Julio Rilo - Los irreductibles III

Здесь есть возможность читать онлайн «Julio Rilo - Los irreductibles III» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los irreductibles III: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los irreductibles III»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En una sociedad con tendencia a la distopía Kino, un escritor frustrado, jamás imaginaría que una decisión motivada únicamente por el dinero le llevaría a replantearse toda su vida, al acceder a una máquina que le permite revivir los recuerdos de su difunto padre. Lo que al principio era un simple experimento, terminará desembocando en una serie de decisiones que se le plantean a Kino, quien no está preparado para afrontar las implicaciones de que exista una máquina semejante.

Los irreductibles III — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los irreductibles III», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Te desilusionaste?

—No exactamente.

Mientras Ricardo hablaba, el recuerdo de su padre con cuarenta y cuatro años se despedía disimuladamente de sus amistades más cercanas, procurando no llamar la atención de ninguna cámara ni periodistas.

—¿Te vas ya? —le preguntó Javier Fesser—. Si ahora viene lo mejor.

—Qué va, Javier —contestó Ricardo sonriendo amablemente—. Me voy para casa. Que tengo a Teresa esperándome con el peque.

—Ah, ya decía yo que no la veía por ningún lado. Pues dale recuerdos de mi parte. Y cuídala, que es una auténtica Joya.

Ricardo se despidió de Javier riéndole el chascarrillo. Y se dirigió caminando hacia el Campo de las Naciones, donde contaba con encontrar un taxi, ya que el chófer que había contratado para llegar hasta allí en limusina ya había terminado su jornada y se había ido.

—No fue que me desilusionase —continuó el fantasma de Ricardo—. Pero sí que cambiaron las cosas. Aquella noche no contaba con que me diesen ningún premio ni a mí ni a mi película, pero no era aquello a lo que había ido a la Ceremonia de los Goya. Aquella noche había presente un productor de la Warner que venía de Estados Unidos, y yo me había intentado aproximar a él en varias ocasiones. Pero en todas hubo alguien que se metía en medio y se lo llevaba aparte. Aquello me frustró mucho, ya que uno de mis sueños siempre fue irme a Hollywood y hacer una película de Batman . Y la Warner era la que tenía los derechos de DC, pero no solo eso, sino que habían llegado hasta mí rumores de que se encontraban en procesos de planificación de un reboot de la serie y buscaban a un nuevo director que contrastase con Joel Schumacher.

—Y tú querías aprovechar la ocasión para hacerle un pitch al productor.

—Exacto.

—Yo pensaba que a ti te gustaba más Superman .

—Claro, pero quería empezar con Batman y seguir con Superman . La idea era hacer películas dentro del mismo universo, como haría Marvel años más tarde. Pero no pude. Y después, esa misma noche me enteraría de por qué fue que no pude. Hubo alguien que se metió por medio.

Ricardo aún no se había alejado del Palacio de Congresos, y rebuscaba en los bolsillos interiores de su frac el mechero, mientras maldecía entre dientes con un Ducados en los labios.

—¿Necesita fuego?

Ricardo se giró para ver quién le hablaba, y se encontró ante él con un tipo unos diez años más joven que él y algo bajito, de piel morena y curtida, que le alcanzaba un mechero. Respiraba entrecortadamente y unas gotas de sudor asomaban por su frente, por lo que se deducía que se había acercado a Ricardo corriendo cuando lo vio marcharse a lo lejos. Ricardo posó su vista en una tripa que, aunque no era demasiado grande, sí que explicaba que a aquel hombre le hubiese supuesto un esfuerzo el alcanzarle. Iba vestido con un traje muy caro, una corbata púrpura y rosa, a juego con la camisa adornada con gemelos dorados que tenían el mismo grabado que el broche que sujetaba la corbata. Un broche que parecía un escudo de armas que Ricardo no reconoció.

—Muchas gracias —dijo Ricardo inclinándose para encender el cigarro—. Muy amable.

Ricardo se estaba girando dispuesto a irse, pero aquel individuo le agarró suavemente del brazo.

—Señor Lázaro, estaba esperando tener una oportunidad para hablar con usted.

—Lo siento, pero es que ya es un poco tarde y me estaba yendo para casa.

