CAPÍTULO 6. LA ERA DE LA NOVELA REALISTA
Un género pluriestilístico. El advenimiento de la novela realista. La novela de folletín. La novela como forma de mimesis literaria. La nouvelle y el relato. La herencia del realismo.
CAPÍTULO 7. LAS GRANDES NARRATIVAS FACTICIAS Y SU CONTRIBUCIÓN AL PERIODISMO LITERARIO MODERNO
1. La prosa literaria testimonial. 2. La narrativa científica cualitativa.
CAPÍTULO 8. EL TRÁNSITO A LA SOCIEDAD DE COMUNICACIÓN DE MASAS
Un periodista-literato sintomático: Theodore Dreiser. Los muckrakers . La jungla capitalista según Jack London y Upton Sinclair. The Masses y John Reed. Ernest Hemingway, enviado especial. John Dos Passos, vanguardista heterodoxo. El reportero Josep Pla. Los reportajes novelados de Ilya Ehrenburg. El vagabundo George Orwell. James Agee como caso aparte.
CAPÍTULO 9. LA MAYORíA DE EDAD DEL REPORTAJE
SECCIÓN TERCERA LA ESTELA DE LOS NUEVOS PERIODISMOS
CAPÍTULO 10. EL PERIODISMO LITERARIO EN LA ERA DE LA POSFICCIÓN
La eclosión del reportaje novelado. La escuela New Yorker: John Hersey y Lillian Ross. La non-fiction novel de Truman Capote.
CAPÍTULO 11. EL NEW JOURNALISM ESTADOUNIDENSE
Contracultura, prensa underground y new journalism . Ejercicios de voluntad radical. Escuchando los latidos del tiempo. Los estilos del new journalism . Escenas y diálogos. Retratos y semblanzas. Múltiples perspectivas. El legado del new journalism . ¿In fictio veritas?
CAPÍTULO 12. LOS NUEVOS PERIODISMOS EUROPEOS
Los reportajes poéticos de Ryszard Kapuscinski. El periodismo indeseable de Günter Wallraff. El romanzo-vérité de Oriana Fallaci. El romanzo-inchiesta de Leonardo Sciascia y Alberto Cavallari. Otros autores: Wolf, Kessel, Fox, Lapierre & Collins.
CAPÍTULO 13. LOS NUEVOS PERIODISMOS LATINOAMERICANOS
El periodismo literario de Gabriel García Márquez. La novela-testimonio de Miguel Barnet. Reportaje y memoria personal en Fernando Gabeira. Tomás Eloy Martínez, coleccionista de voces.
CAPÍTULO 14. EL NUEVO PERIODISMO ESPAÑOL
El nuevo periodismo español, entre el tardofranquismo y la transición. Reportajes novelados en castellano y en catalán. Una terca voluntad de estilo. Retratos de cuerpo entero. Los nietos de Larra. Cronistas, reporteros: narradores. Una poética del desvelamiento.
SECCIÓN CUARTA LA MIRADA HUMANISTA
CAPÍTULO 15. EL PERIODISMO Y LA COMUNICACIÓN MEDIÁTICA, A LA LUZ DE LAS HUMANIDADES
El ocaso de la posmodernidad. En pos de un nuevo humanismo. El nuevo paradigma sistémico y la renovación del humanismo. Finale .
BIBLIOGRAFÍA
I. Bibliografía periodístico-literaria. II. Bibliografía histórica y teórica.
ÍNDICE DE AUTORES Y DE MATERIAS
Zaguán
Derivada del término árabe hispánico istawán —y este, a su vez, del árabe clásico us?uwān[ah] —, la hermosa palabra castellana zaguán designa el «espacio cubierto situado dentro de una casa, que sirve de entrada a ella y está inmediato a la puerta de la calle», según la definición que de ella da la RAE. Cada vez quedan menos, pero el viajero aún puede apreciar la sugestión de los viejos zaguanes en bastantes pueblos y villas de España, esa fresca y prometedora penumbra que, más que separar, enlaza el afuera de la vida pública y el adentro de la privada, y sin duda invita al visitante a trasponer el umbral.
