Una accesibilidad generalizada es algo muy importante para los profesores en activo, especialmente si consideramos el rango increíblemente diverso de contextos en los que opera la educación superior en nuestros días. Las innovaciones docentes con el potencial de espolear grandes cambios tienen que resultar igual de accesibles tanto para los mal pagados y sobrecargados profesores asociados como para los profesores titulares y los catedráticos de las universidades más prestigiosas. Han de encontrar un sitio en los campus de las universidades pequeñas, así como en los grandes campus universitarios de las afueras de las grandes ciudades. Deben tener algo que ofrecer tanto a las tradicionales clases magistrales dadas en aulas enormes como a las discusiones en seminarios pequeños. Las actividades que se describen en este libro, tomadas como un todo, cumplen estas directrices: siendo mínimamente creativo se pueden adoptar en cualquier tipo de entorno de educación superior concebible, desde clases magistrales en aulas enormes a discusiones en pequeñas salas de seminario, desde cursos absolutamente presenciales a cursos completamente a distancia, y en cualquier combinación posible entre ambos extremos. Se fundamentan en principios muy básicos sobre cómo aprendemos los humanos, de ahí que puedan aplicarse a cualquier tipo de disciplina y de contenido –tanto si se está enseñando a los estudiantes a memorizar hechos y fórmulas, como a desarrollar su expresión oral o a resolver problemas complejos–. No todos los instructores en todas las disciplinas y en cualquier contexto docente encontrarán un hueco para todas las actividades de docencia pequeña aquí descritas, pero cualquier lector encontrará a buen seguro oportunidades para poner en práctica al menos algunas de ellas. Se pueden implementar mañana por la mañana, el viernes de la próxima semana, en el diseño del siguiente cuestionario o prueba, e incluso –como veremos en la parte final del libro– en el correo electrónico que se vaya a enviar a los estudiantes.
Para asegurar que estas técnicas poseyeran ese tipo de accesibilidad universal, y que por tanto merecieran considerarse bajo el paraguas de la docencia pequeña, los principios recogidos en este libro debían cumplir tres criterios básicos. Primero, tenían que tener su base en las ciencias del aprendizaje. Afortunadamente, en los últimos diez o veinte años, una cohorte de científicos del aprendizaje ha comenzado a presentar hallazgos de esas disciplinas en formas que resultan accesibles a quienes, como yo, no somos especialistas. Libros como el de Daniel Schacter, The Seven Sins of Memory , el de Daniel Willingham, Why Don’t Students Like School? , o el de Peter Brown, Henry Roediger y Mark McDaniel, Make It Stick , presentan los resultados de la investigación en neurociencia y en teoría cognitiva, de manera que describen con todo lujo de detalles y claridad sus implicaciones para docentes y estudiantes. Segundo, estos principios de aprendizaje deben tener un impacto positivo en ambientes educativos del mundo real –de educación superior siempre que sea posible–. Este criterio se mostró como el más difícil de superar; algunas estrategias que me parecían plausibles, o que tenían su origen en fascinantes experimentos de laboratorio, no acabaron formando parte del libro, ya que no fueron capaces de superar netamente este obstáculo esencial. Tercero y último, de alguna manera, tuve que observar directamente los principios por mí mismo, bien gracias a mi propia experiencia como docente o discente, bien presenciando otra docencia y otros ambientes de aprendizaje. Se me puede acusar de exceso de prudencia, pero necesitaba que estos principios superasen esta prueba de fuego para estar completamente seguro de que podía recomendarlos a docentes en ejercicio. La mayoría de los capítulos que siguen comienza con un ejemplo de cómo he descubierto estos principios en alguna experiencia de aprendizaje, en mi propia vida o en las vidas de mis estudiantes, incluso en las de mis hijos, y confío en que estos ejemplos personales puedan ayudarte a identificar momentos en los que tú también los hayas visto en acción en tus propias situaciones de aprendizaje.
