En el título explicativo de las Canciones colocadas dentro del argumento del libro aparece la expresión: «La oscura noche de la fe», que en verdad significa la oscura noche de las tres virtudes teologales (1S 1,3; 2S 24,8). En el prólogo se habla de «la noche oscura» (nn. 1,2,3), refiriéndose a la única noche de las Canciones. Pero, ya dentro del mismo prólogo se registra una división en noche o purgación «del sentido y del espíritu» (n. 6).
Más adelante (1S 1: título) el comentarista va comiendo terreno al místico y al poeta y hablará de «dos diferencias de noches..., según las dos partes del hombre: inferior y superior». De aquí a la división de la noche en cuatro no hay un paso: noche activa del sentido; noche pasiva del sentido; noche activa del espíritu; noche pasiva del espíritu. A pesar de todo, en esta división de noche cuatripartita, hay mucho de método o metodología, porque, en realidad, en la mente del autor sigue siendo única la noche en la que se realiza en plenitud el concepto y la realidad de tal (cf 2N 1,1; 2; 3,1-2).
Las razones prácticas, didácticas y antropológicas que le llevaron a desmembrar la única noche en cuatro han influido decisivamente en la partición de Subida-Noche.
La división verdadera y precisa de la obra entera es la siguiente, tal como la proponemos para evitar confusiones al lector:
A. Noche del sentido 1S 1,4-6
1S cc. 3-12
1S cc. 14-15
* 1S 1,1-3: es como
introducción general
de ambas nociones:
sensitiva y espiritual.
B. Noche activa del sentido: 1S c.13
mejor, modo activo de
entrar en la noche del sentido.
C. Noche del espíritu (aspecto 2S cc.1-3
activo y pasivo juntamente) c. 6, 1-5
D. Noche activa del espíritu 2S c.4
(modo genérico incluyendo c. 6, 6-8
entendimiento, memoria y
voluntad).
* 2S c.5 le sirve de
paréntesis para hablar
de la unión del alma
con Dios.
E. Noche activa del entendimiento 2S 7,13
* En 2S 7,1-12 habla de
todo el camino: noche
del sentido y del espíritu
bajo el aspecto activo y pasivo.
F. Noche activa de la memoria 3S cc.2-15
* el c. 1º es introducción
general a todo el libro.
Aunque en 3S c.2 se
habla de noche activa de
la memoria, se trata más bien
de resolver objeciones que
van mucho más lejos.
G. Noche activa de la voluntad 3S cc.16-45
H. Noche pasiva del sentido Noche, lib. 1º
I. Noche pasiva del espíritu Noche, lib. 2º
13. Interrelación Subida-Noche
Cuando se habla de Subida no se puede menos de hablar también de la otra obra Noche. Aquí y ahora me limito a lo estrictamente necesario para señalar la relación que corre entre los dos libros, pues en otro volumen se publicará la Noche con su introducción particular.
Desde hace ya muchos años se viene hablando del díptico Subida-Noche. Quien más ha defendido este punto de vista escribe: «La Subida y la Noche en la mente del santo son como las dos partes de un díptico»[22]. No todos los sanjuanistas están de acuerdo con la afirmación y han ido poco a poco erosionándola, acá o allá[23]. Pero, hay un hecho innegable: Juan de la Cruz se refiere a Noche desde Subida y a Subida desde Noche, no simplemente como si hiciera una autocita sino interrelacionándolas temáticamente y por dentro, aunque redaccionalmente aparezcan separadas en los códices y presenten, en definitiva, unos caracteres bien distintos. Sin ir más lejos en 2N 22,3, dice: «Como se dice en el prólogo». El prólogo aludido es, sin falta, el gran prólogo antepuesto a Subida, prólogo de ambas obras. Mi opinión personal es la siguiente: Juan de la Cruz escribió los tres libros de Subida «con muchas quiebras», es decir interrupciones, como asegura Juan Evangelista (BMC 10, p. 341). La última «quiebra» se debió, en mi opinión, no a falta de tiempo sino a que se espantó de la amplitud desmesurada del esquema propuesto. Explicada ya en buena parte, aunque no en su totalidad, la doctrina acerca del gozo, le debió parecer innecesario tratar de las otras pasiones. Y así colgó la pluma, para emplearse más a fondo, aunque también con «quiebras», en la redacción de la Noche oscura, para escribir sobre todo acerca de la noche pasiva del espíritu, de la que dirá: «Tenemos grave palabra y doctrina» (1N 13,3). Deja inconclusa una obra para emplearse en la otra y, por ironía de la suerte, queda también incompleta, la segunda.
