Oh Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti.
Esta es la verdad más profunda y vital que podemos
descubrir en el hondón de nuestra alma.
Tenemos una sed infinita, eterna y amorosa,
que no se puede satisfacer con cosas,
con posesiones, con nuestros trabajos y actividades,
con nuestra familia y amigos,
con nuestras pequeñas metas e ilusiones,
tantas veces, vanas.
Nuestra sed es infinita, es eterna, es plenificante,
es divina y sagrada, nuestra sed es sed de Dios,
y no puede saciarse con pequeñas porciones
y cosas, y sólo con manifestaciones
y criaturas de Dios.
Nuestro corazón está creado a la medida de Dios,
y sólo Dios puede saciarlo. «Nos hiciste, Señor,
para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que
descanse en ti», nos decía San Agustín.
Nuestra sed es de Dios, porque nuestro corazón
es inmenso, a la medida de Dios,
y sólo puede encontrar su plenitud
enamorándose de Dios,
viviendo en total comunión de amor con Él.
Nuestra sed es de Dios, «mi alma está sedienta de Dios,
del Dios vivo…» y sólo se sacia y se llena de vida
e ilusión cuando lo empeño todo buscándole a Él
en todas las cosas y sobre todas las cosas,
deseando, con pasión, llenarme de Dios, sólo de Dios.
Sigamos repitiendo, desde el fondo de nuestra alma…
Oh Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti.
2. ¿Qué nos despierta a nosotros, habitualmente?
Vamos a procurar caer en la cuenta de qué es lo que realmente nos despierta a nosotros cada amanecer.
¿El reloj?
¿Las preocupaciones?
¿El insomnio?
¿Los ruidos de fuera: la calle, el alboroto, los portazos?
¿Los ruidos de dentro: mis ruidos mentales,
mis preocupaciones por la salud, el trabajo, los agobios?
3. ¿En qué niveles estamos despiertos? ¿Estamos despiertos sólo «por fuera»?
Cuando despertamos por la mañana no siempre estamos despiertos «del todo», es decir, en todos los aspectos de nuestra vida.
Vamos a caer en la cuenta de si sólo estamos despiertos en los aspectos y niveles más superficiales.
Cuando estamos despiertos, ¿a qué nivel nos referimos? ¿en qué aspecto estamos despiertos?, ¿en nuestro aspecto superficial?
En nuestro cuerpo: no podemos dormir, no conciliamos el sueño por encontrarnos nerviosos, no nos recuperamos del cansancio por no haber dormido.
En nuestra mente y en nuestra afectividad: ruidosos, llenos de alteraciones y preocupaciones, cerrados, agobiados, intranquilos, obsesionados, con los nervios a flor de piel, etc.
¿Estamos despiertos sólo por fuera?, ¿físicamente?
¿Estamos despiertos sólo por fuera, y por dentro, sonámbulos?
4. ¿Estamos despiertos «por dentro»?
Podemos observar si, cuando nos despertamos, somos conscientes de niveles más profundos de nuestra mente, de nuestra afectividad y de nuestro cuerpo.
A nivel mental:
¿Con una mente despierta, alerta, centrada y unificada?
¿Con una mente silenciosa, abierta, luminosa?
¿Con una mente acogedora, comprensiva, amorosa?
A nivel afectivo:
¿Con un corazón suave, amoroso, silencioso?
¿Con un corazón ágil y sin apegos, en sintonía con el otro?
¿Con un corazón joven?
¿Con un corazón blando y lleno de ternura?
¿Con un corazón abierto, acogedor, comprensivo?
A nivel corporal y de los sentidos:
¿Con los sentidos abiertos, suaves y blandos?
¿Con los ojos luminosos e iluminados,
despiertos desde dentro, receptivos?
¿Con la mirada limpia, comprensiva, transparente,
conectada con la mirada interior?
¿Con los oídos abiertos, limpios, transparentes?
¿Con los oídos que escuchan, que acogen, que reciben?
¿Con los oídos que interiorizan?
