Si bien Raniere desarrolló después una historia donde decía necesitar a una joven virgen y sin mácula para perpetuar su DNA a través de un heredero místico que continuara su legado, Vanguardia se presentaba públicamente como un asceta alejado de las pasiones humanas: Forbes lo cita en el 2003 afirmando llevar “una vida como de ratón de sacristía”. La presencia del niño tuvo que ser explicada a la comunidad bajo el cuento de que un viudo, cuya esposa había muerto en el parto, le habría confiado al neonato a su amiga Barbara Jeske, otra incondicional en la comunidad de Clifton Park. Keeffe, quien había regresado con Jeske y el bebé desde Ann Arbor hasta Albany en marzo del 2007, luego de una ausencia de varios meses por un supuesto cáncer, afirmaba que su retorno se debía a que Raniere la habría curado milagrosamente. Ah, paradojas de la vida: Kristin huyó con su niño, desapareciendo de la faz de la tierra, un año después de la muerte de Jeske en el 2014, consumida ésta por un cancer del cerebro —uno verdadero— que no se atendió a tiempo porque Raniere le diagnosticó sus molestias como síndrome del túnel carpiano.
Gaelyn se convirtió sin quererlo en el prototipo experimental de los niños Rainbow: por instrucciones de Raniere le pusieron cinco nanas, donde cada una le hablaría en un idioma diferente cada día; le impedían relacionarse con niños fuera de la comunidad; tenía un régimen particular de ejercicios físicos diarios y una dieta estrictamente vegetariana, de preferencia cruda. James Raniere, el padre de Keith, exclamó cuando supo del trato que le daban a quien entonces nadie sabía que era su propio nieto: “es uno de los niños más afortunados que hay, con cinco madres que lo consienten”.
En México fue en San Pedro, en el local de Vía Savotino número 105 que albergaba al universo NXIVM regiomontano, donde Rainbow fue creado como empresa por Loreta Garza y Rosa Laura Junco el 24 de abril de 2007 estableciéndose a unas cuadras de la casa madre, en la calle de Tamazunchale. La colegiatura podía salir en 60 mil pesos al mes, por niño. La comida era, como indicaba Raniere, estrictamente vegetariana, y la presencia o supervisión de los padres, incluso en su contacto con los maestros, no era bienvenida; quizá porque ninguna de sus directoras tenía el menor entrenamiento en pedagogía o psicología infantil, como tampoco lo tenían la mayoría de las “nanas”, llamadas allí Especialistas en Desarrollo Multicultural.
Si bien en Francia la metodología sigue bajo un nuevo nombre, Athal Education Group, regenteado por Sara Bronfman y por su esposo, Basit Igtet, el resto de los centros Rainbow ha ido cerrando como girasoles al anochecer, incluso el que inaugurara con bombo y platillo en Miami Raquel Perera, la esposa de Alejandro Sáenz; en la Ciudad de México primero se convirtió en Cultur Ed y luego cerró el que encabezaban los hermanos Emiliano y Cecilia Salinas; en Monterrey la casa de Savotino tiene una enorme manta de “se renta” y un número telefónico que, hasta hace poco, contestaba Omar Boone. El plantel en la calle de Tamazunchale conservó intacto al personal, aunque cambiando de nombre a Kinder Cheel, para terminar cerrando en 2019. El destino del de Guadalajara es incierto. Quizá porque sus fundamentos, como el resto de la “tecnología” de Raniere, no tiene solidez pedagógica alguna; quizá porque nunca tuvieron del todo el reconocimiento oficial de la Secretaría de Educación Pública o quizá porque los inspiró un criminal que no quiso reconocer al hijo que tuvo con Kristin Keeffe, que le sirvió al modelo de conejillo de indias.
