—Jovencito, tienes que darle gracias a tus padres por haberte puesto un segundo nombre. La persona que estamos buscando tiene tu primer nombre y tus dos apellidos, la única diferencia es que él no tiene segundo nombre.
El nombre es importante, nunca lo he dudado. Por eso, cuando Dios le encargó a Moisés la misión de liberar a su pueblo de Egipto, este le pidió un nombre para identificarlo ante ellos. Mañana veremos el nombre personal de @Dios, pero hoy, saber que el Señor tiene un nombre propio me dice que él es real, es un Dios personal con quien puedo relacionarme individualmente y eso me llena de confianza. Los nombres importan, ¡y el de Dios más!
3 de enero
«Dios dijo a Moisés: “Así dirás a los hijos de Israel: ‘Jehová […] me ha enviado a vosotros’. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”». Éxodo 3: 15, RV95
Casanova fue un famoso aventurero, libertino, escritor, diplomático y bibliotecario. Pero se lo conoce más como el seductor por antonomasia. Se le atribuyen 132 conquistas amorosas. Este célebre galán italiano tenía la costumbre de utilizar nombres falsos en sus frecuentes aventuras. Esta costumbre hizo que un juez le preguntara con qué derecho se tomaba él la libertad de usar nombres ajenos en lugar del suyo. Casanova respondió:
—¡Con el derecho que todo hombre tiene sobre las letras del alfabeto!
Su nombre propio era: Giacomo Girolamo Casanova.
Quizás te estás riendo ante la gran astucia de Casanova, pero lo cierto es que muchos escogemos nombres falsos, tal vez para aparentar lo que no somos o simplemente para no ser nosotros mismos. Esto se ve muy a menudo en las redes sociales. Todos conocemos a alguien que ha asumido un nombre distinto en Facebook o Instagram.
Ayer vimos que Moisés le preguntó a Dios por su nombre para poder representarlo en Egipto. Hoy leímos la respuesta del Señor: «Jehová […]. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos». Este, estrictamente hablando, es el único nombre propio de Dios, aunque debo aclarar aquí que en el idioma original este nombre no contaba con vocales, y los judíos por respeto no lo pronunciaban, así que no sabemos a ciencia cierta cómo se pronunciaba el tetragrámaton (YHWH).
Lo que sí sabemos es que el nombre personal de Dios es una conjugación del verbo «ser/estar», por eso algunas versiones bíblicas presentan Éxodo 3: 14 como «YO SOY EL QUE SOY». De manera que el nombre de Dios transmite la idea de que él está presente, accesible, cerca de aquellos que lo buscamos. Él es y él está . Hoy, aquí, ahora. Conmigo mientras escribo estas líneas y contigo mientras las lees. Su nombre no solo indica quién es él, sino lo que él quiere ser en nuestra vida. Me gustaría traducir el nombre de @Dios como una declaración: «Yo estoy contigo, listo para salvarte y para actuar, como siempre lo he estado». ¿Te gusta el nombre de Dios? A mí me trae paz y me da seguridad al iniciar este nuevo día.
4 de enero
¿Quién le puso el nombre a Dios?
«Y el nombre que Adán dio a los seres vivientes, ese es su nombre». Génesis 2: 19, RV95
Dios me ha bendecido con cuatro hijas preciosas. Una de las tareas que más disfruté previo al nacimiento fue la de escoger un nombre para cada una de ellas. Inicialmente decidí combinar el primer nombre de mis dos mejores amigos, pues pensaba que sería un varón, pero un estudio de ultrasonido mostró que sería una niña, así que nos decidimos por Paola Andrea.
Un día, cuando tenía ocho años, Paola me dijo que después de haber comparado su nombre con el de sus hermanas, había llegado a la conclusión de que no le gustaba y quería cambiárselo. ¡Imagínate mi sorpresa! Después de insistir, decidí ir a la oficina del registro civil y averiguar cuál era el procedimiento correcto para hacer el cambio. Era sencillo, solo había que pagar una pequeña suma de dinero y llevar el nombre nuevo. Así que invité a Paola a que me acompañara a hacer el trámite.
