Salvador Juan
La Escuela Francesa
de Socioantropología
Entre disciplina científica
y compromiso social
Prismas
7
Salvador Juan
La Escuela Francesa
de Socioantropología
Entre disciplina científica
y compromiso social
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© Salvador Juan, 2013
© De esta edición: Universitat de València, 2013
Publicacions de la Universitat de València
Arts Gràfiques, 13 – 46010 València
Diseño de la colección: Inmaculada Mesa
Corrección y maquetación: Communico, C. B.
Ilustración de la cubierta:
Jef Palau www.orangedotmedia.comISBN: 978-84-370-9348-2
Edición digital
AGRADECIMIENTOS
Sin la invitación de Ernest Garcia, su idea de publicar mi curso, su largo y minucioso trabajo de relecturas a mi lado (o frente a mí…), así como sus numerosos consejos, este libro nunca hubiera existido. Le debo mucho. También le agradezco a Gustau Muñoz su ayuda atenta y sus lecturas en este aspecto.
Desde Francia, las correcciones de mi compañera Marie-Paule (más «española» que yo por ser profesora de castellano) y su larga tarea en los primeros textos de cursos escritos, los repetidos estímulos de mi amigo Jean-Louis Laville, el aliento dado desde l’aislf por Michel Messu o por Marc-Henry Soulet, también las propuestas de François Dubet y de Philippe Steiner, me han ayudado realmente.
Por supuesto, no puedo olvidar los comentarios y las recomendaciones, a lo largo de nuestras conversaciones, de uno de los principales representantes y prolongadores de la Escuela francesa de socioantropología, Georges Balandier. Pero a él no le debo solo informaciones, datos y algunas veces lecciones, sino el hecho de ser socioantropólogo, es decir, mucho más.
Índice
INTRODUCCIÓN
1. FUENTES Y RAÍCES DE LA EFSA EN LAS LUCES FRANCESAS Y EN LOS DEBATES SOCIALES DEL SIGLO XIX
1.1. Montesquieu y Rousseau: precursores, según Dur kheim (y Lévi-Strauss), de la socio(antropo)logía
1.2. La efervescencia sociopolítica y científica del siglo XIX como alimento de la EFSA
2. LA SOCIOLOGÍA CIENTÍFICA DE DURKHEIM Y EL NACIMIENTO DE LA EFSA
2.1. Las definiciones del hombre y de lo social
2.2. Del muy frío método sociológico a los calientes principios de justicia y de progreso
2.3. Colaboraciones académicas y compromisos colectivos de los durkheimianos
3. AFIRMACIÓN DE LAS PROBLEMÁTICAS Y DE LOS ENFOQUES DE LA EFSA DURANTE EL SEGUNDO PERIODO: 1918-1945
3.1. El peso de la antropología y el idealismo algo materialista de la EFSA
3.2. Unos enfoques sobre las estructuras de clases y la morfología social que no olvidan las mentalidades y los requisitos del conocimiento
4. PROLONGACIONES DE LA EFSA DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX, SU VIGENCIA HASTA HOY
4.1. El entorno de los Cahiers Internationaux de Sociologie , o la pareja Gurvitch-Balandier
4.2. La diversificación de los temas de la EFSA en el periodo 1960-1980
4.3. Actuales supervivencia y difusión de la EFSA en la socioantropología
CONCLUSIÓN GENERAL
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE SIGLAS
INTRODUCCIÓN
Cuando mi colega y amigo Ernest Garcia me propuso ofrecer un curso sobre la Escuela Francesa de Socioantropología (efsa), en un intercambio Erasmus, mi aceptación entusiasta fue inmediata, aunque pueda parecer algo temeraria porque es un empeño que obliga a viajar entre decenas de textos y autores en pocas horas de curso. Seguramente cabe sospechar alguna pasión, en el sentido antiguo del término, una pasión escondida que debería inquietar y molestar al sociólogo. ¿No será esta pasión el síntoma de una ideología? ¿O de rasgos identitarios y biográficos personales? Es posible que sí, pero ¿tan grave sería? Durkheim me habría contestado que la sociología «no valdría una hora de esfuerzo si fuese solamente especulativa», 1 es decir, orientada únicamente al conocimiento y para nada a la acción. El mismo Durkheim y sus seguidores siempre defendieron, a la vez y sin contradicción, por una parte, el principio de una fuerte implicación en los debates político-sociales y, por otra, los protocolos de investigación neutros, científicos, que alejan las opiniones personales… Ya volveremos sobre este tema. Lo que importa ahora es dar cuenta del sentido del término compuesto, que por razones de comodidad designaremos por sus siglas: EFSA.
