María J. Mena
RELATOS MONOCROMÁTICOS
© María J. Mena
© Diseño de portada: elmorenocreativo.es
© de esta edición: Olé Libros, 2020
ISBN: 978-84-18759-43-7
Producción del ePub: booqlab
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A mi padre
El tiempo termina por elevar casi todas las fotografías,
aun las más inexpertas, a la altura del arte.
Susan Sontag, Sobre la fotografía (1977)
Cuando me planteé la posibilidad de publicar un libro de narrativa breve, lo primero que hice fue una revisión de los textos que había creado a lo largo de los últimos años. Recopilé los que consideré más interesantes y los envié a algunos amigos a los que suelo pedir opinión sobre mis escritos. Su amable lectura me sirvió de guía para seleccionar veintiuna ficciones, un número que siempre me ha gustado. Relatos monocromáticos iniciaba su andadura. Un manuscrito que, a priori , parecía desigual, disforme y heterogéneo, pero al que, no sé por qué extraño mecanismo del pensamiento, le sospechaba ya un vínculo común.
Dejé dormir ese primer borrador hasta que, pasado un tiempo, lo retomé para comenzar el proceso de corrección. Percibía un nexo entre los cuentos, pero ¿cuál? Las historias no tenían correlación; sin embargo, de una forma simbólica sabía que se enlazaban. Estaba segura de ello, pero no encontraba la clave. De pronto, hacia el final de una de las lecturas, la descubrí con claridad: eran las imágenes. En casi todas se hacía alusión a una o varias fotografías, retratos, cuadros... Incluso, en algunas, estas cobraban verdadera importancia, como en «Las flores de Alicia». Esto, que puede resultar raro, no lo es tanto, ya que se trata de narraciones ambientadas en épocas recientes. De hecho, salvo una licencia que me tomo haciendo un pequeño homenaje a los cuentos infantiles que avivaron mi imaginación de niña, se engloban entre el último tercio del siglo XX y la actualidad. En esa horquilla de unos treinta o cuarenta años aproximadamente, la fotografía ha alcanzado gran relevancia y se ha incorporado a nuestra vida cotidiana, sin siquiera darnos cuenta, lo que se reflejaba con evidente rotundidad. Por ello, de forma sutil cada pieza se articulaba en torno a la relación simbiótica que existe entre esta y la palabra, llegando la imagen a determinar la morfología y el estilo de cada escrito. Así, igual que nos asomamos a un álbum de fotos y nos preguntamos dónde se habrán tomado o quiénes son las personas que aparecen, Relatos monocromáticos es un álbum al que se le añaden esas respuestas, en el que la representación visual y la verbal forman un lugar común no excluyente, enriquecedor y complementario. Una imagen y mil palabras pueden ser la combinación idónea para mostrarnos retazos de una sociedad diversa que deambula entre universos digitales y analógicos, entre pasados recientes y futuros inciertos. Pero había algo más. Sin percatarme, había colocado los relatos siguiendo un patrón, una escala en la que se distinguía claramente un solo color y distintos tonos. Al principio se ubicaban las composiciones más luminosas y al final las más oscuras. En medio de ambas, como en la propia vida, existían matices. Además, se vislumbraba una voz narrativa más ambigua, lenta, madura, imprecisa y descriptiva en las zonas más oscuras, y más dinámica, precisa, juvenil y jovial en las más claras. En arte, la gama monocromática está constituida por un mismo color, la utilización del blanco y el negro es la responsable de las diferentes tonalidades. Al apreciar esto, conformé los apartados, los nombré siguiendo la idea de monocromía y le di título al libro. Por último, remodelé un texto que había escrito hacía unos meses para una red social y lo utilicé a modo de introducción, para el que creé la sección denominada «Encuadre», y escribí uno nuevo como cierre que incluí en «Fundido en negro», ambos de corte metaliterario.
Relatos monocromáticos crecía como si tuviese vida propia.
El resto de apartados los distribuí de la siguiente manera:
— «Blanco» incluye relatos que aunque plantean situaciones inciertas, e incluso delicadas, irradian claridad;
— «Digital o analógico» engloba tres narraciones correspondientes a momentos cronológicos diferentes;
— «Escala acromática» presenta vivencias adversas, pero que permiten la entrada de la luminosidad;
— «Gradaciones» está constituido por un único relato que se descompone en cuatro distintos;
— «Negro» es el más opaco.
Los apartados más amplios se inician con escritos reflexivos que aportan luz sobre lo que se va a leer en ellos. En «Blanco» se trata del relato «Encuadre», aunque al ser más genérico opté, como he explicado antes, por colocarlo de forma independiente.
Hecho esto, remití el manuscrito a la editorial. Después, ya con el visto bueno para su publicación, llegó la pandemia y el tiempo quedó detenido. Aproveché esos primeros meses de marasmo para revisar todo el libro a fondo, además de escribir otros tres textos. Dos de ellos los incluí en una nueva sección que denominé «Fotogramas». Son dos vertientes de una misma ficción narradas en plano secuencial a partir de la visión de una plaza, relacionadas con el movimiento y, por tanto, con el cine, como uno de los posteriores desarrollos de la fotografía. El tercero, «La prisa», quedó incorporado al apartado «Escala acromática».
El resultado de este proceso es lo que tienes ahora en las manos. Espero poder compartir contigo este viaje, encontrarte en alguno de sus cuentos cuyo epicentro es la cotidianidad. Pero ¿esa cotidianidad es igual para todos? ¿Es la tuya similar a la de una reportera desplazada a Sarajevo, a la de un violinista que huye de una realidad que no desea afrontar, a la de una mujer que vive sola en una casita en mitad de un bosque?
Quizá no seamos tan ajenos unos de otros como creemos. A lo mejor, nuestra vida nos parece menos intensa, pero todas nuestras pequeñas y discordantes individualidades encajan entre sí, formando parte de un espacio común, como las piezas que configuran una almazuela. Si quieres, puedes hacer la prueba. Elige una de tus fotografías al azar, juzga en qué apartado la colocarías según lo que te evoque o lo que te pasó después o antes de tomarla, y encuentra de esta sencilla manera el marco idóneo donde ubicar tu propia historia, esa que sin tú ser consciente se engarce al resto de historias que conforman nuestros Relatos monocromáticos .
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