Como consecuencia, coexisten dos procesos en pugna en Lima, así como en otras ciudades del mundo posmoderno:
• Un primer proceso que impulsa el debilitamiento o abandono del espacio público y tiende a acercarnos a una ciudad más privatizada, fragmentada y excluyente. Está constituido por fuerzas que contribuyen a la paulatina desaparición de los pocos lugares de encuentro entre los diferentes. Se puede sintetizar estas fuerzas en tres: (a) el temor al otro y la inseguridad, expresados en la «agorafobia»; (b) la motorización de las ciudades, que atenta contra la construcción de lugares vecinales y locales; y (c) el dominio y la preferencia por lo «privado» en las ideas hegemónicas de la actualidad (el liberalismo).
• Un segundo proceso que, por el contrario, se caracteriza por la conquista y apropiación del espacio por parte de diversos grupos de habitantes de la ciudad, en el intento de construir lugares, sean de recreación, actividad física, área verde, entre otros. Este segundo proceso es difuso, no obstante, y aún no constituye un sentimiento arraigado y de clara evolución.
La presente investigación guarda relación con un tema que he trabajado en la Universidad de Lima desde hace más de una década: el tránsito incompleto hacia la modernidad (y posmodernidad) de la sociedad peruana. En estudios anteriores, he examinado los cambios en la cultura de trabajo de los jóvenes limeños; en la relativa importancia de los méritos y los contactos personales en el mercado de trabajo; y, finalmente, en los aspectos que contribuyen a la relativización de la norma y la informalidad en la sociedad limeña (Díaz-Albertini, 2000, 2004, 2010). En las tres investigaciones he hallado dificultades y resistencias estructurales que entorpecen la asunción de procesos y conductas características de la modernidad: el respeto a los derechos ciudadanos, el reconocimiento del otro como igual, la identidad y práctica ciudadana, la construcción de instituciones sólidas, la generación de reglas de juego que faciliten la convivencia, entre otros. En su lugar, se evidencia el reino de lo personal, de la excepción, del refugio en lo particular y la contextualización del respeto a las reglas de convivencia. Creo que estos mismos procesos pueden ayudar a explicar algunas de las manifestaciones espaciales y territoriales de la ciudad de Lima. Es decir, se parte de la hipótesis de que los mismos procesos que dificultan nuestro tránsito pleno a la modernidad, como sociedad, son «espacializados» vía la acción personal y colectiva sobre los espacios públicos 5.
Dada la importancia del espacio público en la construcción de una ciudad integrada y de una ciudadanía capaz de convivir con los demás (especialmente con los «diferentes»), este resulta ser uno de los principales territorios sobre los cuales se lleva a cabo la inclusión. De ahí que seleccionara al espacio público, con los siguientes objetivos: (a) conocer los efectos que ha tenido la reducción de espacios públicos en la percepción y acciones de diferentes sectores socioeconómicos de la ciudad de Lima; y (b) identificar y priorizar los factores que conducen a temer el espacio público (agorafobia) como lugar de encuentro con los «otros».
Para lograr los objetivos planteados, se diseñó una metodología en gradación –de lo general a lo específico– que permita acceder a las opiniones y vivencias de los actores sociales desde múltiples miradas, de modo que se enriquezca la información para el análisis:
• En primer lugar, para poder apreciar percepciones y opiniones generales sobre el espacio público, realizamos una encuesta a una muestra representativa de los habitantes de la ciudad. El cuestionario priorizaba las percepciones de inseguridad, los usos del espacio público y la identidad territorial.
• En segundo lugar, llevamos a acabo observaciones semiestructuradas a un grupo seleccionado de cincuenta y seis espacios públicos, cuasipúblicos y privados emblemáticos de la denominada ciudad formal.
• En tercer lugar, con la información de la encuesta y las observaciones, condujimos seis grupos focales con mujeres del NSE A, jóvenes de los NSE A/B, skaters y deportistas, con la finalidad de profundizar en las percepciones y opiniones sobre aspectos centrales en la relación con el espacio público y la identidad territorial.
• En cuarto lugar, entrevistamos a los encargados municipales de la gestión del espacio público en siete distritos de la Lima moderna o ZAR (zona de alta renta) y a los funcionarios del Servicio de Parques de Lima (SERPAR) de la Municipalidad Metropolitana para descubrir las visiones, proyectos y preocupaciones que manejaban al respecto. En las entrevistas se quiso conocer, además, qué opiniones tenían los funcionarios sobre el uso que hacían los vecinos de sus distritos de los espacios públicos.
A pesar de que la intención original de esta investigación era indagar sobre el espacio público desde los múltiples actores sociales de la ciudad, decidí limitar la pesquisa –especialmente a partir de las observaciones, grupos focales y entrevistas– a los sectores socioeconómicos A y B residentes de los distritos de la zona que IPSOS denomina la «Lima moderna» 6. Tomé esta decisión porque resultó evidente que los espacios públicos con clara vocación metropolitana se encuentran en los distritos de residentes de los sectores medios y altos. Es decir, es mucho más probable y común que los residentes populares de la ciudad utilicen los espacios públicos de los distritos de los niveles medios y altos que viceversa. Asimismo, distritos residenciales como San Isidro, Miraflores, San Borja y Surco también tienen ejes viales esenciales para toda la ciudad, lo cual implica que buena parte del transporte público transita por sus calles y avenidas, por lo que son más asequibles y céntricos que los distritos de los conos limeños.
Como resultado de estas indagaciones, he podido constatar que la privatización asume tres formas principales, según el origen de la iniciativa, y las he denominado como el feudo, la comarca y la feria, en clara referencia a tres grandes instituciones del Medioevo (Díaz-Albertini, 2012).
• El feudo tiene al Estado como principal impulsor y surge cuando este actúa como si el espacio público fuera su «propiedad privada» (Formiga, 2007), en vez de ser definido de mutuo acuerdo con los habitantes-ciudadanos. Al enrejar, limitar funciones, cobrar entrada, concesionar y hasta «vender o alquilar» veredas, calles y parques, el Estado está priorizando factores como la eficiencia (por ejemplo, mantener los parques limpios) sobre otras consideraciones que son importantes y contribuyen a cuán habitable es una ciudad. En el caso particular de Lima, la autoridad municipal avasalla el espacio público, determinando sus formas y funciones sin mayor consulta ciudadana y en desmedro de los derechos de los vecinos y ciudadanos. Este proceso afecta negativamente a las tres características esenciales del espacio público: el libre acceso, al cobrar admisión y otras modalidades; la transparencia para decidir la estructuración y usos, pues no se hace una consulta ciudadana; y la multifuncionalidad, al restringir los usos en demasía. Pone en evidencia lo que algunos arquitectos llaman la «feudalización» de las ciudades por algunas autoridades, porque afecta «el derecho de la ciudad de hacer vida en común y recreativa en los parques públicos» (Hernández, 2009, p. 32). Las principales manifestaciones se concretan en parques restringidos en términos de acceso (enrejados) o en sus funciones (solo ornamentales); otros en los cuales se cobra la entrada; en lugares públicos en consorcio con el sector privado, etc. (Ledgard y Solano, 2011).
Читать дальше