Una tarde comencé a pensar en cómo las hair ties me provocaban dolores de cabeza. Creaban una especie de tensión en mi cuero cabelludo debido a que mi pelo tiraba de él. Eso hacía que doliera por todas partes, lo cual era, realmente, muy desagradable. ¿Habría alguna forma de resolver creativamente ese problema?
Esa noche había una fiesta en el campus y la temática era “mal gusto”. Debía vestirme con el look más feo posible, beber muchísimo y esperar que mi vestimenta fuera tema de conversación (y, además, tuviera un impacto positivo en mi cara de perra). Mientras salía, vi el cable enrollado del teléfono de línea de mi habitación, lo desconecté y me sujeté el cabello con él. Lo envolví alrededor de mi coleta un par de veces para que las espirales sobresalieran. ¡Se veía perfectamente feo!
La mañana siguiente desperté con el cable todavía en mi cabeza. Y fuera de sentirme algo confundida por el par de vodka tonics de más, no había tensión alguna por el cable que sujetaba mi coleta.
No me dolía la cabeza.
Sentada en mi pequeña y simple habitación en la Universidad de Warwick, a 734 millas de mi pueblo en Suiza y a más de 100 millas de distancia de Felix, quien por entonces era mi novio, me pregunté si tal vez —solo tal vez— había encontrado algo interesante. Sentí un pequeño hormigueo en el estómago.
Yo, Sophie Trelles-Tvede, una estudiante de una reconocida escuela de Administración para cuyo ingreso había trabajado hasta el cansancio, estaba sintiendo entusiasmo por algo que no tenía ninguna relación con cómo esperaba sentirme al final de mi primer trimestre.
Experimentaba un cosquilleo de entusiasmo por un PEDAZO DE CABLE DE TELÉFONO ENROLLADO.
Llamé a Felix, que estudiaba en la Escuela de Negocios de la Universidad de Bath, a unas tres horas en tren de distancia.
—¡Fuiaunafiestadelmalgustoysujetémicabelloconuncabledeteléfonoyacabodedespertarsindolordecabeza!
—¿Qué?
—¡Sujeté mi cabello con un cable de teléfono espiralado y no tengo dolor de cabeza! Se me ocurrió que podría hacer hair ties con el cable y podría ser un lindo proyecto paralelo.
Hubo un silencio. Mi idea seguramente le había sonado a Felix como algo sin ningún sentido, como si quisiese vender pendientes para perros o hacer bicicletas para peces.
Pero me dijo: “¿Cuánto dinero gastaste?”.
Esto era típico de Felix. Él quiere primero los detalles y los números, y solo se entusiasma una vez que hay pruebas de que algo funcionará. Podía perdonarlo, al fin de cuentas, se estaba preguntando por qué esto sonaba como una buena idea.
Felix también se sentía frustrado con su carrera. Su hermano mayor, Dani, y su socio, Niki, estaban viviendo en Múnich, de donde era Felix. Estaban pasando por un gran momento como distribuidores alemanes del cepillo para el pelo Tangle Teezer (los distribuidores hacen exactamente eso: compran productos al por mayor a un fabricante y luego lo distribuyen a distintos lugares donde esos productos pueden ser vendidos, como salones y peluquerías).
El Tangle Teezer era popular en el Reino Unido, pero no en Alemania, por lo que Dani y Niki ayudaron a expandir la marca; antes de eso, estaban vendiendo una manta con mangas, pero al parecer solo hay un número muy limitado de personas dispuestas a comprarla. Escuchamos ya todo sobre lo que Dani y Niki estaban haciendo, aprendiendo sobre los negocios y la vida real y, a la vez, haciendo dinero. Honestamente, su éxito nos generaba bastante envidia.
Felix también sabía sobre los dolores de cabeza que sufría regularmente por las hair ties, y una vez que comprendió que un cable de teléfono espiralado podría resolver ese problema, se involucró más con la idea.
