Edith Stewart - Un matrimonio por Escocia

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Robert Bruce necesita apoyos en su guerra contra Inglaterra y está dispuesto a ofrecer el castillo de Stirling al clan Murray para atraerlo a su causa. El laird solo deberá unir en matrimonio a su hija Bronwyn con William Duglas para asegurar la estabilidad del país. Un matrimonio pactado no siempre sale bien, pero William se prenda de Bronwyn Murray desde el mismo instante que la ve, aún confundiéndola con una sirvienta. El único problema es que ella le odia. Pero la línea que separa el odio del amor es muy fina, y quizás con el tiempo, haber hecho prometer a William que romperá su compromiso, acabe por romper más de un corazón.

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—¿Crees que atacaremos Stirling? —le preguntaba uno de los hombres que estaban junto a él

William chasqueó su lengua y sacudió la cabeza.

—No estoy seguro. Deberíamos hacerlo ya que es el último castillo que retienen los ingleses en Escocia.

—Te olvidas de Berwick…

—Ya. Pero teniendo Stirling, los ingleses se lo pensaran antes de seguir la lucha o abandonarlo. Créeme Malcom.

—Pero…. Mira, ahí viene mi padre. Él mejor que nadie nos dirá qué han acordado con el rey —dijo el tal Malcom señalándolo cuando se acercaba a ellos.

James no estaba seguro de cómo reaccionaría su hijo ante la propuesta del rey. Pero tendría que acatarla como leal vasallo suyo. Y por el bien de la nación. Aunque no mirara a la cara a la hija del Murray, ni la tocara o ni tan siquiera durmiera en la misma cama. Eso eran aspectos sin importancia en estos momentos tan importantes para la nación.

—¿Qué ha dicho el rey? No parece que tengas buena cara.

James bufó y se pasó la mano por su poblada barba.

—Stirling y su castillo son su principal objetivo. Tomarlo sería arrojar a los ingleses de Escocia.

—Perfecto.

—¿Y Berwick?

—De momento lo importante es Stirling. Luego ya veremos.

—¿Cuándo partimos? ¿Se sabe ya? —William se mostraba ansioso por volver a entrar en combate. Llevaban días enteros en la corte y estaba algo cansado de comer, dormir, y frecuentar las tabernas y los burdeles de la ciudad.

—Cuando sumemos más hombres a nuestro ejército —le confesó su padre contemplando como el gesto de su hijo y el de los hombres a su lado cambiaba.

—Lo sabía. Lo estábamos comentando antes de que llegaras. Los hombres están cansados y hemos sufrido numerosas bajas en la toma de la capital y de este castillo —aseguró haciendo un gesto a la fortaleza—. ¿Cómo piensa el rey reclutarlos? ¿Mercenarios franceses o de alguna otra nación europea? Por qué no creo que ni los galeses ni los irlandeses nos apoyen después de haber sido poco menos que masacrados en tiempos de Wallace. E incluso tengo dudas acerca de los franceses. Son los únicos candidatos que conozco y ya te aseguro que no creo que muchos estén dispuestos a hacerlo.

—No, no ha pensado en estos.

—¿Y de dónde piensa sacar más tropas? —preguntó uno de los hombres que permanecían al lado de William.

—Va a ofrecer un trato al clan Murray —anunció James Douglas con seguridad y parsimonia.

—¿Un trato? Pero ellos forman parte de ese grupo de clanes leales a John Comyn, el que fuera opositor al trono de Escocia junto al rey Robert. No aceptarán.

—Les va a ofrecer Stirling y su castillo.

William se quedó con la boca abierta.

—¿A los Murray? Es una locura. En cuanto Archibald Murray tome posesión de este se lo entregará de vuelta a los ingleses —le aseguró William enojado por esa decisión del rey. Estaba furioso con este.

James Douglas sacudió la cabeza. Estaba convencido de que no sería así.

—Estás equivocado.

—¿No me digas? ¿Y cómo demonios va a evitarlo? ¿Le hará firmar un documento que después será papel mojado?

—No. Ese no será el trato. No habrá problemas con el trato que va a ofrecerle y en el entras tú.

—¿Yo? ¿Qué pinto yo con los Murray? —William entornó la mirada hacia su padre con cierto recelo por lo que este tuviera que contarle.

—Te convertirás en el señor de Stirling. De ese modo el rey Robert se asegura de que no caerá en manos inglesas.

William dio un paso atrás y sonrió algo nervioso.

