Decir a las personas lo que está mal en ellos es suicida y trágico. Y, además, no es eficaz. No nos conviene que se mezclen esos juicios cuando tratamos de decir a otra persona qué ha hecho que no nos gusta. Nos interesa ir directamente al comportamiento sin introducir ningún juicio. Una vez estaba trabajando con unos profesores que tenían un conflicto con su director. Les pregunté: “¿Qué hace el director que no les guste?”.
Uno de ellos dijo: “Tiene una boca muy grande”.
“No”, le respondí yo. “No le he preguntado de qué tamaño tiene la boca. Le he preguntado qué hace”.
Otro añadió: “Bueno, yo sé lo que quiere decir. Es que habla demasiado”.
Yo les dije: “Habla demasiado es un diagnóstico, ¿lo ven?”.
Otro dijo: “Bueno, es que se cree que es el único que tiene inteligencia”.
Continué: “Decirme lo que usted piensa que el director piensa es una evaluación. ¿Qué es lo que hace el director?”.
Con mi ayuda finalmente se aclararon sobre qué comportamientos concretos les molestaban, sin incluir diagnósticos, pero durante toda la sesión no dejaron de decir: “Madre mía, qué difícil es esto. Todo lo que nos viene a la cabeza son diagnósticos o juicios”.
“Sí”, les dije. “No es fácil despejar nuestra conciencia de estos juicios”. De hecho, el filósofo indio Jiddu Krishnamurti dice que la forma más elevada de la inteligencia humana es la capacidad de observar sin evaluar.
Al final los profesores enumeraron varios comportamientos. El primero de la lista se refería a que, durante las reuniones del personal docente, independientemente de cuál fuera el orden del día, el director siempre relataba una experiencia de su niñez o de la guerra. A consecuencia de ello, las reuniones duraban más tiempo del programado. Muy bien, esa sí era una respuesta a la pregunta que les había hecho: una observación clara que no incluía ninguna evaluación.
Les dije: “¿Alguno de ustedes le ha hecho notar este comportamiento específico que les preocupa?”.
Definir comportamientos con claridad sin introducir un diagnóstico
Entonces uno de ellos respondió: “Bueno, ahora vemos que nos estábamos comunicando a base de juicios y en realidad no mencionamos el comportamiento específico. No me extraña que se pusiera a la defensiva”.
Así que este es el primer paso a la hora de intentar decir a las personas qué está vivo en nosotros. Es la habilidad de hacer notar a la persona —en concreto, de manera específica— qué está haciendo que nos gusta o no nos gusta, sin mezclarlo con ninguna evaluación.
EJERCICIO:
Eche un vistazo a lo que escribió. Fíjese en si hay alguna evaluación mezclada con su observación. Si es así, trate ahora de formularlo siendo muy específico, simplemente describiendo lo que esa persona hace, aquello sobre lo que quiere hablarle. Ahora que tenemos en mente una observación de lo que la persona hace, si usamos la Comunicación NoViolenta queremos ser honestos con ella sobre ello. Pero es una honestidad diferente al simple hecho de decirle a los demás lo que hacen mal. Es una honestidad desde el corazón, no una honestidad que implica que los demás estén haciendo algo mal.
Sentimientos
“Nuestros sentimientos son nuestros más genuinos caminos hacia el conocimiento”.
AUDRE LORDE
Queremos adentrarnos en nosotros mismos y decir a los demás qué está vivo en nosotros cuando hacen lo que hacen. Y esto implica otras dos clases de competencias: alfabetización en sentimientos y alfabetización en necesidades . Para expresar con claridad lo que está vivo en nosotros en un momento dado, debemos tener claro lo que sentimos y lo que necesitamos. Comencemos con los sentimientos.
Imaginemos que nos dirigimos a esa persona y queremos ser honestos con ella. Empecemos por decirle cómo nos sentimos. Escriba cómo se siente cuando la persona lleva a cabo el comportamiento en el que está pensando. ¿Qué emociones siente usted cuando lo hace?
