The short stories of Carson McCullers have been less valued than the intermidiate works—criticism suggests that The Ballad of the Sad Cafe is her best—and, if the dearth of recent criticism about the stories, (excepting “A Tree, A Rock, A Cloud”) is any indication, this judgement will stand. Considered “nerveless and contrived” by Ihab Hassan (227), and summarily treated in only ten pages in the fine book length consideration of Carson McCullers by McDowell in 1980, these short stories have failed to attract the committed larger audience of afficionados who respond so favorably to the longer efforts of Ms. McCullers. Her stories deserve more. ( Pembroke Magazine 1988: 77)
Sin embargo, luego Frazier limita su análisis titulado “Terminal Metaphors for Love” a tan sólo cuatro relatos de los al menos veinte que en la actualidad hay publicados. Concretamente analiza “Madame Zilensky and the King of Finland”, “The Sojourner”, “A Domestic Dilemma” y excepting “A Tree, A Rock, A Cloud” como diversos ejemplos que ilustran la teoría sobre el lover y el beloved expuesta por McCullers en The Ballad of the Sad Café . Frazier ve estos cuatro relatos como expresiones dolorosas que recogen el sufrimiento del amante, quien “must house his leve within himself as best he can; he must create for himself a whole new inward world—a world strangely complete in himself”. ( The Ballad of the Sad Café 26). Mr Brook en “Madame Zilensky and the King of Finland”, Ferris en “The Sojourner”, Martin Meadows en “A Domestic Dilemma” y el hombre del bar en excepting “A Tree, A Rock, A Cloud” serían los ejemplos concretos de la figura del amante definida por McCullers en The Ballad of the Sad Café .
Ihab Hassan, como la propia Frazier recoge en su artículo, opina que los relatos de Carson McCullers, con la excepción de “A Tree, A Rock, A Cloud”, no merecen mayor atención por parte de la crítica: “The themes of Mrs. McCullers’ stories are not likely to surprise the readers of her novels and their manner is far less distinguished—with the exception of “A Tree, A Rock, A Cloud”, which contains the germs of her doctrine of love, the stories seem by comparison nerveless and contrived” (Hassan 227). Y concluye Hassan hablando de las “deficiencies of Carson McCullers in the short story form”; deficiencias éstas que discutiré con posterioridad.
La valoración de Eisinger sigue la misma línea que la de Hassan. Se trata para él de obras de menor mérito, de las que tan sólo destaca “A Tree, A Rock, A Cloud”:
The subjects of the short stories are music (...) the imaginative experiences of the inner life, and the problems of love. The characters are the inevitable children ar the equally omnipresent grotesques. One story, “A Tree, A Rock, A Cloud”, deserves comment because here Mrs. McCullers works out a hierarchy of love. (Eisinger 256)
Algo parecido encontramos en el estudio crítico de Lawrence Graver, Carson McCullers (1969), en donde sólo se hacen comentarios de pasada respecto a “Wunderkind” y a “A Tree, A Rock, A Cloud”. Asimismo, el exhaustivo trabajo de Oliver Evans, Carson McCullers, Her Life and Work (1965), aunque se hace eco de más relatos, no proporciona un análisis en consonancia con el espacio que el libro dedica a las novelas y teatro de la escritora. Evans hace mención de “Madame Zilensky and the King of Finland”, “Like That”, “Wunderkind”, “A Domestic Dilemma”, y “Sucker”, dedicando únicamente un espacio más amplio —diez páginas— a “A Tree, A Rock, A Cloud”.
Los estudios posteriores tampoco se ocupan mucho más de la narrativa breve de McCullers, algo que nos parece sorprendente tanto más si tenemos en cuenta el comentario de Evans sobre el progresivo interés que la obra de esta escritora estaba despertando en Estados Unidos y Europa: “A constantly expanding corpus of critical writings is testimony to the increasing interest in her work in the United States, while in England and in Continental Europe her reputation is decidedly on the increase” (Evans 1965: 194).
Así, durante estos años encontraremos algunos artículos, como el de Frazier ya comentado, o el de Alice Hall Petry sobre “Wunderkind” (también en Pembroke Magazine 1988), o breves valoraciones generales de los relatos dentro de estudios más extensos sobre las novelas de Carson McCullers, como las diez páginas que McDowell dedica a los relatos en su obra Carson McCullers (1980).
THE MORTGAGED HEART
Sin duda alguna, la contribución más destacada para el estudio de la narrativa breve de McCullers ha sido la antología de textos recopilada y editada por la propia hermana de la autora, Marguerite G. Smith, con el título de The Mortgaged Heart (publicada por primera vez en 1972 en el Reino Unido).
The Mortgaged Heart se compone de relatos, ensayos, artículos para diversas revistas, poemas y hasta de ejercicios para la universidad. Los relatos recopilados se dividen en dos grandes grupos:
a) Relatos ya publicados en distintas revistas —especialmente en Mademoiselle y The New Yorker — pero cuya dispersión en el tiempo hacía muy difícil su localización.
b) Otra serie de relatos inéditos, escritos en su mayor parte para la creative writing class de la profesora Sylvia Chatfield Bates de New York University. Se trata de textos de diversa calidad, pero todos ellos de gran interés bibliográfico y muy reveladores, como veremos, del desarrollo de una técnica y un estilo literarios que pronto llamarían la atención del público con la aparición de The Heart Is a Lonely Hunter . Este segundo grupo es el que nos interesa en nuestro estudio: “Sucker”, “Court in the West Eighties”, “Poldi”, “Breath from the Sky”, “The Orphanage”, “Instant of the Hour After”, “Aliens” y “Untitled Piece”.
Marguerite G. Smith, explicando el propósito de la antología, hace un comentario interesante sobre este segundo grupo de relatos que McCullers nunca se molestó en recuperar de entre sus papeles para publicar o corregir siquiera:
So this book is to give some idea of the early work of a writer and to illustrate, within the range of material chosen from her least known work, the development of that talent. My hope is that Carson would have approved. I am plagued with doubt because I wonder why Carson did not collect some of this material while she was living since money was always a problem. Her expenses were excessive doctors, nursing care, hospitals andan invalid’s more than ordinary necessities. However, writers usually think more about their current work and their future plans than about what has already been written and she may not have had the strength or the interest to put together such a book. In fact, she may have fogotten these early stories existed. (M.G.Smith 1985: 14)
Sea cual fuere el motivo por el que McCullers no recopiló y publicó estos relatos, el hecho es que fueron recuperados por su hermana y editados y han estado allí durante veinte años sin que apenas hayan sido objeto de un análisis serio por parte de la crítica. La labor de Marguerite G. Smith me parece encomiable, porque a partir de su antología, junto con los relatos recogidos en The Ballad of the Sad Café , va a ser posible apuntar algunas notas y comentarios sobre la técnica, evolución e interés que por un lado estos relatos tienen en sí mismos, y por otro, permite situarlos en relación con el desarrollo de un estilo narrativo que luego daría sus grandes frutos en la novela.
Es posible que entre los archivos personales de la escritora, sobre todo entre los papeles que escribiera en su juventud, queden todavía algunos relatos de interés, pues la propia Marguerite G. Smith admite en su introducción a The Mortgaged Heart que hay más material inédito que no publicó por motivos personales sin especificar, probablemente porque pensara que podrían ir en demérito del conjunto de la obra de su hermana:
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