La única manera segura de llegar al castillo de Helena era utilizar uno de los cuatro puentes que cruzaban el bosque, debido a que en él vivían criaturas tan hermosas como peligrosas, lo que resultaba favorable para sus habitantes, ya que dificultaba aún más el acceso. Con el paso del tiempo, entre el bosque y el castillo de Helena se construyó un lago artificial alimentado por una vertiente, encargado de protegerlo y, al mismo tiempo, proveer de agua a la ciudad.
El objetivo de esta distribución fue proteger el cristal. Aunque durante los primeros años ningún reino se atrevió a atacar Ur, luego de cumplido el séptimo del fin de la guerra muchos intentaron tomarlo por la fuerza, aunque sin éxito. La batalla de las Bombardas del Lago y la batalla del Río Seco resultaron ser las más recordadas por su complejidad estratégica y la repercusión política que tuvieron en la región. En definitiva, en solo veinticinco años el reino de Ur se convirtió en el más poderoso y próspero de este lado de la cordillera.
La noche de la fiesta, los puentes que atravesaban el lago artificial y conectaban con el castillo de Helena, se encontraban adornados con miles de velas en ambas orillas. Las estrellas se reflejaban en sus aguas, creando un efecto de espejo que maravillaba a los invitados.
Hermosos carruajes llegaron a las puertas, precedidas por una larga escalera de mármol, con un par de pilares a cada lado y, frente a ellas, una fuente con las esculturas de los cuatro dioses.
—Gracias —dijo Ana a Seth, mientras la ayudaba a descender de uno de los carruajes.
—Gracias a ti por acompañarme. —El joven subía las escaleras con la chica tomada de su brazo—. Desde que llegué no he podido comunicarme con Miriam. De no ser por ti, habría venido solo, eres una gran amiga.
—Tú también lo eres. —Soltó una coqueta sonrisa—. Acompañaste nuestra caravana durante días y nos protegiste de los saqueadores. Mi padre te ama, para los mercaderes es cada vez más difícil llegar ilesos a estas tierras. Luego de que abandonaras la caravana, pensé que no te vería de nuevo, pero una parte de mí tenía la esperanza de que nos encontráramos.
—Me alegra que sucediera, habría sido muy aburrido viajar solo desde el sur del continente. El camino es largo, pero con la compañía adecuada se hace ameno.
Aquella noche, Seth vestía las prendas que usaban los capitanes en eventos importantes: túnica roja con capucha, mangas largas y anchas, pantalón que dejaba los tobillos a la vista y un paño de tela atado como cinturón. Llevaba el cabello suelto como siempre y portaba su espada en la cintura, cosa que, frente al rey y en eventos, aparte de los guardias solo podían hacer los capitanes, oficiales y suboficiales de Ur. Ana, por su parte, lucía un hermoso vestido azul turquesa con un discreto escote. Su largo cabello negro combinaba muy bien con sus ojos delineados del mismo color, mientras que su piel morena, ojos verdes y hermosa figura atraían la mirada de la mayoría de los hombres presentes.
—¡Es realmente increíble! —Ana estiró su cuello para observar las hermosas pinturas que adornaban el techo y los miles de detalles en oro, piedras preciosas y telas finas que engalanaban el castillo.
—Personas de diferentes partes del mundo vienen a la ciudad a sanarse. Algunas no tienen forma de pagar, así que el reino los hace trabajar un año a cambio de recibir las cualidades curativas del cristal. Gracias a eso las construcciones de la ciudad se erigieron en un período de tiempo relativamente breve, con mano de obra barata.
—Creo que es un precio justo por sanarse de la lepra y el resto de las enfermedades incurables. ¿O me equivoco?
—Sí, pienso igual. Además, no se le niega la entrada a nadie.
—¿Sabes? Mi padre me pidió que aprovechara esta ocasión para conocer a personas importantes, así podré presentárselos después para que haga negocios.
—Han acudido los representantes de las familias más importantes del reino; por ejemplo, los miembros de los cuatro castillos cardinales. La fortaleza militar de NorThor al norte, liderada por lord Sebastián Berserk, quien está por allá con su esposa lady Cerim. ¿La ves? Es la mujer del vestido rojo.
