Herriot, dimitido como primer ministro, era en aquel momento el presidente de la Cámara de Diputados. Pero es el Herriot intelectual, historiador, quizá más que el político, el que merece por última vez la admiración explícita de Vilar. Aquel discurso le merece casi un único reproche: quizá había sido un poco demasiado normalien . Vemos, pues, que Vilar se disponía a entrar en la École Normale con las mismas prevenciones que lo habían acompañado durante todo el curso. En el capítulo tercero veremos que en la etapa que se disponía a iniciar, la del normalien y universitario Vilar, a la decepción del Cartel des Gauches seguirá también la decepción respecto a Herriot y, en general, una radicalización de sus ideas políticas que le irán alejando también de sus corresponsales. Pero antes tenemos que referirnos a otro proceso paralelo y también radical: el desbanco de la Historia, como centro de interés de sus estudios, por la Geografía.
1Pierre Vilar: Pensar históricamente. Reflexiones y recuerdos , Barcelona, Crítica, 1997, p. 65
2Por ejemplo, el compañero de estudios y amigo de Pierre Vilar, Jean Bruhat: Il n’est jamais trop tard , París, Albin Michel, 1983.
3Sobre la experiencia en este instituto, Pierre Vilar : «Témoignage: Un khâgneux des années 20», en Le Personnel de l’ensegnement supérieur en France aux XIX et XX siècles (dirección de C. Charle y Régine Ferré), París, cnrs, 1985, pp. 131-133.
4Archives Nationales, École Normale Supérieure, dosier correspondiente a los exámenes de 1924. Desgraciadamente no se han conservado los informes relativos a 1925, el año en el que Vilar superó el concurso.
5La tía Rose, también maestra de profesión, aunque en aquellos años ya no ejercía como tal, era viuda de Romain Vidal, hermano mayor, por parte de padre, de Rose y Françoise Vidal, fruto de un primer matrimonio de Adrien Vidal. En 1902 Romain Vidal había actuado como testigo en la boda de los padres de Pierre Vilar: tenía 37 años y estaba domiciliado en París, donde trabajaba como contramaestre de la Compañía del Norte.
6Hemos podido seguir las notas de Vilar y de sus compañeros en los archivos del lycée Louis-le-Grand depositados en los Archivos Departamentales de París.
7Véase Jean-François Sirinelli: Génération intellectuelle ..., pp. 90-98.
8Eugène Reverdy era un maestro de la escuela primaria de Montpellier que había perdido a un hijo normalien en la Primera Guerra Mundial y que había animado a Pierre Vilar a concursar para entrar en la ens. Lo explica Pierre Vilar en Pensar históricamente , p. 26.
9Solo se nombran las conferencias a las que nos consta que Vilar asistió. Hemos procurado completar las referencias que da Vilar en sus cartas con los datos proporcionados por Jean-Fançois Sirinelli, en Génération intellectuelle ..., p. 366. Cuando los datos no coinciden, hemos respetado los datos y las informaciones de la correspondencia.
Los estudios universitarios
En aquel tiempo, en Francia, para obtener la licenciatura en Historia, hacía falta superar cuatro certificados universitarios, con los exámenes correspondientes, y la realización de un Diploma de Estudios Superiores. Pero los estudios de una carrera de letras –y también de la etapa de normalien – culminaban de facto con la superación del Concurso de Agregación, que significaba el ascenso a una plaza de profesor de enseñanza secundaria. Para llevar a cabo todo eso, los normaliens tenían derecho a quedarse cuatro años en la École. Vilar dedicó dos cursos a la obtención de los cuatro certificados, uno a la redacción del diploma y el cuarto a preparar el Concurso de Agregación, que superó en julio de 1929. Los motivos para dejar el certificado de Geografía para el segundo año fueron el deseo y la voluntad de trabajar fuerte y brillar en la que muy pronto decidió que sería su especialidad y su profesión. Aparcaremos, de momento, el proceso de redacción del diploma porque, al tratar sobre Cataluña, merecerá un capítulo entero en la segunda parte de este libro y seguiremos, en cambio, el proceso de preparación de la Agregación, especialmente durante el curso 1928-29. En su conjunto, este capítulo intentará recrear, a partir de las cartas de Vilar a Montpellier, el clima de las clases, pero también de los exámenes y del trabajo en equipo en la Sorbona de los años 1925-1929. Y, al mismo tiempo, detectar, a partir de las inquietudes de un joven que decidió muy pronto especializarse en Geografía, los indicios de una renovación historiográfica que hoy nadie discute.
