1 ...6 7 8 10 11 12 ...17 18. Los protagonistas
Tratando de dar con el corazón de la obra conjunta Subida-Noche hay que fijarse en los protagonistas de ambas: Dios y el hombre, Dios y la persona humana, Dios y el alma enamorada. Cristo es el Esposo y el alma la esposa. Esta dimensión nupcial, no tan evidente al lector como en el Cántico, es esencial en la Subida. El poema no ofrece dudas sobre la identidad y presencia de ese Amado, y de esa amada de las canciones. Cuando llega a comentar el verso con ansias en amores inflamada, es decir, enamorada, descubre de quién y cómo anda enamorada: del Amado, de su Esposo y explica cómo no le ha bastado para salir adelante con su empresa «tener amor de su Esposo, sino estar inflamada de amor y con ansias» (1S 14,2). Tales ansias de amor por el Esposo Cristo le han hecho parecer muy «fáciles y aun dulces y sabrosos..., todos los trabajos y peligros de esta noche» (1S 14,3). El motivante y las motivaciones de todo lo que se le ha exigido no es otro que Dios, que Jesucristo: «por amor de Jesucristo» (1S 13,4), «por Cristo» (ib, n.6), cuya vida quiere plasmar en la propia existencia con una especie de necesidad biológica, como lo es la del propio sustento (1S 13,3-4).
Hablará también desde el lenguaje del Cantar de los Cantares (2,4) de la interior bodega o de la cela vinaria de la perfecta caridad en la que la meterá el Esposo (2S 11,9). Proclama igualmente desde el mismo Cantar cómo la esposa ha de ser huerto cerrado y fuente sellada (4,12) para el Esposo (3S 3,5). Y se recrea en comentar las palabras del Esposo a la esposa: «Ponme como señuelo sobre tu corazón, como señuelo sobre tu brazo» (Cant 8,6), hablando del amor de entrambos, de las acciones y motivos de amor, de las saetas, de la aljaba, del ejercicio de amor, etc., (3S 13,5). Estas indicaciones se encuentran en Subida; en Noche bastaría citar 1N 1,2: la declaración general de la primera canción donde el alma enamorada pondera la fuerza y calor recibidos del amor de su Esposo para emprender y culminar la salida de casa. A este paso tan significativo se puede añadir el comentario a la palabra disfrazada, en el que se proclama cómo el alma «tocada del amor del Esposo Cristo, pretendiendo caerle en gracia y ganarle la voluntad, aquí sale disfrazada con aquel disfraz que más al vivo represente las afecciones de su espíritu» (2N 21,5). No hace falta gastar más almacén, como diría el propio santo (2S 32,4), para dejar bien a las claras el aire nupcial de estos libros.
El lector, cuando se vea inmerso en la lectura de capítulos y capítulos sistematizados no tiene que olvidarse de que todo eso no está desvinculado sino bien relacionado con la vida de los dos protagonistas.
Por todo esto, no me parece certera la afirmación y los razonamientos que la anteceden y la siguen de que «desde Cántico son inteligibles Subida y Noche. Sin él no veo cómo puedan ser asumidas cristianamente con el gozo necesario para no exasperarse o desesperar en el intento»[32]. Subida es inteligible por sí misma; Noche, lo mismo. No hay que dejarse encandilar por Cántico con perjuicio manifiesto de estas otras dos obras, en las que se habla también tanto de la unión con Dios, de lo más positivo del amor, de sus grados, de las artes y juegos del amor de los esposos, etc.
19. Temas principales en Subida
Ya en el mapa del mundo espiritual que hemos trazado anteriormente queda dicho no poco de esto. Pero hay un camino muy fácil para identificar temas que le dolían especialmente a Juan de la Cruz[33]. Esto se consigue fijándose en el mundo de las exclamaciones y ponderaciones de que se sirve el autor con una cierta profusión. Para él tales partículas no son palabras vanas o inútiles.
