Por otra parte, la Teoría de la Dependencia fue propuesta por primera vez por el famoso economista argentino sobre temas de desarrollo, Raúl Prebisch, a fines de la década de 1960. Esta teoría cree que existe una relación del tipo centro-periferia en la economía mundial, en la cual, mientras los países capitalistas desarrollados constituyen el centro económico y los países en desarrollo se encuentran en la periferia de la economía mundial, se ha ido conformado una relación de dependencia económica de la periferia respecto del centro (o sea, entre un gran número de países en desarrollo y países desarrollados), tal que los países de la periferia se ven sometidos a algún grado de explotación por parte de los países centrales. Desde entonces, académicos como Gunder Frank, Fernando Cardoso, Enzo Faletto, Samir Amin y otros, han desarrollado aún más esa Teoría. Creen que la dependencia económica de los países en desarrollo respecto de los países capitalistas avanzados perjudica tanto su desarrollo económico como también su calidad, constituyendo la fuente de su continuo atraso y dificultad para progresar. A diferencia de los estudios previos que interpretaron los fracasos económicos de los países en desarrollo con la Teoría de la Dependencia, el profesor Girado se centró en explicar la experiencia exitosa del desarrollo económico de China desde la perspectiva de tratar de deshacerse de su gran dependencia de los países desarrollados occidentales, y explicarla. Esta también es una contribución importante al desarrollo de la Teoría de la Dependencia. También es una nueva interpretación de la experiencia de desarrollo de China.
Por supuesto, existe una relación relativamente compleja entre la dependencia económica de los países en vías de desarrollo respecto de los países capitalistas desarrollados y su crecimiento económico. En circunstancias normales, la mayoría de los países en desarrollo no tienen capital suficiente. Es fácil para los países capitalistas desarrollados controlar muchos sectores económicos (incluso los principales) de los países en desarrollo con capital, lo que hace que estos últimos continúen dependiendo ya no solo del capital sino también de los mercados de los países centrales. Respecto de la tecnología y la absorción del excedente económico generado por los países en desarrollo, hay una cuestión, como lo es la frecuente dependencia de los insumos de tecnología, capital y otros factores de producción que padecen los países en vías de desarrollo de los mercados de las economías desarrolladas, que profundizarán las distorsiones estructurales en las economías de aquellos, y dañarán la sostenibilidad de su crecimiento económico. Sin embargo, el patrón que sigue actualmente la llamada globalización económica ha cobrado forma. Tanto los países en vías de desarrollo como los países capitalistas desarrollados deben abrirse y cooperar a mayor escala, ya que ningún país puede lograr un desarrollo eficiente y sostenible en completo aislamiento, sino será difícil para cualquier país en desarrollo lograr un crecimiento económico sostenido. En definitiva: podrá crecer, pero no sostenidamente.
Mirando hacia atrás en los últimos 40 años de desarrollo, la experiencia más importante del éxito económico de China ha sido su política de reforma interna y la apertura de su economía. Las reformas internas se guían principalmente por la mejora gradual del sistema de economía de mercado, ajustando y mejorando continuamente el funcionamiento del sistema económico doméstico y esforzándose por mejorar la eficiencia en la asignación de factores y recursos, promoviendo la estabilidad económica y el crecimiento sostenible. La apertura al mundo exterior se llevó a cabo principalmente para abrir el mercado interno de manera planificada y, paso a paso, alentar a las empresas extranjeras a invertir en China con capital y tecnología, entre otros factores, apoyar a las empresas chinas para integrarse en la cadena industrial global, entrar en el mercado internacional y participar en la competencia internacional, y hacerlo también activamente en el sistema de gobernanza económica mundial. Por su parte, la reforma consiste en dar espacio y permitir que los mercados nacionales tengan un rol más importante para promover el desarrollo económico. Como lo afirma la Teoría de la Dependencia, la apertura al mundo exterior ha conducido a un mayor grado de dependencia del mercado, la tecnología y el capital de los países capitalistas desarrollados. Internacionalmente, las empresas chinas tienen débil poder de negociación en los mercados de materias primas, y allí operan con bajos márgenes de beneficio. China depende en gran medida de los mercados de los países capitalistas desarrollados. En el terreno de las manufacturas de alta tecnología como chips, aviónica y equipos de precisión, enfrentan el riesgo de ser atrapados por la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que ha revelado todos estos problemas de dependencia económica. Sin embargo, si no hay apertura al mundo exterior y no hay capital y tecnología de los países desarrollados, entonces el desarrollo económico de China ciertamente será mucho más lento.
Como todos sabemos, Argentina y muchos otros países latinoamericanos han experimentado reformas neoliberales, y su apertura de mercado ha sido incluso mayor que la de China en el corto plazo. Sin embargo, la mayoría de los países latinoamericanos tienen dificultades para reducir su dependencia económica de los países capitalistas desarrollados. Las razones pueden ser diversas. En primer lugar, China siempre ha insistido en las reformas internas, ha mejorado continuamente la eficiencia en la asignación de recursos, y se ha esforzado por alcanzar estabilidad financiera y económica en el país, creando un buen entorno local para el desarrollo económico. Sin embargo, los países latinoamericanos no pueden lograr estabilidad sostenida en el tiempo para su economía y tampoco en sus finanzas, en particular. Esto sin duda dañará la eficiencia de su desarrollo económico. En segundo lugar, el pueblo chino cuenta con una tradicional creencia respecto de la diligencia y el ahorro. La tasa de ahorro nacional siempre se ha mantenido en un nivel muy alto y la tasa de capitalización de los dividendos generada por el crecimiento económico ha sido también relativamente alta. Por lo tanto, a medida que la economía sigue creciendo, China ha ido reduciendo gradualmente su dependencia del capital de los países desarrollados; en América Latina, en cambio, la tasa de ahorro es obviamente baja y la tasa de recapitalización de los dividendos del crecimiento económico no es alta, por lo que siempre se hace difícil disminuir la excesiva dependencia del capital extranjero.
En tercer lugar, China concede gran importancia al desarrollo de la educación, la ciencia y la tecnología. El número de mano de obra bien educada sigue creciendo y el avance de la ciencia y la tecnología también se está acelerando. Esto hace que la dependencia tecnológica de China de los países desarrollados se reduzca gradualmente; los países latinoamericanos no prestan más atención a la educación que China. La tasa de migrantes laborales altamente calificados desde los países en vías de desarrollo se ha mantenido alta durante mucho tiempo, por lo que les resulta difícil reducir la dependencia tecnológica de los países capitalistas avanzados. En cuarto lugar, China se ha dado cuenta de los riesgos potenciales de la excesiva dependencia de los mercados de los países desarrollados a principios del siglo XXI. Por lo tanto, ha promovido activamente la iniciativa internacional One Belt One Road y ha fortalecido continuamente la cooperación económica con los países en desarrollo, reduciendo así gradualmente su dependencia de los mercados de los países desarrollados. Algunos países latinoamericanos han seguido un camino diferente, reactivos a ciertos esquemas de cooperación económica con otros países en vías de desarrollo e incluso a la apertura de sus mercados, lo que según muchos ha dificultado reducir aquella dependencia del mercado de los países centrales. Además, ante su alto grado de dependencia y los muchos problemas que ello conlleva, los países latinoamericanos no han sido muy activos, mientras que China ha demostrado una firme determinación para deshacerse de su gran dependencia de los países desarrollados mediante acciones deliberadas y prácticas.
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