Vemos a Jairo que manifiesta las actitudes necesarias para la oración: 1. Ora con humildad: «Se arrojó a sus pies» (Mc 5,22). 2. Ora con perseverancia: «Le rogaba con insistencia» (Mc 5,23); y 3. Ora con fe en el poder de Jesús: «Ven, impón las manos sobre ella» (Mc 5,23). Pero vemos que su oración no es del todo perfecta, y Jesús le confirma en su fe: «No temas, basta que tengas fe» (Mc 5,35).
Muchas veces te tiene que ayudar el Señor a tener fe, porque estás dudoso. ¿Sabrás rogar a Jesús una y otra vez como lo hacía Jairo? Aprende de este relato y admira la fe de este hombre que se olvida de su dignidad y se arrodilla delante del Señor. En las circunstancias difíciles, cuando todo se te va de las manos, no tengas miedo y acude al Señor. Él está siempre a tu lado. ¿Por qué temer?
Señor, no quiero que mi fe esté inactiva y muerta. Quiero creer en tu poder. Quiero oír en mi vida: «Levántate» y «cambia de vida, de costumbres, de forma de actuar». En ti espero para caminar junto a ti y volver a la verdadera vida. Gracias, Señor.
28 de febrero Tus cegueras
Probablemente a nosotros nos pasa lo que a estos dos ciegos. Piden su curación a Jesús y le siguen insistentemente con su petición. «Cuando salía de allí, dos ciegos lo seguían gritando: “Ten compasión de nosotros, hijo de David”» (Mt 9,27). Necesitan ver y confían en que Jesús les puede dar la vista. Tienes que caminar junto a Jesús como estos dos ciegos. Déjate tocar en tu vista por Jesús. Él tocará tus ojos ciegos y te ayudará para tener otra visión de la vida, de las personas, de los acontecimientos.
¿Sientes necesidad de que Jesús imponga sus manos sobre tus ojos? ¿Le gritas una y otra vez que tenga compasión de ti? ¿Crees en su poder curativo y liberador? Acude a Jesús. Grítale. Síguele. Te devolverá la vista y la salud.
Jesús te quiere con una fe fuerte, segura, pronta y sin miedos. Quiere oír de ti las grandes necesidades que tienes y que acudas a él sin dudar, con necesidad, con pobreza, con la espera de que solo él te puede sanar. Que en tus oraciones descubras al dueño del verdadero sentido de la vida y, con fe, te dejes curar e imponer las manos sobre tus cegueras.
Quiero esforzarme en conseguir las condiciones que necesito para ver, pero requiero, Señor, tu ayuda. Que descubra los secretos de la luz. Abre mis ojos para verte en todo: personas, acontecimientos... Y que así descubra tu Espíritu. Limpia mis ojos. A ti, Madre del amor, acudo para que me devuelvas la vista y descubra el amor de tu Hijo, que siempre está atento a mis cegueras.
Marzo
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