Respecto a los otros, hemos de señalar que se trata del documental de Patricio Guzmán La memoria obstinada (1997), y de la película de Andrés Wood Machuca (2004). En su momento nos extenderemos sobre ambos, pero avancemos ahora que, en nuestra opinión, los dos constituyen sendos paradigmas de lo que hemos dado en llamar memorias en la pantalla . En el film de Wood vamos a encontrar los antecedentes más próximos y reconocibles de las cuatro memorias en conflicto de la que nos habla Steve Stern, pero es que en el documental de Guzmán vamos a darnos de bruces con personas reales –no con personajes de ficción como en la película– que en la segunda mitad de la década de los noventa del siglo pasado parecen representantes de cada una de esas cuatro memorias que conviven, no sin dificultades, en el Chile de esos años. Conviene hacer notar que esos representantes no necesariamente fueron testigos de los años más traumáticos de la dictadura, y que muchos de ellos, incluso adolescentes que no habían nacido hasta la década de los ochenta, asumen, en muchos casos, las visiones acríticas de sus mayores, especialmente los que se ubican en el campo de la derecha política.
Hasta donde somos capaces de saber, no existe un texto con los objetivos y la metodología de este trabajo que el lector tiene en sus manos. Lo más parecido, de familia lejana en cualquier caso, son los dos volúmenes de Ascanio Cavallo y otros dedicados al cine chileno de los primeros años sesenta a los últimos noventa. Esta obra tiene, objetivamente, mucho valor e interés para nosotros, y el lector encontrará en nuestro texto numerosas referencias a ella. No obstante, y pese al evidente deseo de los autores de perfilar el contexto histórico en el que referenciar las películas producidas en Chile durante esas décadas, el texto de Cavallo y otros responde más a una historia del cine chileno que a un análisis y una explicación de la historia de Chile a través del cine (de ficción y documental) como es nuestro caso.
Son muchos los agradecimientos que en este momento debería realizar. En la medida que la nómina habría de ser muy extensa, citaré tan solo a dos amigos que me honran con su afecto desde hace décadas y que han sido determinantes para la edición de este texto: Alfredo Riquelme Segovia y Vicent Olmos i Tamarit. Gracias infinitas a ambos.
1 Vid.: J. Alcàzar (2007): «Continuar viviendo juntos después del horror. Memoria e historia en las sociedades post dictatoriales», en W. Ansaldi (dir.): La democracia en América Latina, un barco a la deriva , Fondo de Cultura Económica , Buenos Aires, pp. 411-434. Otros trabajos nuestros que pueden resultar de interés –y que vamos a utilizar lógicamente en este texto– son J. Alcàzar (2000): «A “Imunidade Soberana” de Pinochet contestada», Lua Nova. Revista de Cultura e Política do Centro de Estudos de Cultura Contemporánea , núm. 49, pp. 113-133, Sao Paulo; J. Alcàzar (2000): «Història, oblit, memòria, justicia. El cas Pinochet i els crims contra la humanitat», L’Espill , Segona Època, núm. 4, pp. 140-151; J. Alcàzar (2001): «La pregunta de Lord Browne-Willkinson (a propósito de la discusión sobre la supuesta inmunidad soberana del general Pinochet», Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política , vol. 5, núm. 14, pp. 20-40, Buenos Aires; J. Alcàzar (2005): «Los historiadores y la consolidación democrática chilena: memoria, olvido e historia», Revista de Historia Actual , núm. 3, pp. 161-171, Universidad de Cádiz; y, finalmente, J. Alcàzar (con Gonzalo Cáceres) (2007): «¿Clío contra las cuerdas?: memorias contra historia en el Chile Actual», en Josefina Cuesta (dir.): Memorias históricas de España (siglo XX ), Madrid, Fundación Francisco Largo Caballero, pp. 412-427.
2E. Lira y B. Loveman (2000): Las ardientes cenizas del olvido. Vía chilena de reconciliación política 1932-1994 , Santiago, LOM Ediciones-Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos.
3R. Sagredo Baeza (2012), en < http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717->.
4Qué queremos decir cuando decimos memoria o memorias, qué debe entender el lector cuando en este texto aparezca el concepto, ya sea en singular o en plural, no es, desde luego, un tema menor. Aunque más adelante nos extenderemos sobre el asunto, avancemos que entendemos por memoria algo más que el significado agustiniano de que es el presente del pasado.
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