—Sí, la veo, es hermosa.
—Allá está lord Bartolomé Casther por Fajarath, al oriente, donde se dedican a la agricultura. En este momento, platica con lord Thecleo Vasth, quien es señor de BarackRoth, la fortaleza que se ubica al poniente de Ur; allí también son agricultores. Ambos, además, son famosos por proveer muy buenos caballos.
»Por último, lord Xinthos Prath, gobernante de Salmeth, la fortaleza del sur. Es aquel hombre que está en la escalera, viste una chaqueta azul con detalles dorados.
—Nuestra caravana atravesó sus tierras, casi siempre comerciamos con ellos. Sus minas de oro y piedras preciosas los convierten en objetivo de todos los mercaderes de las tierras cercanas.
—Así es, muchas veces tuvimos que defenderlas de saqueadores y bandidos.
Ambos jóvenes se internaron en el gran salón del palacio. La fiesta de aniversario del final de la guerra era el evento máximo, hecho que Ana pudo comprobar con sus propios ojos.
Aquella noche, el nombre de Miriam Gil (o como algunos la llamaban, la Loba) estaba en boca de todos. De forma constante, los habitantes de Ur relacionaban su voz con el aullido de aquel animal, pues al cantar todo a su alrededor quedaba en silencio, ya que encantaba incluso a los corazones más fríos. Sin embargo, por más que sus ojos la buscaron, Seth no la encontró.
Una vez servido el banquete. Aemer, el vocero del rey, pronunció las siguientes palabras:
—Damas y caballeros, esta noche celebramos el veinticincoavo aniversario del final de la guerra de los Sueños, conflicto en que nos vimos asediados y arrinconados. No obstante, los dioses fueron piadosos y vieron en nosotros la civilización que siempre soñaron.
»Personas de todo el mundo han venido a curar sus males y Ur no les ha cerrado las puertas. Cualquiera que viene a nosotros en busca de ayuda, es bendecido con nuestra generosidad. Incluso quienes no tienen posesiones materiales, han trabajado para el reino a cambio de sanar sus aflicciones. Fueron ellos quienes en pocos años erigieron esta hermosa ciudad, ayudando a mantener el equilibrio entre nuestra justicia y misericordia. Hoy rendimos homenaje a cada hombre, mujer y niño que ha hecho de esta ciudad la más próspera sobre la faz de la tierra.
»Para dar comienzo a esta celebración, ¡le damos la bienvenida a la voz más encantadora del continente! Mis señores, mis señoras, con ustedes… ¡Miriam Gil, la Loba!
Dicho esto, el público aplaudió y la recibió con una ovación. A un costado del gran salón, el telón se abrió para exponer ante el público a la mujer con un hermoso vestido verde que contrastaba muy bien con el tono rojo de su cabello, el cual caía hasta más abajo de sus muslos. En cuanto comenzó a cantar, nada más importó. Ni las conversaciones triviales o las charlas de negocios, tampoco que la hija de Sebastián Berserk no se quisiera casar con el mayor de los Casther. No importó qué tan buenos estaban los camarones o la deliciosa carne. Los asistentes a la celebración guardaron silencio y escucharon inmóviles, casi hipnotizados, las hermosas palabras y la poderosa voz que emergía de la boca de Miriam.
En cuanto la joven pelirroja cesó su canto, el público enloqueció y aplaudió con euforia. Los ojos de Seth no se apartaban de la mujer, hecho que incómodo e hizo sentir un tanto insegura a Ana.
De pronto, Miriam tomó la palabra:
—Gracias, muchas gracias. Estoy muy feliz de estar aquí esta noche, no puedo más que agradecer tanta generosidad.
»Este año de recorrer el mundo ha sido muy intenso, es bueno volver a Ur. Se ve que todo está muy bien, ya que el rey sacrifica a tantos de nosotros como sean necesarios para imponer su paz y asegurar la felicidad de unos pocos. Al final, gracias a eso es posible hacer eventos como este, ¿no?
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