Laplanche (1976) señaló que no podemos escapar al problema del masoquismo ubicando el placer en otras partes, por ejemplo, sugiriendo que el masoquista obtiene el placer mediante la identificación con el sádico que ataca al objeto; en otras palabras, el dolor se sufre como una manera de obtener un placer en otra parte . Laplanche sostiene que si eso fuera así, no habría un “problema económico del masoquismo”. El placer que él señala debe estar donde el dolor se encuentra .
Pienso que un argumento similar puede darse con respecto al placer en la destrucción, es decir, el placer no está en cualquier parte, sino donde está la destrucción. Aquí, nuevamente podemos distinguir dos tipos de placer: el que deriva de la destrucción en sí misma y el que proviene del continuo empuje hacia un estado de desmentalización pasajero.
Conclusión
Algunas veces se ha sugerido que el descubrimiento de Freud sobre la pulsión de muerte proviene de factores ajenos, tales como el hecho biográfico de su cáncer y de la deprimente coyuntura histórica de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, este tipo de argumentos parten desde la premisa que se quiere demostrar, es decir, que el concepto no tiene sentido para luego justificar lo que es visto como una desviación bizarra de Freud con un poco de ‘análisis salvaje’. Aun cuando fuera cierto que estos factores ajenos jugaron un rol en sensibilizar a Freud en la importancia de la actividad destructiva, esto no constituiría un argumento contrario al concepto. Uno podría argumentar fácilmente que la constelación familiar de Freud estaba relacionada de alguna manera con su descubrimiento del complejo de Edipo, pero sin duda esto no sería considerado un argumento contra la veracidad del concepto. La procedencia de una idea no tiene una relación transparente con su contenido de verdad, más aún muy buenas ideas pueden provenir de lugares muy extraños. Un concepto como el de pulsión de muerte debe demostrar que proporciona una mejor explicación para fenómenos clínicos que no han sido explicados adecuadamente por otras teorías existentes, debiendo llevarse a cabo el trabajo teórico necesario. Wollheim (1971), en su magistral pequeño libro sobre Freud, argumentó convincentemente que el concepto de pulsión de muerte trató un problema teórico existente desde el trabajo del narcisismo, que amenazaba el dualismo necesario para la teoría de Freud. Wollheim argumenta que la teoría de la pulsión de vida y la pulsión de muerte restituyeron una profunda dualidad de la vida mental. De modo muy interesante Norman O. Brown (1959) hace un planteamiento muy similar. Sugerí que el uso del concepto de pulsión de muerte en la teoría kleiniana contemporánea, cubre tres procesos diferentes cuya fenomenología es distintiva.
1. Actos violentos de destrucción/aniquilación, incluyendo el fenómeno interno como la aniquilación del pensar (Modelo 1).
2. La atrayente seducción en el mundo de no-pensamiento, al modo placentero del estado de ‘nirvana’ de Freud. (Modelo 2).
3. El control sádico de los objetos previniendo cualquier movimiento, esto asociado a un placer extraño (Modelo 3).
Estas actividades destructivas pueden ser consideradas como eventos (como en el Modelo 1) o procesos (como la atracción hacia un no-vacío, o una actividad sádica continua), Modelos 2 y 3. Más aún, el objetivo de destrucción puede ser un objeto o una función. Freud, lo ejemplifica en Fausto: “El Diablo mismo se define a sí como el adversario, no de lo que es sagrado y bueno, sino del poder de la Naturaleza para crear , la de multiplicar la vida: esto es Eros” (1930, p. 121, las cursivas son mías). 7
Una mayor diferenciación se encuentra en aquellos procesos que son más ‘ruidosos’, manifiestamente destructivos, buscando aniquilar todos los límites y aquellos otros procesos que se desarrollan silenciosamente.
El concepto de la pulsión de muerte aún tiene mucha oposición, pero todavía cuando ahora podemos estar menos seguros de si es útil concebirlo en términos biológicos, la existencia de una fuerza psíquica que se opone a la vida y al desarrollo y en particular al pensar, me parece que posee una solidez sustancialmente empírica y ha entregado un convincente marco teórico para comprender la profunda dualidad que gobierna la vida psíquica. Las pulsiones de vida y de muerte pueden ser consideradas como las tendencias de poderosas fuerzas siempre presentes en la mente.
En el corazón de la visión trágica de la humanidad de Freud, se encuentra la ineludible lucha entre la vida y el odio a vivir, entre el pensar y el odio al pensamiento. Sugiero que el concepto de pulsión de muerte expresa esa visión trágica en su forma madura.
Referencias bibliográficas
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Brown, N. O. (1959). Life against death: The psychoanalytical meaning of history. Middletown, CT: Wesleyan University Press.
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Freud, S. (1911). Psycho-analytical notes on an autobiographical account of a case of paranoia (dementia paranoides). The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud . Volumen 12. Londres: The Hogarth Press and the Institute of Psycho-analysis, 1975.
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Laplanche, J. (1976). Life and death in psychoanalysis . Baltimore, MD: Johns Hopkins UP.
Segal, H. (1997). The clinical usefulness of the concept of death instinct. En Psychoanalysis, literature and war . Londres: Routledge.
Wollheim, R. (1971). Freud . Londres: Fontana.
1 Publicado originalmente en The International Journal of Psychoanalysis 96 (2): 411-423. Traducido del inglés por Rodrigo Rojas Jerez.
2Freud tomó prestado el término de Barbara Low, pero es un nombre erróneo. ‘Nirvana’ se refiere a la capacidad de vaciar la mente de manera de acceder a los aspectos más profundos de la conciencia, por lo que es muy diferente de un tipo de aniquilación del pensar como la señalada por Freud.
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