Damián Noguera B. - Autobiografía de mi padre

Здесь есть возможность читать онлайн «Damián Noguera B. - Autobiografía de mi padre» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Autobiografía de mi padre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Autobiografía de mi padre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Mis memorias las escribió mi hijo. Son muchas voces distintas las que recuerdo. Son muchos los pensamientos. Con él intenté encausar mi memoria, modularla, que las transformara en un relato, casi como una ficción más, rodeada por un mundo de otras ficciones. Es un relato a dos voces. La voz de mi hijo y la voz de este personaje que ahora soy yo a ratos desdoblada en las voces de otros personajes. Él tenía en mí afán casi religioso de encontrar una cierta permanencia en el arte más fugaz de todos. Hacer memoria para encontrar la razón por la cual decidí ser actor. Intentar rescatar algo que no sé si se puede rescatar.
Este libro relata la vida de un actor. Lo que siento cuando me expongo al público frente a las cámaras o desde un escenario. En el presente de la actuación se unen muchos pliegues de pensamiento. Por una parte está la ficción, por otra, la manera en que esa ficción se entreteje con mi vida y con el país. Pasa a veces que la escena supera los acontecimientos de mi vida y también ocurre que los acontecimientos de mi vida son la escena.
Héctor Noguera

Autobiografía de mi padre — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Autobiografía de mi padre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Soy un niño obediente, pero que a ratos libra una guerra silenciosa ante las cosas que no me interesan. Si el profesor de Matemática dice que cerremos los libros de otras asignaturas para estudiar álgebra, mis libros de Castellano siguen abiertos. Si el profesor de Gimnasia anuncia que vamos a jugar fútbol como en casi todas sus clases, yo voy a la mitad de la cancha y decido no moverme. Las matemáticas me dan miedo. Los profesores de Matemática también me dan miedo. Valdebenito, flaco y encorvado, con la piel plagada de grietas y espinillas, nos repite en cada clase que a él no lo engaña nadie, mientras escribe en el gran pizarrón un problema que no puedo resolver. Es un lenguaje que me hace sufrir. Cuando recibo la libreta de notas cada semana, es un lenguaje que hace sufrir también a mi mamá. Las matemáticas me hacen mentir por primera vez, me hacen falsificar la firma de mi mamá para no mostrarle mi eterno fracaso cada semana. Empiezo de a poco a elegir y entender qué es lo que me importa y lo que no. Creo que soy distinto, quizás porque, a diferencia de mis compañeros, mi papá está muerto.

Sigo sentado en mi pupitre de madera, deseando la lapicera Parker de mi compañero. El cura Campitos entra a la sala. Su cuerpo encorvado camina a pasos cortos y cuidadosos. Su mirada siempre fija en el suelo. Nunca lo he visto enojado. Tampoco entusiasmado. Campitos nos dice que va a empezar a contar un cuento. Hace una pelotita de papel, levanta su brazo y nos advierte con tranquilidad que si escuchamos el papel caer, solo en ese momento va a poder empezar a contarnos la historia del último mohicano. Silencio. El papel cae al suelo. Campitos comienza. La Guerra de los Siete Años, las pieles rojas, las tropas francesas contra las norteamericanas. Su voz siempre calma. Ninguna inflexión exagerada. Ningún deseo de forzar algo que no necesita fuerza.

Campitos sabe cuándo terminar. Entiende cuál es el punto de tensión que permite el suspenso necesario para el capítulo y la clase siguiente. Apenas concluye se escucha un reclamo masivo de fondo, abucheamos, golpeamos las puertas de los pupitres, chiflamos, y un coro grita «¡Campitos, Campitos, Campitos!». En medio de ese griterío, que parece contradecir el espíritu severo del edificio que nos rodea, Campitos se va imperturbable, con apenas una notoria sonrisa.

En una clase muy aburrida de religión después de almuerzo, el calor de un día viernes nos tiene a todos adormilados. Uno de los padres comienza a hablar de los ángeles. En medio del sopor, uno de mis compañeros, Raúl Ariztía, levanta la mano y pregunta: «¿Es verdad, padre, que en el laboratorio del colegio hay un frasco con una pluma del arcángel San Gabriel?». Hay una carcajada catártica, imparable, y a Ariztía se le pide que se vaya de la sala.

2

Mi cuerpo empieza a seguir ideas propias que todavía no logro entender. Crece más rápido que yo, desea cosas que aún no sé que deseo. Abro y cierro mis manos, flecto mis rodillas y las estiro, miro mi cara, mis pelos en las axilas, mi sexo frente al espejo, respiro profundo y luego exhalo.

Todo empezó con un decaimiento. Los juegos de bolitas entre los arcos del pasillo del San Ignacio ya no me animan, me distraigo en las historias de Campitos, no me siento de la misma manera en que me sentía antes, como si tuviera que sostener ahora una nueva carga en mi pecho que transforma todo lo que veo, como si todo antes hubiera sido más fácil que ahora. Vuelvo cansado a mi pieza por razones que no logro entender.