Sirva, entonces, este breve aunque ojalá que sugestivo zaguán para incitar al posible lector a adentrarse en La palabra facticia. Literatura, periodismo y comunicación , un libro a la vez nuevo y veterano dado que ahonda, amplía y recrea otro de 1999 — Literatura y periodismo. Una tradición de relaciones promiscuas — que, durante la década y media transcurrida desde entonces, ha devenido obra de referencia para los docentes, investigadores, estudiantes y periodistas interesados por los empalabramientos ficticios y facticios, sean de carácter artístico o de tenor comunicativo y persuasivo.
El volumen a que este escueto vestíbulo da paso tiene un doble foco de atención. Por un lado, es una exploración sistemática, a la vez histórica y analítica, de las múltiples relaciones entre la tradición periodística y la tradición literaria, es decir, un ejercicio de comparatismo deudor de la literatura comparada y de los estudios literarios en su conjunto. Por otro, así mismo, es una propuesta netamente teórica, encaminada a fundamentar el estudio de los vínculos entre los campos literario, periodístico y mediático, que tanto precisa sustentarse sobre pilares firmes. De ahí que haya recurrido a la filosofía del lenguaje, la narratología, la tematología y la hermenéutica, entre otras disciplinas y perspectivas, a la hora de llevar tal cimentación a cabo.
En 1999 tuve el honor de que Manuel Vázquez Montalbán, acaso el más importante periodista español del último medio siglo, accediera a prologar la versión matriz de esta obra. Y hoy lo tengo de que Jordi Llovet, uno de los más relevantes humanistas y estudiosos de la literatura de nuestro país, haya aceptado escribir el prólogo correspondiente a esta nueva versión, considerablemente ampliada respecto de la primera, muy en especial en lo que toca a su sustentación teórica. Las palabras de Llovet y de Montalbán —por orden cronológico inverso— son la más gentil bienvenida que este zaguán puede brindar.
Un periodismo sabio
Prólogo de Jordi Llovet (2014)
Allá por los años setenta del siglo pasado no existía, o apenas, ningún lugar en nuestras ciudades universitarias en el que pudiera estudiarse lo que hoy se conoce como Periodismo o, en una deriva típicamente tecnológica, Periodismo y Ciencias de la Comunicación —como si la comunicación humana hubiese sido una ciencia en algún momento de la historia—, o etiquetas parecidas. Muchos profesionales de esa profesión, por aquellos años, procedían de licenciaturas universitarias «históricas» —Filosofía y Letras, habitualmente; Derecho, a veces— en las que se impartían conocimientos generales sobre la cultura histórica, artística, literaria, religiosa, filosófica, etc. Cuando se crearon los estudios de Ciencias Políticas no fueron pocos los que, a falta de un lugar en una u otra sede parlamentaria o en el seno de un u otro partido político, después del franquismo, se convirtieron en miembros de la redacción de un periódico, una radio o una televisión, estas públicas al principio. Destaquemos, por lo que se refiere a esta cuestión, que no fueron precisamente los licenciados en Ciencias Políticas, o en Sociología (cuando se crearon esos estudios), o en Ciencias Económicas, los que integraron el grueso de los hombres y mujeres dedicados al periodismo en nuestros medios de comunicación. La mayoría de ellos, o no se encontraban en posesión de ningún título —algo que no tardará en convertirse, de nuevo, en una garantía de solvencia en el terreno del periodismo—, o procedían del ámbito de diversos estudios generales.
Una desdicha más en la remodelación de nuestros planes de estudio universitarios hizo que el amplio panorama de estudios que se impartían en esas facultades —filosofía, historia, lenguas clásicas y modernas, y literatura— se diversificara y que, en consecuencia, se disolviera la antigua y sabia idea según la cual no cabe estudiar historia sin el conocimiento de la literatura; ni esta sin aquella; ni es imaginable —es incluso insano, desde el punto de vista intelectual— desvincular la filosofía de las ramas del saber propias —si es que alguna vez fueron epistemológicamente independientes— de la historia y la filología. A consecuencia de esta situación, en palabras de Albert Chillón en el presente libro, «la desatinada escisión inicial ha sido el embrión a partir del que ha nacido y medrado el actual desconcierto académico. Concebidos comoun conjunto de saberes aplicados —eso es, de vocación normativa, práctica e instrumental—, los estudios periodísticos han ido siendo absorbidos por la llamada “redacción periodística”, una disciplina pseudocientífica […] que ha ido jibarizando el campo diverso y complejo del periodismo realmente existente hasta dejarlo reducido a mero repertorio acrítico de habilidades empíricas encaminadas a la producción seriada de textos periodísticos».
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