x. una pelea con dios X una pelea con dios La Emergida llegaba a veces extasiada de dolor, sola como sobreviviente, olorosa a crystal y a semen. Cuando le preguntábamos dónde había estado contestaba que venía de Allá y, en sus ojos de madrugada química en su descalza voz de Ex-Muerta, en cada una de las lanzas que perforaban su costado alguna vez adolescente o divino, Allá sólo quería decir Tijuana sin Luciérnagas. La Más Verdadera. La Arpía. Nuestro pudor, como lo llamaba, le causaba suspiros escandalosos y delicadas sornas punzantes. Nuestras costumbres burguesas. –Su mar de mierda –balbucía. Y nos miraba desde ese lugar donde sólo se oye el punzar de las venas, el rasgar de la respiración. Y nos seguía viendo desde los largos pasillos vacíos, desde los pasillos laberínticos y rencorosos por donde sólo avanzaba el viento de los bárbaros. Y no dejaba de mirarnos desde la pecera. Y nos observaba. Adentro. Más adentro. Debajo del agua y de la tierra. Debajo del paladar. –Su puto mar de mierda –reiteraba entre dientes, con ese cansino hacer de cosa que ronda, con algo de obscena gravedad en el tono de la voz, con cierto anhelo de crimen–. Su puta mierda –deletreaba hasta que, poco a poco, con toda seguridad de la manera más lenta, aburrida tal vez o aquejada ya de ese agotamiento radial que se asocia a menudo con los recién resucitados, nos daba la espalda y se ponía a ver el inicio de la luz a través de los ventanales del cuarto. Microscópicamente. Las yemas de sus dedos sobre la superficie traslúcida y vertical. La frente. Las pestañas. La lengua. Esa manera suya de postrarse. Y de orar. –Están sucios –constataba después, mucho después, cuando con o a pesar de la fatalidad conseguía estar de vuelta–. Sucios de grasa y de tiempo.
xii. las feministas
xv. todas son cosas que pasan
xvi. el lecho iridiscente
xviii. la dichosa
NATALIA TOLEDO
Que chigusiandu’ lubá’ naca beenda yaniñee ca dxi gucu’ ba’du’
No olvides el bejuco de serpientes en el tobillo de tu infancia
Riuunda’ ndaya’
Oración
Yoo ni guniee’ xcaanda’
La casa de mis sueños
Dada
Dada
Ra ruzulú guidxilayú
Origen
Diidxa’ ne guenda
Tradición
[ Ndaani’ batanaya’ gule jmá guie’ naxiñá’ rini …]
[De mis manos crecieron flores rojas…]
CARLA FAESLER
Soporte
Top Model
Güera Miss Clairol
Cuerpo
[Alguien está sentado…]
[Una cosa la ocupa…]
[Los reuní a todos…]
[Hay que elevar la carne…]
ANA FRANCO ORTUÑO
Instructivo primero: Manual de taxidermia
MERCEDES LUNA FUENTES
pizarra digital
[Situada al centro del cuerpo…]
[Mantienen esa flexión…]
[Emprenden caminos a lugares tan incómodos…]
[// modular la voz…]
[te mueres porque quieres…]
[no tengo algo que pueda llamar mío…]
[no hablemos del vómito de los gatos…]
[llegadas internacionales…]
[los hombros no se sinceran…]
MÓNICA NEPOTE
El lugar
La estación
Fuego
Visitación
Siesta
Liturgia
Imagen del pez
Prosodia del vino
Espejismo
El regreso
Roswell
Heaven’s gate
Estocolmo
Las muchachas bailan
ROCÍO CERÓN
Mirador (latitud norte 31º, longitud este 34º)
Acaso ayer. Entre los pliegues y un arma
La sucesión de las cosas espléndidas
Sonata mandala al ave penumbra
Cinco movimientos en un gesto de aire
Arqueología del padre
AMARANTA CABALLERO PRADO
Este país es bueno para trabajar y para esconderse debajo del trabajo
Fin del invierno o poco antes de la primavera
La calle de las múltiples cosas
Opción múltiple
Árboles de helicópteros