—Un momento. ¿Y qué pintan los Murray si yo seré al final el señor del castillo de…? —De repente se detuvo. Una idea inverosímil se le cruzó por la cabeza. Una a la que no quería prestar atención.

—Hijo, esto no va a ser sencillo. Pero tendrás que acatar la voluntad del rey. Sé que no has pensando en un compromiso, pero….

William jadeó porque no era capaz de sonreír. De repente tenía la impresión de que se ahogaba por falta de aire. Miraba a su padre primero y a sus dos amigos después deseando que aquello fuera una pesada broma que habían urdido entre ellos.

—Empiezo a entender cuál es tu papel en todo esto, amigo —le aseguró Malcom asintiendo con toda intención—. ¿Qué dices Angus?

El otro hombre frunció el ceño y los labios en un claro gesto de que no le gustaba lo que estaba pensando. Pero menos gracia le iba a hacer a William cuando se lo dijera.

—Creo que sé qué clase de relación guarda todo esto con los Murray o más bien con la hija del jefe.

William jadeaba porque no era capaz de reírse. Los nervios parecían tenerlo atenazado en ese instante.

—Así es. El rey va a ofrecerle al jefe Murray un matrimonio para su hija a cambio de su ayuda para tomar Stirling y su castillo.

—¿Por qué yo? —William se encaró con su padre.

—Eres mi primogénito y tienes que acatar lo que te ordene que hagas.

—¿Ves con buenos ojos un matrimonio con la hija del jefe Murray?

—No nos queda otra. Necesitamos Stirling a toda costa, pero no podremos hacerlo sin más tropas. Y el rey considera oportuno atraernos al clan Murray. Uno de los más poderosos de los que apoyan al clan Comyn y por extensión a Eduardo de Inglaterra. Pero para ello hay que negociar y ofrecerle algo que no pueda rechazar.

—¿Por qué un compromiso con su hija? —William estaba furioso. Miraba a su padre con el ceño fruncido y las manos cerradas en puños. Sentía la sangre hirviéndole en las venas. Deseaba golpear a alguien o incluso acabar con su vida.

—Porque los Douglas nos hemos comportado como los más leales y fieros guerreros. ¿Nos ves que es una manera de reconocer tu valor y destreza en el combate?

—¿Con un compromiso que no deseo? Me basta con que Escocia sea libre. No necesito castillos, ni tierras, … y menos una esposa —dijo como si escupiera la última palabra.

—No me importa que ella no te guste. Como si no la miras. Una vez que estés instalado en el castillo podrás vivir a tu aire, en una parte del mismo o en la propia ciudad. Eso es lo de menos. Como si no vuelves a verla. ¿Qué te importa? Lo único que de verdad vale es expulsar a los ingleses y continuar la lucha.

—¿Y si su padre no acepta? ¿O ella?

—Ella acatará su voluntad como tú la mía. Y su padre no rechazará una joya como es el castillo de Stirling. Ahora deberíamos regresar dentro y decirle al rey que aceptas. Que es un honor que haya pensado en ti.

William resopló.

—Ya lo creo que lo es —murmuró sacudiendo la cabeza camino del interior del castillo sin mirar a su padre. ¡Un compromiso con la hija de los Murray! ¡Por San Andrés que era un completa locura! ¡No quería una mujer a su lado a todo momento! Se repitió una y otra vez negando con la cabeza antes de entrar en el salón donde el rey lo aguardaba.

Al verlo aparecer, Robert Bruce se sintió más tranquilo. Al ver que James Douglas se demoraba, el rey había temido lo peor. Confiaba en la lealtad de los Douglas después de sus hazañas en la guerra contra los ingleses. Y entendía que un compromiso tal vez no fuera lo que William esperaba, pero era necesario para vencer de una vez por todas.

—Mi señor —dijo el joven Douglas con las manos a la espalda y un leve movimiento de cabeza en señal de respeto.

—William. Tu padre te habrá puesto al corriente de la situación.

—Sí, señor.

—¿Qué tienes que decir? Me interesa tu opinión franca y sincera.

William pareció titubear unos segundos. Como si estuviera pensando en lo que debía decirle al rey. Llevaba combatiendo por él desde que este fue coronado en Scone, y de eso hacía ya ocho años. Durante ese tiempo había derramado sangre inglesa, y algo de la suya propia. No podía desobedecerlo con lo que había en juego. Si quería ver a su nación libre de los ingleses debería sacrificarse.

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