a la presencia de Dios en mi alma?
¿Despierto a mi unión profunda con Él,
a sentirme habitado por Él,
al silencio envolvente de Dios?
¿Despierto a las caricias y ternuras de Dios,
a la presencia de Dios que me da vida,
a la presencia de Dios que me llena por dentro?
¿Despierto a la presencia de Dios
que me ilumina por dentro,
que me pacifica en mi alma,
que me enamora el corazón,
que me seduce y me envuelve en su Espíritu?
¿Despierto a Dios?
¿Despierto consciente de su presencia en mí?
¿Despierto consciente de su presencia en el aire que respiro?,
¿en el suelo que me sustenta?, ¿en la realidad de cada
cosa que veo?
9. ¿A qué me despierto cuando me despierto?
En resumen, podemos observar, en nuestro despertar, tres niveles:
1. ¿Despierto sólo a mí mismo, a mis trabajos, a mis problemas, a mis preocupaciones y achaques?
2. ¿Despierto a las cosas, noticias y enredos de cada día?
3. ¿Despierto a la intuición de Dios?
¿Despierto a la nostalgia de ver, sentir, experimentar y vivir a Dios, aquí y ahora y así, en este momento?
Despierto al mundo sagrado y divino de Dios?
¿Despierto a la presencia plena, infinita, eterna y amorosa de Dios en nosotros y en todo lo que nos rodea?
¿Despierto a la presencia de Dios «en quien vivimos, nos movemos y existimos»?
¿Despierto al hondón de mi alma, donde
«mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene»?
¿Despierto a Dios que me seduce porque
«oh Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti»?
¿Despierto a Dios que es, que existe,
y a toda la creación que es Dios existiendo, manifestándose y expresándose en belleza y armonía de todas las criaturas?
10. Despertar a Dios
Pasos y ejercicios para despertar a la presencia de Dios
1. Despertar = abrir los ojos, mirar con atención.
2. Despertar conscientemente
= abrir los sentidos: ver, escuchar, sentir, gustar, paladear… con atención, conscientemente, dándome cuenta.
3. Despertar conscientemente y en silencio interior a mis sentidos
= mirar, escuchar, percibir… a mí mismo, a las personas,
a las cosas, conscientemente, y en silencio...
4. Despertar conscientemente y en silencio interior a mis sentidos interiores
= mirar, escuchar, percibir... con el ojo interior,
con el oído interior,
con el gusto interior,
con el sabor interior
conscientemente, y en silencio...
5. Despertar a mi ser interior
= sentir, percibir, vivir… mi interioridad,
mi yo sujeto,
mi consciencia pura y simple,
mi yo central: amor, luz, vida,
energía, paz...
conscientemente, y en silencio…
6. Despertar a mi yo sagrado y divino
= sentir, percibir, vivir… la Presencia amorosa,
inefable, silenciosa,
infinita y eterna de Dios,
en el centro de mi alma...
conscientemente, y en silencio...
11. Sentido del ejercicio:
¿Para qué nos ejercitamos? Para...
Despertar a la presencia de Dios en nosotros.
Abrirnos conscientemente al mundo sagrado
de Dios en nuestro ser personal, en todas
las personas y en toda la creación.
Prepararnos con las condiciones que ofrezcan
la posibilidad de que un buen día
nos sintamos alcanzados
por la inefable presencia de Dios,
y nos demos cuenta de ello.
Despertar a la experiencia de vivirnos en Dios
porque no sólo es que Dios esté en nosotros,
sino que somos nosotros quienes existimos
y estamos en Dios, y somos sagrados y
divinos en lo profundo de nosotros.
«Vivo, pero no soy yo quien vivo,
sino que es Cristo quien vive en mí». (Gal 2,20)
Despertar a la experiencia de sentirnos testigos
de Dios:
La experiencia de Dios, llenándonos de
su Espíritu y de su vida nos convierte
en testigos de su presencia para los demás.
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