LA HISTORIA EN LA SORBONA
El 4 de noviembre de 1925 los nuevos normaliens ya se habían instalado en la École. Ningún otro conscrit , como se llamaba a los normaliens neófitos, proveniente del Louis-le-Grand, estudiaría Historia. Pero sí lo harían dos compañeros de Vilar de aquel instituto, Dhombres y Fabry, que no habían tenido suerte en el concurso. A principios del curso 1925-1926 los tres amigos se paseaban por las aulas de la Sorbona, intentando familiarizarse con el magno edificio, y eligiendo las asignaturas a partir de una guía que Vilar considera «más complicada que las guías que informan sobre los horarios de tren». De entrada, los programas no parecen apasionarles. Veamos cómo los lista. En la Edad Media: Invasiones y poblamiento de Europa (siglos IX y X), El régimen feudal, España de 711 a 1212, Sacerdocio e Imperio (1059-1268), Imperio Bizantino y estados eslavos de los siglos XI al XV, Francia e Inglaterra de 1290 a 1380, Italia en los siglos XIV y XV, etc. En Historia Antigua: Egipto y Babilonia, las guerras médicas, Atenas en el siglo V, la obra civilizadora de Alejandro y los diádocos («quai aço», escribe entre paréntesis) y la historia romana. En Geografía, la geografía general («relieve», aclara, también entre paréntesis) de Francia y África. Aquel primer curso, las clases de Geografía comenzaron con ocho días de retraso.
Los tres compañeros decidieron repartirse las veinte horas de clase semanales que les correspondía seguir. Vilar se saltaría las clases de Holleaux, de Historia Antigua, y Diehl, de Historia Medieval, que se celebrarían en la Sorbona, y que le hubieran obligado a hacer demasiadas idas y venidas; a cambio de los apuntes de aquellas clases, que le pasarían Dhombres y Fabry, él les proporcionaría el material de los seminarios de Glotz y Jordan, que tenían lugar en la École Normale. También intercambiarían los libros de las diferentes bibliotecas y cada uno comentaría para los otros y pasaría notas de los libros que fuesen leyendo. Vilar también entreveía que en historia medieval, Marie y él podrían ayudarse mutuamente en torno a la cuestión de la lucha sacerdocio-imperio, por ejemplo, que aquel año también entraba en el programa de la Agregación femenina. El 18 de noviembre confirma a Marie que su programa de Geografía también coincidía con los de Emmanuel De Martonne y Albert Demangeon en la Sorbona.
El 18 de noviembre Vilar escribe que «sin la historia moderna y la geografía, uno se volvería loco», y en la misma carta leemos: «la geografía me interesa en gran medida». El 26 de noviembre habla de la monotonía de los cursos de Historia: «El señor Glotz completa sus aventuras maravillosas de Choubli-Loubouma, rey de los hititas, Jordan las disputas de Enrique VI y todos los papas posibles e imaginables, y de Tancredo de Sicilia, y de la mujer de Enrique VI, etc.»; la ortografía hace suponer que era la primera vez que Vilar escuchaba el nombre del rey Suppiluliuma. La carta incluye una nueva comparación favorable a la Geografía: «De Martonne es claramente superior; trata sobre el relieve; y su curso sobre la India también está muy bien, y es muy nuevo para mí; lo llevaré a Marie por Navidad».
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