—Ok —dijo Felix al otro lado del teléfono—. Cuéntame más.
2. En inglés, resting bitch face. (N. del T.)
3. AstroTurf es una marca de césped artificial utilizada en superficies para la práctica de distintos deportes.
2.
La goma elástica de cable telefónico para chicas
• Si creas una nueva palabra para nombrar a tu producto, aparecerás en primer lugar en Google (al menos al comienzo).
• Como estudiantes, no teníamos nada que perder iniciando un negocio.
• Las personas se llevan la gloria por atraer inversiones, pero no tiene por qué ser así.
En 2012 las hair ties solo eran elásticos cubiertos de tela que se vendían en paquetes de 30 por alrededor de una libra. Las mujeres las necesitaban para atar sus cabellos en una coleta o sujetar las trenzas de sus hijas. Eran baratas, no importaba la marca y, definitivamente, no eran amigables con el pelo.
Además de darme tremendos dolores de cabeza, las puntas de los elásticos se unían por una pequeña pieza de metal soldada que a menudo se enredaba en mi cabello. Eso resultaba muchas veces en un pequeño montón de pelos que asomaban caprichosos por encima de mi cabeza, y debía tirar hacia atrás para intentar alisarlos. No siempre el resultado era un peinado aceptable. Usando un pedazo de cable telefónico, no sentía que hubiera cabellos esforzándose por sobrevivir y, de alguna manera, todo se mantenía prolijo.
Experimentando con la idea noté algo más: al retirar el cable telefónico, no dejaba marcas en mi pelo. Mi cabello es largo, fino y rubio, y las gomas comunes siempre me dejaban una especie de abolladura extraña; sabía que este era un problema que otras personas, con distintos tipos de cabello, también conocían.
Para las semanas de Navidad y principios de 2012, Felix y yo y éramos expertos en cables telefónicos. Nos dimos cuenta de que venían en espesores ligeramente variados y de que, en ocasiones, el cable en sí era completamente circular, aunque en la mayoría de los casos había un lado plano en el interior. Instintivamente pensé que los cables de tipo circular se verían mejor y que, además, serían más amables con el cabello.
Lo que necesitábamos era alguien que pudiera hacer para nosotros únicamente la cubierta, sin los componentes eléctricos de teléfono en el interior. Un fabricante que pudiera, también, pegar y unir los extremos para hacer una goma circular. Desde un primer momento quisimos que nuestro producto fuese, por sobre todo, diferente a las hair ties comunes. El material debía ser plástico con una superficie suave que tuviera elasticidad. Además, debía mantener su forma y sentirse bien en el cabello.
Sin embargo, no puedes buscar en Google “cuerda de teléfono sin el cable” y hallar una gran cantidad de resultados. Definitivamente no es lo mismo que crear una nueva versión de un clip para papel. Existen otros tipos de productos con forma de espiral —cuadernos espiralados, el Slinky, las mangueras para la ducha— pero todos tienen los componentes metálicos que no queríamos.
Hicimos una búsqueda en Alibaba, que es una especie de versión china, y de grandes proporciones, de Amazon, donde se puede comprar cualquier cosa, desde langostas vivas hasta vibradores a control remoto. Allí encontramos cerca de 15 posibles proveedores y enviamos un e-mail a cada uno con el asunto “Goma elástica de cable telefónico para chicas”. Esa frase nos pareció la mejor manera de explicar lo que creíamos estar buscando: una goma elástica para el cabello con forma de espiral, parecida a un cable telefónico.
Encontramos a un tipo llamado Liang, quien fabricaba tanto los cables telefónicos como los que usan los guardaespaldas. Lo convencimos para que hiciera nuestras primeras pruebas. Debimos negociar un poco, los fabricantes a menudo tienen establecidas cantidades mínimas para cada orden. Entonces, le escribí inventando cifras en el aire.
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