Sin duda, se puede legítimamente discutir y hasta negar el hecho de la existencia de una EFSA como tal. Georges Balandier, que no solo pertenece a ella sino que ha sido un eslabón importante en la misma, dice que no es una auténtica escuela; 2 y que la debemos considerar más bien como una corriente del pensamiento socioantropológico. Es verdad que no se trata de un paradigma claramente identificado dentro de la historia del pensamiento social (como se acostumbra a considerar el funcionalismo, el estructuralismo o el individualismo). ¡Pero tampoco hay tanta coherencia, ni ningún conformismo de tipo militar, en la «Escuela de Frankfurt» y menos aún en la «Escuela de Chicago», lo que nunca impidió el uso del término escuela! Algunos colegas especializados en el comentario o exégesis de textos y de autores dicen que la EFSA es una mera red, apenas algo más que una cuadrilla de amigos, 3 un grupo profesional de filósofos convertidos a la sociología naciente cuyo principio de unidad sería solamente de tipo corporativista. No comparto estas caracterizaciones de la EFSA, ni la visión utilitarista del mundo que determina la última de ellas: un planteamiento, justamente, weberiano y estadounidense o anglófono mucho más que durkheimiano.
Por utilizar conceptos de Weber: la orientación de acción de la EFSA no es racional solamente en su finalidad, solamente en la medida en que comporta intereses de carrera personal de sus miembros; aunque ese detalle no sea falso sería algo reduccionista y tramposo quedarse ahí. Pues los apoyos académicos para obtener puestos universitarios no se comprenden únicamente por el interés; también entra lo que Weber y sus seguidores llaman orientación de valor. Y ellos saben perfectamente lo que quiere decir eso, ya que han pretendido invalidar muchos análisis durkheimianos alegando que son de orientación holística (es decir, socialista, tal como lo perciben en su espíritu de liberales o, algunas veces, de gente francamente de derechas). Seamos más serios que estos individuos: todos tenemos opiniones, ideologías y creencias. Ser científico social no es negar esta evidencia, sino ser capaz de sublimar las pasiones en protocolos de investigación neutros y reproducibles o controlables, es decir, realistas. Ser durkheimiano –que es lo que trata de ser desde hace treinta años un servidor, y con orgullo– es combinar la sociología y la antropología: es lo que queremos hacer realidad en los departamentos de ambas universidades, la de Valencia y la mía, la de Caen, en Francia, lo mismo que pretenden algunas otras, así como varios seminarios de la ehess (École des Hautes Études en Sciences Sociales). Eso significa abrir un poco más el ángulo de observación y no detenerse en intereses individuales, estén o no iluminados por pasiones políticas. Hay algo no digo falso sino estrecho en ese individualismo que siempre combatió a la EFSA (y que recíprocamente ha combatido la efsa).
Cuando el fundador, el artífice de esta escuela sociológica, Durkheim, escribe sus primeros textos, aunque sean también criticables desde varios ángulos, se da desde el principio el sentido de la solidaridad humana, la búsqueda de la cohesión social, una perspectiva institucional para interpretar la acción y el pensamiento humano; no solo porque lo sedimentado en el pasado histórico y en la cultura explica muchas cosas, hechos y sucesos, sino porque los seres humanos actúan permanentemente para cambiar estas instituciones y crear otras nuevas. No se debe solo al azar de las circunstancias docentes que los dukheimianos se implicaran en la creación de servicios públicos (por ejemplo de educación o de cultura) o de organizaciones, privadas pero solidaristas, como las asociaciones (las cooperativas obreras en particular). Fue también por gusto y voluntad de aplicar los valores, a la vez de orientación científica y de orientación social, constitutivos de la efsa.
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