Estoy en la consulta del doctor Sótero del Río. Tiene el pelo largo, un monóculo y un bigote negro sobre una barbilla mal afeitada. El médico nos muestra a mi mamá y a mí la radiografía de mi tórax. Mi columna se ve como una torre abandonada, envuelta en una oscuridad de sombras grisáceas y verdosas, protegida por costillas, cartílagos y la juntura expuesta de mis huesos. Veo una masa oscura y venosa que es mi corazón sobre otra masa oscura y venosa que son mis pulmones. Intento encontrarme en esa oscuridad. En qué parte de todo este laberinto de quince años estoy yo. Esto no puede ser un espejo. Abro y cierro mis manos otra vez. «Su hijo tiene complejo primario», le dice el doctor a mi mamá y lo que me asusta no es tanto el nombre de mi nueva enfermedad como la reacción de mi madre que es como si le dijeran que el complejo es suyo y no mío. Me doy cuenta que mi cuerpo es oscuro por dentro y me pregunto si todo esto es culpa mía. Hablamos tanto en el San Ignacio sobre la iluminación, sobre encontrar la luz que apunta hacia ese lugar que llamamos cielo y ahora me veo en esta oscuridad que se supone que es la verdad, y me da fascinación y miedo, y pienso que hay cosas a las cuales, por alguna razón secreta, no deberíamos ver, como si mi curiosidad como espectador de mi propio cuerpo fuera indiscreta; pienso en esa contradicción, que verse de verdad sea algo indiscreto. Pienso por primera vez en la muerte, de la manera en que un niño de quince años piensa en ella, como una breve ráfaga de realidad en mi pecho aún lejana que es mejor dejar pasar, de la misma forma en que las tormentas en algún momento amainan. Inspiro y luego exhalo. Abro y cierro mis manos. Me miro a los ojos y espero asustado que esta nueva tormenta se calme.

Tres meses de reposo total, dosis diarias de nicotibina y pérdida del año escolar es lo que me recetan. Después de la consulta, caminamos un silencioso trayecto tomados de la mano con mi mamá hacia San Martín. Vivimos en el tercer piso de un pequeño edificio de ladrillos que arrendamos a la familia Pérez Tupper, con tres ventanales que dan hacia el poniente. Cuando entro a mi pieza, pienso asustado el tiempo que voy a tener que estar allí postrado, envuelto por el calor claustrofóbico que rodea el último piso de este edificio, y tengo la consciencia que me separo del mundo que conozco, de mis compañeros de colegio, de la historia de Campitos que va a quedar inconclusa por un año entero. Me resigno a vivir día a día la extraña sensación de estar acostado en mi cama toda la mañana mientras el sol quema y el sudor humedece mis sábanas. Me resigno a escuchar las lejanas campanas de la iglesia San Ignacio desde mi pieza, un mundo ahora lejano para mí, mientras se infiltra el chirrido de los frenos de los tranvías que se detienen en la esquina de Moneda para luego volver a acelerar hacia la Alameda. Me resigno a pasar todo mi día en este mundo que ha creado mi mamá, su intento de transformar este departamento en un espacio que sea lo más Noguera posible; la alfombra persa, el jarrón chino, la radio de mueble, la lámpara con pie de porcelana, los sillones tapizados en felpa, todo es parecido al mundo que conocí cuando niño, a la formalidad exacerbada de la calle Londres, todo es igual, pero más apretado, más incómodo, como si los objetos que la habitan hubieran sido creados para un espacio más grande que este.

Mi pieza da hacia el patio interior del edificio, que no es más que un conducto de aire en donde el sol parece no encontrar un espacio para iluminar mi reposo. Siento la mirada inquisitiva de los vecinos al otro lado de mi ventana, como si fuera el actor principal de un escenario que no quiero para mí, un escenario en donde solo cabe mi sofá cama, mi escritorio y mi librero. Es importante poder mirar hacia fuera, no tener algo que mirar es el equivalente a estar encerrado. Pienso: por qué me da tanto miedo eso, estar encerrado. Extraño los juegos ocultos del San Ignacio, patear una tableta que se desliza por las baldosas frías y resbalosas hacia los arcos conformados por el ancho entre dos de las columnas de lo que hace poco fue mi colegio.

Mi mamá decide trasladarme a su pieza, que es más amplia y tiene una ventana que da hacia San Martín. No es mi paranoia la que la preocupa, sino la necesidad de que mis tíos puedan visitarme en un espacio que ella considera más amplio y decente. Las sábanas de hilo tienen bordado el monograma del matrimonio de mis papás. La Y de Yolanda, una I de Illanes y la N de Noguera. Hay algo tangible en estar acostado aquí, como si esta cama, sus sábanas de hilo más suaves que las mías, le diera un cuerpo al matrimonio de mis papás, como si fuera la prueba que alguna vez estuvieron casados y juntos en un matrimonio que nunca alcancé a conocer.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Autobiografía de mi padre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Autobiografía de mi padre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Аркан Карив - Sobre todo sobre mi padre
Аркан Карив
libcat.ru: книга без обложки
Robert Riyosaki
José Kentenich - La corriente del Padre
José Kentenich
Marta Cecilia Vélez Saldarriaga - El errar del padre
Marta Cecilia Vélez Saldarriaga
Marco Fogliani - Sta Scherzando, Padre?
Marco Fogliani
Massimo Recalcati - ¿Qué queda del padre?
Massimo Recalcati
Fabrice Hadjadj - Ser padre con san José
Fabrice Hadjadj
Dawn Brower - Înger Rebel
Dawn Brower
Reyes Ramírez - El padre
Reyes Ramírez
Отзывы о книге «Autobiografía de mi padre»

Обсуждение, отзывы о книге «Autobiografía de mi padre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x