Patinaje sobre hielo o un minicuento chino
IRMA PINEDA
Qui zuuyu naa gate’
No me verás morir
Ti guiichi
Una Espina
Xilase
La nostalgia
Diidxa’ stiaya’
Consejos de una tía
[Racaladexe’ guietetie’ lu dani xi’dxu’…]
[Quiero resbalar por las colinas de tus pechos…]
Nuu dxi ruyadxie’ lii
A veces cuando te miro
RENEÉ ACOSTA
[Mientras duermes una constelación irrumpe…]
[En la conjunción bendita…]
[En la ecuménica presencia te retraes…]
[Mientras sueñas se hace una geometría…]
[Vibrando –simultáneamente–…]
[¿Qué será Señor sino arquitecto?…]
[Todo se carga de la voz…]
[La multiplicidad no niega sino más bien insiste…]
MARICELA GUERRERO
Ramalazo
Acumulaciones
Acumulación
Acumulación
Entonces
Discurso del pez
SARA URIBE
Jericó
Outsider
Tercer asalto
Nocaut técnico
MINERVA REYNOSA
Acta de averiguación previa 1/872/2008
PAULA ABRAMO
Angelina
En memoria de Anna Stefania Lauff, fosforera
Batalha da Praça da Sé , 1934
Hic incipit vita nova Presidio político Maria Zelia, 1935
CLAUDINA DOMINGO
Ofrenda
Puentes
Tránsito
XITLALITL RODRÍGUEZ MENDOZA
Apnea del sueño
Jaws. La película
A shark in Chamela
A Shark in Chapala
A Shark in Chacala
A Skark in Chapultepec
Curriculum Vitae
El corrector de pruebas
¿Sueñan los tiburones?
[Paul de Gelder…]
USS Indianapolis I
USS Indianapolis II
KAREN VILLEDA
[Tiempo m. «Sucede hace siglos y siglos»…]
[TIEMPO SIN DEFINICIÓN…]
[Femenino y Masculinidad…]
[Espacio m. «Sé y está en siglos y siglos»…]
[Las toallas hacen juego
[(Ustedes mismos se hacen a ustedes mismos en Espacios)
[En la ausencia de significado…]
[Siete lenguas, catorce brazos violando a Mauricio…]
[ Escuchamos gruñir a El Mongol …]
[ El sol no deja de mirarnos fijamente …]
[El Mongol está hecho un ovillo…]
[Aliento de dientes de león…]
[ Mascamos la caña de azúcar como tabaco …]
[El Almirante puntea la ruta a seguir…]
Epílogo. El único lugar posible
Semblanzas autorales
CRISTINA RIVERA GARZA
V
presente paralelo
Esto es lo que ocurre: Matías ha dejado la puerta de la casa abierta y un pájaro de las Tierras Altas, un pájaro Común y Corriente, tan Común y tan Corriente como las palomas verdaderas de Tijuana, entra en la casa (del poema).
Aletea.
Aletea como imagino que aletea a veces
la heterosexualidad. Con desesperanza. Con algo
de prisa. Con ojos de jaula.
Al paso de su vuelo caen fotografías y adornos. Edades. Susurros. Murallas.
Y me detengo frente a todo eso y, con la misma inmovilidad de las esculturas súbitas, me pregunto, insistentemente, ¿«así que esto era el amor»?
Y nadie, absolutamente nadie, ríe.
VI
una de sus manos iba siempre en una de las manos de la muerte
Cuando yo todavía vivía en el Otro País y guardaba mi silencio como si fuera un Silencio de Años, me imaginaba, con frecuencia, a alguien así.
Tenía dos nombres en lugar de uno. Y dos manos. Y tres piernas. Y cuatro ojos. Y demasiado de todo lo demás.
Bífida, como se dice a veces de la lengua para indicar que está llena de peligros.
Irresoluta, como se califica a menudo a las novelas sin final feliz.
Fluida, como la condición Posmoderna o como la vida misma.
Fumaba cigarrillos de esa manera en que he mencionado antes y, por eso, la reconocí. Esa grisura. Ese terco callarse. Su ropa del famoso clóset de 1940 y la mirada más allá del ventanal. Siempre. Su aleteo demencial. Su arremolinarse. Su no quedarse quieta.
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