—No tardaré mucho, se lo prometo. Me hubiese acercado durante la Ceremonia, pero tenía que atender a unos invitados americanos. Además, no me parecía lo suficientemente discreto.

—Anda. ¿Necesita discreción para hablar conmigo? Lo siento, pero no tengo el placer de conocerle.

—Eso tiene fácil solución —contestó el hombre con una sonrisa de vendedor profesional mientras le tendía la mano afablemente—. Marcelino Sampere. A su servicio.

Kino sintió un nudo en el estómago y tragó saliva. Aquel individuo le había resultado familiar, pero no había caído en la cuenta hasta aquel instante en el pequeño detalle de que el Jefazo también había sido alguien joven.

—Ricardo Lázaro. Aunque evidentemente usted ya me conocía. Y dígame, señor Sampere, ¿está usted con alguna productora?

—Podría decirse así, pero de una manera muy general. Digamos que tenemos amigos en común.

—Ya —dijo Ricardo mirándolo con desconfianza mientras le daba una calada al cigarrillo—. Es algo probable, ya que parece usted una persona muy amigable.

—Bueno, es un rasgo que ambos compartimos —respondió Sampere henchido de orgullo—. Digamos que represento los intereses de nuestros… patrocinadores.

Hubo algo en la forma en que Sampere dijo eso que hizo que Ricardo se pusiera muy serio súbitamente, y volvió a mirar a su interlocutor de arriba abajo, evaluándolo.

—¿Y qué patrocinadores serían esos?

—Vamos, señor Lázaro, usted ya sabe muy bien cómo funciona esto. No se supone que debamos decir quiénes son, nunca se sabe quién podría estar escuchando. Es como si no tuvieran nombre. Pero sí que les interesa recordarle que usted tiene un contrato pendiente. Y que ya ha pasado suficiente tiempo como para que empiece a considerar el comenzar a aportar su parte.

Ahora Ricardo miraba con dureza a Sampere, y había estirado la espalda para alzarse en toda su estatura mientras fumaba exudando altanería por los poros, pero sin llegar a echarle el humo a la cara. Tampoco hacía falta. Su forma de mirar era más que elocuente.

—¿A qué se dedica usted, señor Sampere?

—¿Yo? Bueno… un poco de todo. Me gusta considerarme como un emprendedor.

—Ya… —repitió Ricardo mirando una vez más la ostentosa indumentaria de quien tenía delante—. Lo decía porque va vestido como un agente inmobiliario.

La expresión de Sampere se crispó durante un instante, pero en menos de un segundo ya había recuperado la sonrisa de vendedor y se reía como si lo que Ricardo acababa de decir hubiese sido el mejor chiste de la Historia.

—Qué cosas tiene, señor Lázaro, qué cosas tiene. Aunque no creo yo que en España haya muchos agentes inmobiliarios de mi talla. Pero no, no me dedico a ese sector. Al menos profesionalmente, porque invertir en suelo siempre es la mejor opción de futuro, ¿no le parece?

—¿A día de hoy? Solo si se apuesta en contra de la Burbuja Inmobiliaria.

—¿Burbuja? Por favor, señor Lázaro —respondió Sampere apartando el comentario de Ricardo con una mano, mientras reía con suficiencia—. Eso son fantasías. No se crea las mentiras de los derrotistas, alarmistas y demás falsos profetas. De ser por ellos, jamás habríamos entrado en la Unión Europea. Pero bueno, a lo que íbamos, que nos desviamos del tema. Parece que nuestros patrocinadores tienen una gran fe depositada en usted, señor Lázaro. ¿Puedo hacerle una pregunta?

—Por favor —dijo Ricardo sin ganas y con poca convicción.

—¿Qué es lo que les ha prometido?

—¿No se lo han dicho? —preguntó Ricardo con sorna.

—No. La verdad es que no. Simplemente me dijeron que ya se habían dedicado a sentar las bases. ¿Cómo fue exactamente…? Ah, sí. Controlar las variables —remató Sampere encogiéndose de hombros—. No sé qué puede significar eso, pero también me dijeron otra cosa.

—¿El qué?

—Que era probable que, a día de hoy, ni siquiera usted supiera exactamente qué es lo que va a aportar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los irreductibles III»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los irreductibles III» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los irreductibles III»

Обсуждение, отзывы о книге «Los irreductibles III» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x