El presentador se da cuenta, en este momento, de que su tarea es imposible. Con Bion y los autores de este libro, él sabe que las palabras –las habladas y, aun más, las escritas–, son demasiado pobres para manifestar sueños y pensamientos. Además de la pobreza, las palabras también tergiversan, engañan y sirven para mentir. Para escapar de estas limitaciones, el presentador corre el mismo riesgo que el cartógrafo, personaje del cuento de Jorge Luis Borges. Como quería hacer un trabajo confiable, decidió mapear los detalles más pequeños de una ciudad. El resultado fue un mapa del mismo tamaño que la ciudad, que se superponía exactamente sobre ella. En otras palabras, el lector solo conocerá el libro cuando lo haya leído.
El presentador y el lector corren el mismo riesgo que el analista cuando se encuentra con un paciente. Si el profesional no puede dejar “entre paréntesis” su posible intención de saber de él, el paciente se le escapará y será reemplazado por una creación suya (del analista), saturada de sus propias fantasías. No será posible una relación íntima y verdadera que permita el contacto con lo desconocido. Sin embargo, el presentador quiere recomendar la lectura del libro. Este deseo nace de su admiración por el texto y los autores. El lector podrá tener cuidado con las transformaciones que el presentador deseoso está haciendo, poniéndolas “entre paréntesis”. De esa manera, puede experimentar el libro por sí mismo.
En los últimos párrafos espero haber presentado pistas sobre los hechos que abordan los autores. Es decir, la capacidad de pensar en vértices que consideren la complejidad de las transformaciones de un conjunto infinito que se ha denominado psicoanálisis . Los autores piensan no solo el psicoanálisis, sino cómo el pensar sobre el psicoanálisis puede ser pensado.
Los términos presentar y abordar indican dos movimientos: hacer presente y luego tomar para uno mismo. Los autores –Chuster, Soares y Trachtenberg– hacen presente el pensamiento de Bion y, al tomarlo para sí mismos, lo desarrollan. El psicoanálisis ocurre cuando los pensamientos sin pensador son pensados por psicoanalistas y pacientes que han desarrollado esta capacidad. El lector tomará para sí los pensamientos de los autores y podrá repensarlos si puede presentarse al texto con la mente lo suficientemente vacía para poder contener lo desconocido. En este proceso, es muy posible que el lector aborde o sea abordado por otros pensamientos sin pensador y se sienta estimulado a pensar en ellos.
El pensamiento comienza con la imaginación . Aquello que no tiene significado (elementos beta), trabajado por la función alfa, se transforma en elementos psíquicos, inicialmente imágenes, como las de un sueño. El primer nombre que utilizó Bion para esta conjetura fue función trabajo de sueño alfa . El analista, ante hechos sin significado, los sueña y este sueño ocurre todo el tiempo, similar a la respiración y los latidos del corazón. Bion aprovecha una intuición de Freud, quien nos recuerda que “las estrellas que vemos de noche están ahí durante el día”. Observemos que el término rêverie , que describe el estado mental de la madre en relación con su bebé (y se expande a la función del analista), se refiere a rêve , sueño en francés moderno. El analista sueña lo que el paciente no puede soñar.
La compleja relación entre las imágenes y sus transformaciones en pensamientos más complejos (especificados, por ejemplo, en la Tabla), se puede vislumbrar en el conocido cuadro de Magritte de la serie La trahison des images.
La imagen de una pipa va acompañada de la frase “ Ceci n’est pas une pipe” (Esto no es una pipa). La pintura sorprende al observador, que se siente confundido y perplejo. Este impacto solo cesa cuando se da cuenta de que está mirando una pintura y no la pipa como objeto.
Un pintor puede representar sus sentimientos de odio en un lienzo, por ejemplo, pintando la escena de un crimen. Por el momento, trabaja en un área simbólica, no psicótica. Pero, si no puede vender la pintura porque asume que el comprador podría matarlo, es su área psicótica la que se ha activado.
Propongo que el lector, que imagina que está leyendo un libro, no está leyendo un libro. “Esto no es un libro” sería el enunciado correspondiente. Ciertamente, el lector, menos confundido y perplejo que el apreciador del cuadro de Magritte, puede sospechar que el autor de esta presentación padece serios problemas en su capacidad para percibir y juzgar la realidad. Es decir, que su área psicótica es la dominante. Una segunda posibilidad es que el presentador esté usando vértices de observación ignorados. Una posibilidad más: que el presentador desee ser un provocador.
El lector tiene razón sobre la última posibilidad y podría tener razón sobre las dos primeras. Pero tendrá que conformarse con no tener las respuestas. Incluso el presentador, que asume que tiene algún contacto con las motivaciones que lo llevaron a escribir las frases anteriores, no tiene la claridad suficiente sobre los factores que lo llevaron a hacerlo. Solo podemos observar o intuir transformaciones de esta verdad. La pipa pintada por Magritte es una transformación , realizada sobre el lienzo, del objeto que, por convención, se llama pipa. La palabra “pipa” (o pipe ) se refiere al objeto, pero no es el objeto. Es una transformación, en el ámbito de la denominación simbólica, del objeto.
Uno puede soñar con una pipa. Un supuesto psicoanalista que utiliza un “diccionario de sueños” puede decir que el paciente está soñando con un falo o un pene, y asocia la forma del objeto también a alguna fantasía propia sobre las funciones de la boca, lo que da como resultado una imagen relacionada con fellatio . Sin embargo, el soñador puede responder con una sonrisa irónica, si viene de un lugar donde la palabra pipa designa los genitales femeninos... como la Región Nordeste de Brasil, por ejemplo.
La afirmación anterior menosprecia al supuesto colega psicoanalista y lo ataca con ironías. La palabra latina hace que la agresión, llena de rivalidad y envidia, sea algo hipócrita. Calificar al competidor del psicoanalista –autor de estas líneas– como un pervertido sonaría bastante grosero. Ahora bien, el lector podría confirmar la hipótesis de que el presentador, arrogante y estúpido, presentaría su parte psicótica.
Para el presentador, es más interesante que sea considerado un provocador. Este aspecto fue estimulado por el aspecto provocador de los autores del libro. Provocación creativa, al ampliar el pensamiento del provocador Bion, que molesta porque que anuncia cambios catastróficos que implican saltos (cesuras) entre lo conocido y lo desconocido. El mismo Bion que dice: “las dos personas que están en el consultorio pueden estar mejor analizadas o ser más eficientes, pero no necesariamente serán mejores personas”. O los autores de este libro, que citan a Baer, quien a su vez cita una frase de un sobreviviente del holocausto: “La única enseñanza es que no hay nada que un ser humano no pueda hacerle a otro y nada que un ser humano no pueda hacer por otro”. Estas frases tienen el mismo contenido que Ceci n’est pas une pipe , lo que demuestra que el psicoanálisis no está relacionado con el deseo de hacer moralmente “mejor” a una persona y que un ser humano puede ser totalmente inhumano. Si la desgracia de la pregunta es la respuesta (“ La réponse est le malheur de la question ”), este libro es feliz, porque indaga, problematiza, duda, cuestiona y, al provocar, estimula el pensar.
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