Un estudiante de una universidad con la que me encontraba trabajando quiso trabajar una situación relacionada con su compañero de habitación. Yo le dije: “Muy bien, ¿cuál es el comportamiento de tu compañero de habitación que no te gusta?”.
Él dijo: “Pone la radio muy tarde, por la noche, cuando yo estoy intentando dormir”.
“De acuerdo. Vamos a decirle cómo te sientes. ¿Cómo te sientes cuando hace eso?”.
Respondió: “Siento que está mal”.
Yo le dije: “Parece que no estoy siendo claro acerca de lo que quiero decir con sentimientos . ‘Está mal’ es lo que yo llamaría un juicio sobre la otra persona. Lo que te estoy preguntando es cómo te sientes tú ”.
Él dijo: “Bueno, he dicho siento ”.
“Bueno, sí, usaste el verbo sentir, pero eso no significa que lo que viene detrás sea necesariamente un sentimiento. ¿Qué emociones sientes? ¿Cómo te sientes?”.
Pensó durante un rato y luego dijo: “Bueno, pienso que cuando una persona es tan insensible a los demás, demuestra que tiene un trastorno de personalidad”.
Yo le dije: “¡Un momento! ¡Para, para! Todavía estás arriba, en la cabeza, analizando lo que está mal en él. Te estoy pidiendo que mires en tu corazón, que me digas cómo te sientes tú cuando él hace eso”.
Él estaba sinceramente intentando entrar en contacto con sus propios sentimientos, pero dijo: “Bueno, no tengo sentimientos al respecto”.
Yo le dije: “Espero que no sea así”.
Él dijo: “¿Por qué?”.
Yo le dije: “Porque estarías muerto”.
Tenemos sentimientos en todo momento. El problema es que no hemos sido educados para ser conscientes de lo que está vivo en nosotros. Nuestra conciencia ha sido dirigida para mirar hacia el exterior y ver qué piensa de nosotros alguna autoridad.
Así que le dije: “Simplemente escucha a tu cuerpo por un momento. ¿Cómo te sientes cuando tu compañero pone la radio por la noche?”.
Él miró dentro de sí de verdad y entonces se iluminó y dijo: “Vale, ya lo entiendo”.
Repetí: “¿Cómo te sientes?”.
Él respondió: “Encabronado”.
“Vale”, le dije. “Eso nos valdrá. Hay otras maneras de decirlo, pero vale”.
Pero me di cuenta de que la mujer que se sentaba a su lado, la esposa de un miembro de la facultad, parecía un tanto perpleja. Le miró y le dijo: “¿Quieres decir que te sientes irritado ?”.
Hay distintas maneras de expresar nuestros sentimientos, según la cultura en la que nos hayamos criado, pero es importante tener un vocabulario de sentimientos que solo describa lo que está vivo en nosotros y de ninguna manera incluya interpretaciones acerca de otras personas.
Eso quiere decir que no nos conviene usar expresiones como “me siento incomprendido”. Eso no es un sentimiento; en realidad, más bien se refiere a cómo estamos analizando si la otra persona nos ha comprendido o no. Si pensamos que alguien no nos ha comprendido, podemos sentirnos enfadados, frustrados… podrían ser muchas cosas distintas. De la misma manera, no nos conviene usar frases como “me siento manipulado” o “me siento criticado”.
Es importante tener un vocabulario de sentimientos
En nuestras formaciones, esas palabras no son lo que llamamos sentimientos. Desgraciadamente, muy pocas personas tienen un buen vocabulario de sentimientos, y veo el coste que eso genera a menudo en mi trabajo. Si quiere ver una lista extensa de sentimientos, consulte el capítulo sobre identificar y expresar sentimientos en mi libro Comunicación NoViolenta. Un lenguaje de vida .
Me resulta muy frecuente tener una conversación como la que sigue. En un taller, una mujer se acerca y me dice: “Sabes, Marshall, no quiero que te lleves una idea equivocada. Tengo un marido maravilloso...”.
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