Otra de las empresas desarrolladas alrededor de las ideas de Raniere es The Knife Media, llamada así por el cuchillo délfico de Aristóteles. El mote, tan intelectualmente pretencioso como el resto de la mercadotecnia de NXIVM, es más que revelador: viene del primer libro de Política , donde el griego habla de los usos múltiples de ciertas herramientas enfatizando que la naturaleza no es siempre así, sino que hace distinción entre, por ejemplo, la mujer y el esclavo: “En lo que concierne a los sexos, el macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; el macho es el amo y la mujer, la esclava”. ¿El objetivo de la empresa? Identificar, mediante el uso de la supuesta tecnología de Vanguardia , la cobertura tendenciosa en los medios; en un ejemplo perfecto del doble rasero tan gustado por Raniere, The Knife jamás reveló su asociación con NXIVM. Su directora fue, hasta poco antes de su cese de operaciones, Rosa Laura Junco; Ivy Nevares la administradora y Nicki Clyne la productora, con Jens Eric Gould, el único periodista del grupo, como editor. Junco abandonaría éste y otros proyectos relacionados con NXIVM en la primavera de 2018; el 6 de agosto de ese mismo año The Knife anunciaría, en todas sus plataformas, que dejaba de publicar.
El último programa asociado a la supuesta tecnología de Raniere, afortunadamente, nunca vio la luz: en abril fue arrestado en Albany el doctor Brandon Porter, médico de cabecera del grupo, por negligencia, incompetencia e incapacidad moral para ejercer la medicina, perdiendo después su licencia. Porter condujo en agosto del 2016 un estudio que recuerda al de Naranja Mecánica : colocaba en los sujetos, principalmente mujeres, electrodos en la cabeza, filmando luego su reacción cuando les mostraba, sin previo aviso, escenas violentas y explícitas, la última un corto snuff de mujeres decapitadas y despedazadas a machetazos. Más de una centena de miembros de NXIVM pasaron, uno a uno, por su experimento, llevado a cabo en una vieja bodega de la compañía a nombre de Clare Bronfman. Una de las mujeres, Jennifer Kobelt, lo reportó a la policía. A Kobelt no le parecieron extraños los electrodos; el doctor ya los había usado antes entre la comunidad mientras sus miembros veían videos de Raniere, y cuando una asistente de Nancy Salzman le pidió acompañar a Porter, supuso que se trataba de algo parecido.
El antecedente es una de las muchas patentes buscadas por Raniere, registrada bajo el número 13/839361 y llamada, textualmente, “Los luciferinos pueden ser rehabilitados”, cuya última enmienda está fechada en octubre del 2013; un luciferino sería un psicópata funcional que, sin la menor ironía, es descrito así: “experimenta placer o gratificación cuando la gente normal sentiría repulsión o molestia”. Hay un curso especial alrededor del tema llamado “La Caída” —sí, como la de Lucifer— donde un luciferino sería, por ejemplo, quien ha abandonado NXIVM y ahora se vuelve contra el grupo, aunque la referencia refleja el comportamiento de Vanguardia es más que reveladora. En la patente se habla de mostrarle al sujeto una sucesión de estímulos, en este caso imágenes ultraviolentas, para medir las discrepancias fisiológicas entre un corto y otro; dependiendo de si la intensidad en las respuestas crece o decrece se determinaría la capacidad de “rehabilitar” a la persona. No me quiero imaginar, si ésta era la herramienta diagnóstica, en qué consistiría la terapia.
Lo que distingue a NXIVM de cualquier otro programa de superación personal, ubicándolo certeramente en el ámbito de los grupos con características religiosas o de culto, es la desensibilización al rechazo de comportamientos no sólo criminales sino inhumanos: los valores éticos se vuelven, en el universo de Raniere, parámetros utilitarios y autorreferenciales. Convertir la esclavitud sexual en empoderamiento femenino es una mera manifestación de este rasgo: Raniere diría a Bronfman que era válido usar métodos antiéticos para construir un mundo ético. El asegún es que, para Vanguardia y sus incondicionales, ético era todo lo que se plegara a los deseos del líder, y por consiguiente “quiebre ético” o transgresión ética era toda conducta que contrariara sus deseos. En el caso de Daniela Fernández, una de las primeras mexicanas en Albany, su pecado fue haberse interesado en otra persona, y nadie en el grupo consideró ya no digamos absurdo, sino siquiera cuestionable, el que Keith exigiera como castigo por semejante transgresión un encierro miserable que duró casi dos años.
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