ya que, si la Falange española tenía sus Veintiocho Puntos Fundamentales, la chilena se conformaba con aquellos Veinticuatro Puntos Fundamentales que proclamaban que su lucha era «una cruzada que se impone instaurar en Chile un Orden Nuevo. Más que un simple partido es una afirmación de fe en los destinos de Chile y una voluntad inquebrantable al servicio de la nacionalidad» (Díaz Nieva, 2000: 225-226).
[5]Fuente: Servicio Electoral de la República de Chile.
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