COMPAÑERO PRESIDENTE
SALVADOR ALLENDE,
UNA VIDA POR LA DEMOCRACIA Y EL SOCIALISMO
Mario Amorós
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
|
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánicao, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial. |
© Del texto: Mario Amorós Quiles, 2008
© De esta edición: Universitat de València, 2008
Coordinación editorial: Maite Simón
Fotografía: El presidente Salvador Allende, saludando al pueblo chileno desde el coche oficial (1971)
(Cortesía de la Fundación Salvador Allende)
Diseño: Celso Hernández de la Figuera
Corrección: Pau Viciano
ISBN: 978-84-370-6977-7
Realización ePub: produccioneditorial.com
Para mi hijo
Esta noche, cuando acaricien a sus hijos cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile y cada vez más justa la vida en nuestra patria. Gracias, gracias, compañeras. Gracias, gracias, compañeros. Ya lo dije un día. Lo mejor que tengo me lo dio mi partido, la unidad de los trabajadores y la Unidad Popular.
A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo, con la lealtad del compañero Presidente.
SALVADOR ALLENDE
Madrugada del 5 de septiembre de 1970,
discurso con motivo de la victoria en las elecciones presidenciales
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR COMPAÑERO PRESIDENTE SALVADOR ALLENDE, UNA VIDA POR LA DEMOCRACIA Y EL SOCIALISMO Mario Amorós UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
CRÉDITOS
DEDICATÓRIA Para mi hijo
CITA Esta noche, cuando acaricien a sus hijos cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile y cada vez más justa la vida en nuestra patria. Gracias, gracias, compañeras. Gracias, gracias, compañeros. Ya lo dije un día. Lo mejor que tengo me lo dio mi partido, la unidad de los trabajadores y la Unidad Popular. A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo, con la lealtad del compañero Presidente. SALVADOR ALLENDE Madrugada del 5 de septiembre de 1970, discurso con motivo de la victoria en las elecciones presidenciales
PRÓLOGO: SALVADOR ALLENDE, UNA SEMBLANZA
INTRODUCCIÓN:SALVADOR ALLENDE EN SU CENTENARIO
SIGLAS
MAPA DE CHILE
PRIMERA PARTE
I. EN LAS TRINCHERAS DEL SIGLO XX
II. LA TRAVESÍA DEL DESIERTO
III. LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA
IV. LA DERROTA DE 1964
V. UNA JORNADA HISTÓRICA
VI. CHILE AL ROJO
SEGUNDA PARTE
VII. HACIA UNA ECONOMÍA SOCIALISTA
VIII. LA REFORMA AGRARIA
IX. LA «VÍA CHILENA»
X. LA CONQUISTA DEL COBRE
XI. EL ECO DE LAS CACEROLAS
XII. CRISIS EN LA UNIDAD POPULAR
TERCERA PARTE
XIII. EL DESAFÍO DE OCTUBRE
XIV. UNA VOZ DEL TERCER MUNDO
XV. LA ENCRUCIJADA DE MARZO
XVI. EL OTOÑO DE UNA REVOLUCIÓN
XVII. LA TRAICIÓN
XVIII. ONCE DE SEPTIEMBRE
APÉNDICE: SALVADOR ALLENDE (1908-1973)
ÍNDICE ONOMÁSTICO
BIBLIOGRAFÍA
PRÓLOGO: SALVADOR ALLENDE, UNA SEMBLANZA
Salvador Allende es una de las pocas personas que en la historia de América traza huellas imborrables y definitivas. Aunque su proyecto político terminara con su vida y la de miles de chilenos, su accionar modificó las estructuras económico-sociales de Chile y, lo que ha sido más prolongado, la conciencia de sus ciudadanos. «Los pobres de la ciudad y del campo», como se decía en los años setenta, lograron, en libertad, ser factores de cambio y transformación del país.
Observador privilegiado desde comienzos de 1970 hasta el 11 de septiembre de 1973, pude captar las complejas facetas del personaje, sus opiniones, sus manifestaciones de alegría y tristeza, sus preocupaciones ante actos protocolares delicados o problemas políticos que debía resolver. Como todos los seres humanos, el candidato y luego Presidente de la República reaccionaba ante las distintas situaciones de una manera personal y única. Ofendería su memoria si hiciera sólo un recuento hagiográfico de sus características de personalidad. Fue, en síntesis, un hombre de su época, vital, comprometido, protagonista siempre, que amó la vida con todas sus circunstancias.
Nos sorprende la seguridad con que decide conductas arriesgadas, en situaciones casi imprevisibles. Cuando durante las primeras horas de la noche del 4 de septiembre de 1970 se le insinúa, desde la central de recuentos, que tiene menos votos que Alessandri, con la asesoría de sus colaboradores resuelve, a pesar de esta información, que él ha ganado las elecciones y llama a Patricio Rojas, ministro del Interior de Frei, para que autorice una manifestación de sus partidarios en la Alameda Bernardo O’Higgins frente al local de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. La concesión del permiso confirma su audaz certeza. No menos categórico se muestra en la conversación, de la cual soy testigo involuntario, que se desarrolla en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York la tarde del 3 de diciembre de 1972, en que George Bush, padre del actual mandatario de Estados Unidos y a la sazón delegado de su gobierno ante Naciones Unidas, intenta que Allende modifique su discurso ante la Asamblea General de la ONU. Habla en castellano y Orlando Letelier traduce: «No haré cambios, mis palabras no son un ataque al Gobierno ni al pueblo de Estados Unidos, sino a las empresas transnacionales que intentan ahogar a Chile y su Gobierno».
Jamás un mandatario chileno había hablado con tanta claridad y firmeza al gobierno norteamericano. No cambió su actitud en la Unión Soviética, prolongación de ese viaje, donde se intentaba un apoyo económico al proceso chileno. No se logró en la medida de lo solicitado. «Los compañeros soviéticos no nos entienden», me dijo coloquialmente en su habitación del Kremlin después de una prolongada negociación. Comprendí que esas palabras no estaban destinadas a mí, sino a la troika soviética gobernante, que se impondría por los micrófonos que obviamente había en todas las habitaciones. «Tal vez deberíamos adelantar nuestro regreso a Chile», continuó con una afirmación que implicaba una velada amenaza. No fue así. Viajamos a Kiev por 24 horas, algún apoyo económico se logró, aunque el balance disgustó a Allende.
Una mirada superficial, a cuya tentación también a veces caí, muestra un personaje elegante, atildado, que siempre estará con cuello y corbata en los momentos ceremoniales. No se modifica su elegancia y buen vestir cuando está en la intimidad, en aquellas situaciones de descanso y relajo. Gusta de chaquetas bonitas, sobrias, cómodas. Su interés por algunas prendas del buen vestir llegaba a inventar argucias que le permitieran sustraérselas a alguno de sus buenos amigos. La artesanía andina y las pinturas eran otras de sus «debilidades», pudiendo recurrir a cualquier estratagema para apropiárselas. No había ánimo egoísta ni deseo de posesión individual. Bajo su dirección se gestó el Museo de la Solidaridad, cuyas obras constituyen la mejor pinacoteca que en la actualidad posee Chile. El impecable cuidado en el vestir jamás le restó contacto directo con los sectores más humildes del país, que lo quieren sin reservas, pero originaba envidia en sus opositores políticos. Al «pije Allende» se referían, intentando menospreciarlo. No lo lograban.
Читать дальше