La Concertación no dispersó el poder ni amplió su coalición; al contrario, la fue achicando y no le importaron las deserciones; no quiso debatir la posibilidad de innovar con un sistema semiparlamentario en medio de la epidemia caudillista-presidencialista de América Latina, lo que había sido planteado en los inicios de la Transición. 20Aquí estuvo el núcleo de su declive. La diversidad colorida 21del No triunfante del año 1988 culminó con la derrota en la junta opaca del año 2009, entendiendo la junta como la expresión del juntismo, es decir, un estilo jerárquico, comité pequeño que detenta las decisiones políticas claves, el núcleo de poder real de la fase final de la Concertación. 22
Al combinar la historia y la ciencia política, encontramos que hay causas estructurales que refuerzan el comportamiento de constituir un sistema democrático basado en una presicracia. Es más, hay razones obvias de reforzamiento entre las conductas de los líderes políticos, la cultura partidista, el régimen político y el sistema electoral 23que acentuaron las formas y el fondo del régimen de Pinochet, en las prácticas y procedimentales de la institucionalidad democrática de los gobiernos de la Concertación. 24
El hecho clave de la política se desplazó desde las agendas prorreformas a la atención nacional de las largas negociaciones intercoaliciones con los partidos de derecha e intracoalición, entre los partidos de la Concertación, hasta minutos antes del cierre de las inscripciones para candidatos al parlamento o las alcaldías, donde siempre había sorpresas: candidatos «bajados» y designaciones sin competencia para favorecer a personajes claves.
En el extremo del modelo electoral cerrado, centrado en la negociación de cupos con alianzas de apoyo mutuo entre partidos, lo constituyó la creciente entrega de cupos sin competencia a personajes claves, «los barones» vinculados al grupo que controlaba cada partido. Por ejemplo, en las parlamentarias del año 2005 se entregaron la circunscripción de Valdivia al expresidente de la República, Eduardo Frei, en la Concertación, y a Andrés Allamand, expresidente de Renovación Nacional (RN), en la Alianza. Casi no hubo campaña en dicha región del sur de Chile; ambas coaliciones «pusieron» a candidatos sin ninguna opción de compañero de lista, y por tanto la elección se produjo antes de que los electores concurrieran a las urnas.
Lo anterior sintoniza con la tradición oligárquica de la política chilena, que llamaba a estos congresos termales, en referencia a las viejas prácticas de los partidos Liberal y Conservador de dividirse los territorios en cónclaves. El extremo fue el pacto al que también se sumó el Partido Radical y los partidarios del general Ibáñez, que pactaron en las Termas de Chillán la legislatura de 1930 a 1932. 25
La Concertación buscó cambiar el sistema electoral binominal, pero la Alianza se opuso. La forma de moderarlo sustancialmente era aceptar el uso de las primarias abiertas para seleccionar los cupos y eliminar el concepto del uti possidetis (el que EE. UU. sigue teniendo), extraído de la tradición de respetar las fronteras si ya se ocupa un territorio. Por la degeneración de este precepto, a un diputado o senador que tenía un cupo no era posible osar con ser un challenger (desafiador) en ambas coaliciones, exceptuando una pésima evaluación electoral o caer en desgracia entre los «barones» controladores del respectivo aparato partidario.
La Concertación perdió el poder con anterioridad a su derrota presidencial. En las municipales del año 2008, en el norte y en el sur, candidatos «por fuera», independientes hastiados de no poder competir en el interior de la envejecida coalición, ganaron en Calama, en Antofagasta, en Copiapó y en Punta Arenas. La derecha lo hizo en otras capitales (Iquique, Valparaíso, Rancagua, Talca, Concepción, Valdivia) y la Concertación quedó reducida a La Serena y Puerto Montt. Pero tampoco le importó a la Junta de Gobierno del PPD-PS-PR-PDC; siguió cerrando espacios, expulsando a díscolos o dejándolos ir, hasta perder con la Alianza y salir del Estado en enero de 2010.
El ocaso de la Concertación no fue solo por la administración sin reformas sustanciales del modelo socioeconómico, sino también por la presicracia, la soberbia presidencialista-centralista liderada por los barones mandarines en los partidos que hicieron dominantes a los tecnócratas políticos en los años noventa y luego a los hombres de partido. 26
CONCLUSIONES
En Chile siempre se fracasó en los intentos replicativos de crear un «Bloque por los Cambios»: el Frente Popular no se atrevió a realizar una reforma agraria y luego González Videla excluyó a los comunistas, el FRAP no logró consolidar las fuerzas de izquierda, los sectores del PDC reformista y la UP revolucionaria no se entendieron. Finalmente, la Concertación no logró evolucionar de una alianza de redemocratización parcial, tanto por los enclaves autoritarios en el Congreso como por la propia falta de voluntad en una centroizquierda administradora.
De esta forma, nos salta una pregunta: ¿por qué ha sido esquiva la consolidación de un «Bloque por los Cambios» en las coaliciones analizadas? La falta de entendimientos intra e inter partidos, la interpretación de que los conflictos intimidan la gobernabilidad en vez de ser oportunidades refundacionales, la baja institucionalidad que regula la política, la ausencia de mayorías electorales, el centralismo presicrático, la recurrente presencia de enclaves autoritarios, la falta mecanismos democráticos de interacción y retroalimentación participativa son algunos de los hilos explicativos del tejido de esta historia contada y reinterpretada.
Sin embargo, podemos decir que en el continuo histórico analizado, tanto la elaboración de una «política industrial» a través de la CORFO, como la «nacionalización del cobre» y la «reforma agraria», patrimonios inalterables de la institucionalidad de Chile, surgieron en coaliciones de izquierda, que se propusieron crear un «Bloque por los Cambios».
El siglo XX fue esquivo para el «Bloque por los Cambios», cada coalición dejó un rastro en la búsqueda por humanizar el capitalismo y en el interés de mejorar las condiciones de justicia social. En cada conglomerado hubo desprendimientos y derrotas electorales, protestas sociales y críticas de intelectuales. Cada bloque fue víctima de la culpa de la experiencia de un fracaso pasado.
* Este documento se basa, entre otras fuentes, en las conferencias del profesor Tomás Moulian realizadas en la Universidad Alberto Hurtado en octubre de 2012, transcritas y editadas por Mariano F. Inostroza y Constanza Aliaga Rosales.
1Manuel Antonio Garretón: Neoliberalismo corregido y progresismo limitado: Los gobiernos de la concertación en Chile, 1990-2010, Santiago, ARCIS, 2012.
2Erick Hobsbawm: Historia del Siglo XX, Buenos Aires, Crítica, 1998.
3Tomás Moulian e Isabel Torres: Discusiones entre Honorables: Triunfos, fracasos y alianzas electorales de la derecha en Chile, 1938-2010, 2011, p. 25.
4En el libro Los asesinos del Seguro Obrero, Carlos Droguett plantea que los jóvenes que tomaron dicha institución no fueron militantes nazis, sino jóvenes enviados por los cabecillas de ese partido. Estos jóvenes fueron convocados mayormente por una acción de reivindicación más que de acción proselitista del incipiente nazismo.
5Expresidente de la República Dominicana, quien fue fundador del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939 y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973.
6Marcelo Mella: «Los intelectuales de los centros académicos independientes y el surgimiento de la Concertación», Revista de Historia Social y de las Mentalidades: sociedad, política y cultura, año XII, vol. 1, 2008, pp. 83-121.
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