En el camino me preguntó qué nombre nuevo le daría. Le dije que ya había hecho mi tarea al ponerle el nombre original y dado que ella era quien deseaba el cambio, entonces ella debía elegirlo.
—Si le pusiste nombre a mis hermanas, debes ponerme uno a mí también.
¡No me esperaba esa respuesta!
—Bueno —le dije—, ya te asigné uno igual que a ellas, y como no te gusta debes elegir uno nuevo ahora.
Se negó rotundamente.
—Tú eres mi papá y debes ponerme un nombre.
Así que le propuse «Dolores». Escandalizada, me preguntó el porqué de ese nombre. Le dije que Dolores le quedaría bien, porque se estaba quejando demasiado. ¿Sabes qué paso? Decidió quedarse con su nombre original y hoy se siente orgullosa de llamarse Paola Andrea.
Ponerle nombre a un recién nacido es tarea de quienes le anteceden, especialmente los progenitores. También es una señal clara e inequívoca que indica jerarquía y autoridad de quien pone el nombre sobre quien lo recibe. Por eso, Dios presentó ante Adán todos los animales de la tierra para que les pusiera nombre y por eso es Dios quien nos ofrece un nombre nuevo a ti y a mí. Y a Dios, ¿quién le puso el nombre? Bueno, nadie le pudo poner nombre a Dios, porque la Biblia dice que él es eterno y esa palabra significa «perpetuo, que no tiene ni principio ni fin» (ver Salmo 90: 2). ¡El @Dios eterno es nuestro amigo y Salvador! Comencemos el día pidiendo su dirección.
5 de enero
Cuando Dios se presentó por primera vez
«Respondió Dios a Moisés: “Yo soy el que soy”». Éxodo 3: 14, RV95
El libro De las tinieblas a la luz en Polinesia muestra cómo el evangelio llegó a las islas del pacífico y en una de las interacciones que presenta este libro hallamos un fenómeno interesante.
El 15 de junio de 1824, dos maestros y evangelizadores tahitianos llegaron a la isla de Mangaia. La gente se mostró sorprendida porque los forasteros que llegaron a su isla, antes de disfrutar del festín que se les había preparado, cerraban los ojos.
—¿Qué hacen? —preguntaron los nativos.
—Dar gracias a Dios por sus dádivas —respondieron.
—¿Y dónde vive su Dios?
—En el cielo.
—¿Su Dios come?
—Dios es Espíritu. No es como nosotros. Vive eternamente. Fue él quien hizo la Tierra, el cielo y todas las cosas. También nos creó a nosotros.
Los isleños se quedaron asombrados ante estas sencillas verdades y preguntaron a los recién llegados qué los traía por aquellos lugares. Su respuesta fue muy directa:
—Venimos a darles a conocer al Dios verdadero y a su Hijo Jesús, nuestro Salvador.
¿Por qué estos isleños mostraron tanta curiosidad hacia la religión cristiana? Permíteme decirte que el deseo por conocer sobre Dios no es nuevo ni pertenece solo a los nativos de alguna pequeña isla en el Pacífico. En las religiones paganas antiguas, cuando una persona conocía el nombre de algún dios, se suponía que por ese conocimiento adquiría privilegios y poder sobre esa deidad. Por eso las personas dedicaban mucho tiempo a tratar de conocer más sobre los dioses. Pero en la Biblia el ser humano no tiene que hacer ningún esfuerzo por buscar a Dios o descubrir cómo es él. ¡Dios mismo sale al encuentro de sus criaturas! Esa es la historia de la Biblia: Dios busca al ser humano y se da a conocer. Por eso, cuando invocamos el nombre de Dios aludimos a todo lo que él es y ha revelado sobre sí mismo.
Es alentador saber que Dios está interesado en conocerte y en darse a conocer. Él desea que tú lo conozcas. Por eso, hoy te invito a elevar una oración a él: Gracias, @Dios, porque te has dado a conocer, porque nos invitas a tener una relación más estrecha contigo y, sobre todo, porque nos has mostrado quién eres y lo que deseas hacer en nuestra vida.
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