Una ocurrencia común en el universo de Vanguardia , que en el argot psicológico se llama proyección, es atribuirle al otro características propias, principalmente las negativas, como cuando los manuales de NXIVM describen personalidades tóxicas que retratan fielmente a Raniere mismo: una “inversión de valores”, según se lee en la aplicación de la patente, es cuando alguien toma algo que es esencialmente bueno y lo hace parecer malo, o viceversa. La corte pudo escuchar y ver, en un video, a Raniere hablándole a la cámara y, después, a Nancy Salzman repitiendo esas mismas enseñanzas ante un grupo de chicas adolescentes, rodeadas por mujeres DOS, en el marco de un módulo de Jness: “¿Cuál es la diferencia entre que un adulto le haga cosquillas a un niño y que lo estimule sexualmente? De ambas maneras el niño sentirá rico. Ese niño puede vivir y crecer sanamente así hasta que llega a una cultura como la nuestra, que le dice que ha sido abusado; es hasta entonces cuando se sentirá abusado. La cultura y la sociedad son aquí los verdaderos abusadores”, dicen ambos. En otro video se ve a Raniere argumentando que, como nuestra cultura limita y castra el ejercicio del sexo, y como las mujeres son por naturaleza dobles y falsas, éstas sólo pueden sentir verdaderos orgasmos cuando son violadas; cuando saben que han abandonado todo control y toda culpa, cuando están completamente sometidas al varón, es cuando pueden ser libres y por ende llegan al verdadero clímax.
El aludir a conductas criminales o inhumanas bajo el rasero del relativismo cultural es un perfecto ejemplo de las falsas equivalencias tan prevalentes alrededor de Raniere. Al final del video, Nancy Salzman, sonriente y propia como si estuviera enseñando a empacar como la best-seller Marie Kondo, autora de La magia del orden , le dice a las niñas, sentadas en semicírculo a su alrededor, que las mujeres abusan del concepto de abuso; que gritan abuso cuando se sienten incómodas ( discomfort , fue la palabra usada), cuando algo no les gusta, aunque realmente lo que sienten como incomodidad se debe a sus enseñanzas sociales y culturales que, como ya vimos, dependen del contexto. Salzman da el siguiente ejemplo: “Hay estados (en EUA) donde la edad mínima de consentimiento para tener relaciones sexuales es de 17, y otros donde es de 12. ¿Ven cómo donde en un lugar algo es un delito, en otro es legal?”, ante lo cual las niñas producen un sonoro “¡Ahhhhh!”. El curso donde se ven esos materiales, por cierto, se llama La Experiencia Humana.
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