FIGURA 33. Monto total anual de las contribuciones de funcionarios electos y cuotas de militantes (en millones de euros) entregadas a los principales partidos de izquierda y de derecha (promedio anual para 2012-2016), comparación internacional: Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia y el Reino Unido.
Así pues, por doquier los partidos de derecha se benefician más de la generosidad de los donadores privados que sus homólogos de izquierda, pero sobre todo en países como Alemania o el Reino Unido, donde dicha generosidad no está regulada. Pero ¿son más ricos? Ya vimos, para el caso de Francia, que las contribuciones de los funcionarios electos pueden permitir compensar este déficit de financiamiento privado. ¿Qué tal en otras partes de Europa Occidental? La figura 33 representa, para los diferentes países, el monto anual promedio de las contribuciones de los funcionarios electos y las cuotas de los militantes que reciben los partidos. Muchos resultados son asombrosos. En primer lugar, las contribuciones de los funcionarios electos y las cuotas de los militantes son el reverso exacto de las donaciones privadas: en todos los países, los partidos de izquierda dependen mucho más de estas fuentes de financiamiento que los partidos de derecha. En segundo lugar, los partidos alemanes — tanto de derecha como de izquierda — son partidos de masas, un fenómeno muy comentado, estudiado, analizado y desmenuzado desde Maurice Duverger, 34y que aquí es muy evidente por la importancia de las cuotas de los militantes. Cada año, el SPD recibe el equivalente a 0.80 euros por alemán adulto por parte de sus militantes y la CDU, 0.60 euros. En el Reino Unido, el Partido Conservador no es un partido de masas; en proporción a la población adulta, es el partido que recibe el monto más bajo en cuotas de militantes. Por su parte, el Partido Laborista, históricamente surgido de los sindicatos, percibe más de 15 millones de euros anuales en cuotas de militantes, es decir 0.32 euros por adulto. Sin embargo, esto está cambiando y, desde 2015, las donaciones privadas de individuos y de empresas son, para el Partido Laborista, una fuente de ingresos más importante que las cuotas de los militantes.
Destaquemos, finalmente, la importancia del papel que desempeñan las legislaciones. En Alemania, las cuotas de los militantes son elevadas porque éstos son numerosos, pero también porque el Estado las fomenta subvencionando fiscalmente las donaciones individuales inferiores a 1650 euros. Lo mismo en España, que, en proporción a su población adulta, ocupa el segundo lugar —después de Alemania— en cuanto a la generosidad de los militantes: desde 2007, los militantes de un partido político pueden beneficiarse de una exención de impuestos igual al monto de su aportación, hasta por 600 euros. Esta exención beneficia al PSOE y a la vez, en menor medida, al Partido Popular. No sorprende que en cambio, en Italia, las cuotas de los militantes sean tan exiguas: contrariamente a las donaciones y a las contribuciones de los funcionarios electos, no dan derecho a ventaja fiscal alguna.
EL FINANCIAMIENTO PRIVADO
DE LAS CAMPAÑAS ELECTORALES
Hasta el momento nos hemos concentrado principalmente en las donaciones a los partidos políticos. Para finalizar este recorrido por las realidades del financiamiento privado de la democracia, consideremos ahora el financiamiento de las campañas electorales. En efecto, en un país como Francia, que utiliza un modelo de comicios uninominal, cierto número de ciudadanos contribuye a las campañas electorales haciendo donaciones directas a los candidatos. Por desgracia, los datos fiscales franceses no permiten distinguir entre las donaciones hechas por los contribuyentes a las campañas electorales y otras donaciones (las donaciones a campañas están incluidas en la categoría de “donaciones aportadas a otros organismos de interés general”, que también comprende, por ejemplo, las donaciones a fundaciones empresariales, universitarias e incluso a la Fondation du Patrimoine [Fundación del Patrimonio]). 35No obstante, es posible obtener información agregada sobre el monto total de esas donaciones a partir de las cuentas de campaña de los distintos candidatos.
FIGURA 34. Donaciones de personas físicas a las campañas electorales en Francia, 1995-2017.
Las donaciones a las campañas varían mucho de un tipo de elección a otro —por ejemplo, las elecciones municipales dan lugar a más donaciones que otras elecciones—, pero también de un año a otro (figura 34). Por ejemplo, los candidatos a la elección presidencial de 2012 recibieron muchas más donaciones (9.3 millones de euros en total) que los candidatos a la elección presidencial de 2017 (4.7 millones de euros). La comparación entre Nicolas Sarkozy (cerca de 6 millones de euros en donaciones en 2012) y François Fillon (¡apenas 6600 euros, es decir, casi cien veces menos!) resulta, desde este punto de vista, impactante. ¿Se trata de un efecto “primario”? En efecto, las primarias de Les Républicains en 2016 permitieron al partido cosechar 9.4 millones de euros (rindieron mucho más de lo que costaron). Ahora bien, esta ganancia se volcó a la cuenta de la campaña de François Fillon. ¡Inútil para él, por consiguiente, invertir en una nueva recaudación de recursos! Sobre todo porque, si añadimos al efecto primario un efecto Penélope, quizá dicha recaudación no habría sido tan fácil.
Más allá de estas variaciones, en promedio en el último ciclo electoral (2012-2016), los franceses donaron, cada año, 12 millones de euros de dinero privado para financiar las campañas. 36Contrariamente a las donaciones a los partidos políticos, el financiamiento privado de las elecciones en Francia (12 millones de euros) es mucho más exiguo que el financiamiento público (52 millones).
Si sumamos las donaciones a partidos políticos y las donaciones a candidatos, cada año 113 millones de euros de dinero privado alimentan el funcionamiento de la democracia en Francia, es decir, apenas un poco menos que el total del financiamiento público (119 millones). Ahora bien, como veremos en el capítulo 8, estas decenas de millones de euros de dinero privado tienen un efecto directo en los resultados electorales de los candidatos de diferentes partidos, así como en las políticas aplicadas por los funcionarios electos.
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Para concluir, ¿qué nos han enseñado estos capítulos dedicados al financiamiento privado de la democracia?
Uno, que las donaciones a los partidos políticos y a las campañas están extremadamente concentradas, pues la contribución financiera de los más ricos a la vida política es muy superior a la proporción del ingreso total que representan, incluso en países como Francia, donde el monto de las donaciones está limitado.
Dos, por paradójico e injusto que pueda parecer —al menos a ojos de los ciudadanos comunes, los que parecen beneficiarse con este sistema adaptándose muy bien a él—, la mayor parte de las democracias occidentales han aplicado un sistema de reducción fiscal gracias al cual el Estado subvenciona muy generosamente las preferencias políticas de los más adinerados, lo cual no es el caso para la mayoría de los ciudadanos. En otras palabras, en las democracias de hoy, no sólo una persona no equivale a un voto, sino que los más pobres pagan para que los más ricos puedan asegurarse de que el partido de su elección llegue al poder.
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