Asumiendo que una actividad de enseñanza y de aprendizaje cumple los tres criterios, todavía debería ser posible implementarla de manera que cayera bajo el paraguas de la docencia pequeña. Tal y como descubrirás en las páginas que siguen, un enfoque o una actividad de docencia pequeña puede tomar una de estas tres formas:
• Actividades de aprendizaje breves (5-10 minutos) en el aula o a distancia . Me encanta esta idea de pequeñas intervenciones en una sesión de aprendizaje que puedan captar (o recuperar) la atención de los estudiantes, proporcionar oportunidades ágiles para que los estudiantes se comprometan y afianzar o introducir aprendizaje nuevo. Incluso cuando se tiene planeada una sesión muy densa, se puede encontrar tiempo para una actividad de cinco minutos capaz de proporcionar un estímulo al aprendizaje de los estudiantes.
• Intervenciones únicas en un curso . Al igual que en el caso del ejercicio de la tesis de un minuto del capítulo 4, el significado de pequeña puede ocasionalmente virar desde «una pequeña parte de una clase» hasta «una pequeña parte del curso». En otras palabras, algunas de las actividades de docencia pequeña pueden ocupar una sesión completa de clase, pero solo una vez durante el semestre.
• Pequeñas modificaciones en el diseño del curso o en la comunicación con tus estudiantes . Estas recomendaciones puede que no se traduzcan directamente en actividades de diez minutos o de las que se hacen solo una vez. Pero tampoco exigen un replanteamiento radical de los cursos. Pueden inspirar variaciones o pequeños cambios en la manera en que organizas el programa diario del curso, en cómo redactas la descripción del curso o las hojas de tareas, o en cómo respondes a los textos de tus estudiantes. Las estrategias de la III parte encajan especialmente en esta categoría de enfoques de docencia pequeña.
Una cualidad esencial compartida por estas tres formas de docencia pequeña es que exigen una preparación y una corrección mínimas. Dado que estamos siempre muy ocupados, esta característica de la docencia pequeña se me antoja que es especialmente importante para los profesores que impartan distintos cursos en varios campus o que tengan otras dedicaciones adicionales. Un profesor que pueda entrar en clase cada día con un pequeño conjunto de ejercicios de docencia pequeña puede reducir, en buena medida, el tiempo total de preparación distribuyendo en su docencia estas poderosas actividades de aprendizaje. Actividades únicas como la tesis de un minuto o una sesión de práctica de conciencia plena, que requieren muy poca preparación y son fáciles de corregir, pueden servir también como recurso cuando ha faltado o se ha reducido el tiempo de preparación habitual debido a la enfermedad de un hijo, a una emergencia médica o a uno de esos días en que uno se encuentra escaso de fuerzas.
Y, aun así, estas actividades, que pueden encontrar un lugar en el aula por primera vez como relleno de esos diez últimos minutos o de una clase no planeada, tienen la capacidad de generar tanto o más aprendizaje que el que hayas previsto para tu clase cuidadosamente preparada. Para mí, esto es lo que representa el valor auténtico y la promesa de la docencia pequeña. Espero que los capítulos que siguen te demuestren que la docencia pequeña no es un compromiso pragmático, una elección inferior que haya que hacer por carecer del tiempo o la energía para emprender los cambios profundos que realmente tendrían una influencia decisiva en nuestros estudiantes. Poseemos excelentes evidencias del poder que sobre el aprendizaje ejercen las actividades de docencia pequeña; un estudio tras otro, tal y como comprobarás en los siguientes capítulos, ha demostrado que las actividades de docencia pequeña mejoran las calificaciones de las tareas de aprendizaje de los estudiantes en dos o más puntos sobre diez. Esta es una evidencia poderosa, tan poderosa como cualquier otra que se haya visto nunca en la investigación sobre aprendizaje, incluidos los estudios dedicados a enfoques globales que aparecen en los encabezados de revistas especializadas como The Chronicle of Higher Education u otras propias de nuestra profesión.
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