Bajo el ¡Oh! encierra deseos de que se le entienda y se le haga caso en varias contingencias espirituales:
«¡Oh, si supiesen los espirituales cuánto bien pierden y abundancia de espíritu por no querer ellos acabar de levantar el apetito de niñerías!» etc. (1S 1,4);
«¡Oh, quién pudiera aquí ahora dar a entender y a ejercitar y gustar qué cosa sea este consejo que nos da aquí nuestro Señor de negarnos a nosotros mismos!» (2S 7,5);
«¡Oh, quién pudiese dar a entender hasta dónde quiere nuestro Señor que llegue esta negación!» (2S 7,6).
Estos clamores aquí apenas iniciados ha de leerlos en su totalidad el lector y percibirá el patetismo y la carga expresiva con que Juan de la Cruz se pronuncia ante realidades que tanto le interesan y que no le duelen menos.
Si a través de la exclamación le sorprendemos en sus clamores, no menos se le siente afectado cuando se sirve de partículas ponderativas; tales como ¡cuán! Finalizando los capítulos relativos a los daños de los apetitos desordenados (1S cc.4-10), fotografía así la situación:
«Es gran lástima considerar cuál tienen a la pobre alma los apetitos que viven en ella:
cuán desgraciada para consigo misma,
cuán seca para los prójimos y
cuán pesada y perezosa para las cosas de Dios»
(1S 10,4).
Además de situaciones negativas y dolientes, el ¡Oh! le sirve al alma para cantar jubilosa su buena ventura. En la poesía esta partícula mínima está subrayando su buena suerte: ¡oh dichosa ventura!, en la primera canción y repitiéndola en la segunda, en el tercer verso también. La estrofa quinta es el no va más del encarecimiento:
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
A través de estos elementos gramaticales tan diminutos, además de percibir temas importantes, entra el lector en sintonía con el autor, asociándose a su pathos mental, psicológico y espiritual más que a su discurso lógico en tantas ocasiones. La empatía es uno de los mejores caminos para una lectura plena y correcta.
Indicamos unos cuantos de esos temas –realidades y verdades– más sobresalientes:
– Cristo palabra definitiva y única del Padre (2S c.22). Es uno de los mejores y más ricos capítulos escritos por Juan de la Cruz; fue alegado en el Concilio Vaticano II.
– Cristo paradigma de perfección para caminantes (1S 13,3-4).
– Cristo camino, ejemplo y luz (2S 7,9-12).
– Cristo hermano, compañero, maestro, precio y premio (2S 22,5-7), Esposo y Amado (1S 14,2; 15,2).
– Estilo pedagógico de Dios (2S c.17). Se perfilan las directrices a que se atiene ordinariamente Dios en su condescendencia con sus criaturas.
– Biografía del alma sujeta a los apetitos desordenados que, en realidad, no son sino amor desordenado (1S cc.4-12).
– La unión con Dios (2S c.5): tema central de todos los escritos sanjuanistas. Al ir escribiendo siente la necesidad de cortar el hilo de la exposición para situar esta realidad y hacer más inteligible lo que ha dicho hasta ese punto y lo que dirá de ahí en adelante (2S 4,8).
– El mundo teologal (2S c.6). Ya queda dicho algo anteriormente; hay que añadir que, después de varios tanteos mentales, termina por implantar en este capítulo el esquema y el camino teologal, de modo que todo lo que sigue hasta el último párrafo de la obra no tiene otro sentido que hacer vivir la vida teologal frente a todos los objetos de las potencias del hombre, ya que «las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, que tienen respecto a las dichas tres potencias, como propios objetos sobrenaturales y mediante las cuales el alma se une con Dios según sus potencias, hacen el mismo vacío y oscuridad cada una en su potencia: la fe en el entendimiento, la esperanza en la memoria y la caridad en la voluntad» (2S 6,1).
– Trascendencia de Dios (2S 4,4) y su presencia (2S 5,4, 6-7).
– Los fueros de la razón natural (2S cc. 21 y 22).
20. Advertencia final para la comprensión del libro
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