¿Con los oídos conectados con el oído interior?
¿Con las sensaciones, el gusto y el olfato abiertos,
receptivos, limpios, acogedores, luminosos, suaves y blandos?
¿Con las sensaciones, el gusto y el olfato conectados con el gusto interior, con el tacto interior, con el olfato interior?
5 ¿Estamos despiertos «por dentro» a niveles profundos de nuestro ser?
Cuando nos levantamos, cada amanecer, es posible que vayamos adquiriendo el hábito de despertar a niveles de consciencia cada vez más profundos de nuestro ser. Obsérvalo.
¿Tengo consciencia
de mis sensaciones profundas,
de la vida que corre por mis venas,
de la luz interior,
de la paz interior,
de la ternura interior,
de la atención amorosa,
de la alegría de ser y de existir?
¿Soy consciente
del gozo interior,
de la alegría del Ser,
del silencio interior,
de la hondura de mi ser profundo,
de la presencia de mi alma,
de la consciencia pura y simple,
de la calma interior,
de la unidad interior,
del silencio y armonía de todo mi ser?
6. ¿A qué estamos despiertos cuando estamos despiertos?
«Estar despiertos», no se refiere sólo
al momento del amanecer, sino que abarca toda nuestra vida.
«Estar despiertos» es un modo de vivirnos
en el que vivimos conscientes, con atención,
con los cinco sentidos, pudiendo vivirnos
conscientes en niveles sólo superficiales
y en niveles cada vez más profundos.
¿Estamos despiertos sólo a nosotros mismos?
¿Sólo a nuestro pequeño mundo?
¿Sólo a nuestros trabajos y tareas,
a nuestra salud o enfermedad,
a nuestra situación personal y familiar?
¿Sólo a nuestros pequeños problemas,
a nuestras situaciones conflictivas,
a nuestro pasado (que ya no existe)?
¿Sólo a nuestros proyectos a corto plazo,
a nuestras limitaciones y complejos,
a nuestras dificultades diarias?
¿Sólo a nuestras pequeñas posesiones, vestidos, comidas,
y aspectos estéticos?
¿Sólo a mis dificultades y problemas de relación?
7. ¿A qué estamos despiertos cuando estamos despiertos?
¿Estamos despiertos sólo a las cosas que nos rodean?
¿Sólo a mis cosas?
¿A las cosas que tengo delante de mis ojos?
¿A mis asuntos y trabajos diarios?
¿A la puerta que cierro y a la luz que enciendo y apago?
¿A las noticias de la radio, del periódico y de la televisión?
¿A la conversación con los demás y sobre los demás?
¿A la conversación continua conmigo mismo?
¿A los acontecimientos que ocurren cerca de mí?
¿A las noticias de los acontecimientos de todo tipo?
¿A los “enredos” entre familiares y vecinos del barrio?
8. ¿A qué estamos despiertos cuando estamos despiertos?
¿Estamos despiertos a Dios?
Podemos ir despertando a niveles cada vez más profundos en los que podemos vivir despiertos a Dios, al mundo de Dios, al nivel donde descubrimos que todo es sagrado y divino, al mundo de la presencia de Dios dentro de nosotros y en todas las personas y toda la creación.
¿Estoy despierto a Dios, a la presencia de Dios,
a mis deseos de Dios?
¿Estoy despierto a mis pensamientos de Dios,
a mis reflexiones sobre Dios,
a mis recuerdos de Dios?
¿Estoy despierto a mis proyectos sobre Dios,
a mis expectativas sobre Dios,
a mis peticiones a Dios?
¿Estoy despierto a mis necesidades sobre Dios,
a mis quejas a Dios, a mis exigencias a Dios?
¿Estoy despierto a Dios?
¿A qué estoy despierto en mi relación con Dios?
¿Despierto al susurro de Dios, a la música de Dios,
a la intuición de Dios?
¿Despierto a la transparencia de Dios,
a la presencia amorosa de Dios,
Читать дальше