14. Fuentes del libro de la Subida
El propio Juan de la Cruz nos descubre cuáles son las fuentes de donde se surte para escribir su libro. Son tres: a) ciencia; b) experiencia; c) Sagrada Escritura (Subida, prólogo, 1-2). Para explicar temas tan arduos como los que va a abordar acerca de la vida espiritual de las personas tiene conciencia de que su ciencia y su experiencia no son suficientes; se servirá de ambas cosas, pero su recurso principal será la Sagrada Escritura «por la cual guiándonos no podremos errar, pues que el que en ella habla es el Espíritu Santo».
El lector puede ir controlando en qué medida responde la realización del libro a estas afirmaciones. Por lo que se refiere a textos bíblicos y al partido que saca de ellos, hay que convenir que algunos de esos pasos escriturísticos «se convierten como en quicios de su exposición o de una serie de ideas que dejan traslucir, tantas veces, el mundo o transmundo de sus experiencias o vivencias»[24]. Los principales son los siguientes:
a) El precepto del amor: Dt 6,5: 3S 16,1.2.
b) Lo preparado por Dios para los que le aman: 1Cor 2,9; Is 64,4: 2S 4,4; 2S 8,4; 3S 12,1; 3S 24,2.
c) Puerta angosta y estrecho el camino: Mt 7,14: 2S 7,2-3.
d) Mi fortaleza guardaré para ti: Sal 58,10: 1S 10,1; 3S 16.
e) Renacer del agua y del Espíritu: Jn 3,5: 2S 5,5.
f) Hijos de Dios movidos por el Espíritu: Rom 8,14: 3S 2,16.
g) El que se ha de juntar con Dios conviénele que crea su ser: Heb 11,6: 2S 5,5.
h) Nos lo ha hablado todo en el Hijo de una vez: Heb 1,1: 2S 22,4ss.
i) «El día rebosa y respira palabra al día, y la noche muestra ciencia a la noche»: Sal 18,3: 2S 3,5.
j) Niéguese a sí mismo y me siga: Mc 8,34-35: 2S 7,4ss.
Fabrizio Foresti estudió hace años, con gran agudeza y competencia, el tema de las raíces bíblicas de la Subida del Monte Carmelo. Centraba su estudio este genio malogrado, más que nada, en la parte que tienen en el desarrollo de dicha obra sanjuanista el primero y el segundo mandamiento de la Ley. Desarrolla puntos como el precepto del amor total (Dt 6,5) como formulación positiva del primer mandamiento, los apetitos desordenados como forma de idolatría; incomprensibilidad de Dios y segundo mandamiento; fe y esperanza como formulaciones positivas del segundo mandamiento. Después de sus grandes análisis y valoraciones del texto sanjuanista, concluye que la estructura de la Subida «es dinámicamente unitaria, en cuanto que animada por un solo postulado: el mensaje bíblico de la trascendencia del Dios revelado, de la que fluye también la moral de los dos primeros mandamientos. En el centro del sistema ascético de Juan de la Cruz no hay más que el centro de la revelación divina hecha en el Sinaí. La espiritualidad de Juan de la Cruz se coloca de esta manera en el corazón de la historia de la salvación y traduce en un código ascético las normas que Dios mismo ha dado a su pueblo como condición para entrar en comunión con él. De la revelación sinaítica toma el sistema sanjuanista no sólo el contenido sino su carácter radical y absoluto. Así como el Dios revelado en el Sinaí exige una adoración sin componendas y parcialidades y no soporta verse degradado al mundo de la creaturalidad (prohibición de imágenes), así el Dios hasta el que Juan de la Cruz quiere conducir es el Dios celoso de la propia santidad y divinidad»[25].
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