Este libro es una invitación a que recorras con nosotros la senda del perdón. En él relataremos nuestra historia personal, así como las de otros que nos han inspirado, y lo que hemos aprendido acerca del proceso del perdón. Nosotros hemos comprobado que este proceso transforma situaciones y restaura lazos entre familiares, amigos, desconocidos y enemigos por igual. Lo hemos visto quitar el veneno de los pequeños desaires diarios que por descuido nos infligimos unos a otros, y curar a resultas de los actos de crueldad más brutales que quepa imaginar. Estamos convencidos de que nadie es irredimible ni ninguna situación irreparable, y de que no hay crimen que no se pueda perdonar.
Si lo que quieres es perdonar, confiamos en poder señalarte el camino a la libertad. Te enseñaremos cómo librarte del control que el perpetrador ejerce sobre ti, y cómo despojarte de las cortantes cadenas del rencor y la ira que te mantienen atado a tu experiencia.
Si necesitas perdón, confiamos en que este libro te muestre un camino claro para deshacerte de las cadenas del pasado y ayudarte a seguir adelante. Cuando comprobamos que hemos causado daño y angustia, cuando pedimos perdón y reparamos nuestros errores, cuando perdonamos y restauramos nuestras relaciones, volvemos a nuestra naturaleza inherente.
Nuestra naturaleza es buena. Sí, hacemos muchas cosas malas, pero nuestra naturaleza esencial es buena. Si no fuera así, perjudicar a otros no nos sacudiría ni consternaría. Cuando alguien hace algo espantoso, se le cita en las noticias porque es la excepción de la regla. Vivimos en medio de tanto amor, bondad y confianza que olvidamos lo extraordinario que es esto. El perdón es la manera en que recuperamos lo que nos quitaron y restauramos el amor, bondad y confianza perdidos. Cada acto de perdón, sea grande o pequeño, nos permite sanar. El perdón no es sino la forma en que nos procuramos paz a nosotros mismos y al mundo.
El libro del perdón se dirige principalmente a quienes deben perdonar. Esto es así porque incluso quienes necesitan perdón deben perdonar a su vez el daño que se les ha infligido. De lo que se trata no es de excusar o justificar nuestros actos, sino de reconocer el daño que pasa de mano en mano y de una generación a otra. Nadie nace criminal; nadie nace cruel. Todos nacemos buenos, pero esta bondad puede ser destruida fácilmente.
Los sudafricanos decidimos buscar el perdón más que la venganza. Esta decisión impidió un baño de sangre. Toda injusticia nos pone frente a un dilema. Como ya dijimos, puedes elegir el perdón o la venganza, aunque esta última siempre es costosa. Elegir el perdón antes que las represalias te convierte a la larga en una persona más fuerte y más libre. A quienes optan por perdonar, la paz los alcanza siempre. Mpho y yo hemos visto los efectos de beber el amargo veneno del rencor y la ira —cómo éstos corroen y destruyen desde dentro—, pero también el modo en que el dulce bálsamo del perdón alivia y transforma hasta las situaciones más virulentas. Por eso podemos afirmar que hay esperanza.
La senda del perdón no se emprende alegremente, ni se recorre sin temor de que las cosas no salgan como se planeó. El perdón es una conversación y, como las conversaciones más importantes, necesita un lenguaje claro, honesto y sincero. Este libro te ayudará a aprender el lenguaje del perdón. A lo largo del camino ofreceremos meditaciones, ejercicios y rituales para guiarte y ayudarte en tu marcha. Esperamos que algunos de estos ejercicios te brinden alivio y consuelo y te inspiren compasión. Suponemos que otros te desafiarán.
Abusaríamos de tu buena fe si no te dijéramos que, como en el caso de toda conversación, el resultado del proceso del perdón no puede saberse de antemano. Este libro no es un curalotodo, una panacea. Pero confiamos en que estas páginas te guíen al resultado que buscas. Que en ellas adquieras las habilidades y disposición de ánimo que necesitas para reparar tus relaciones y contribuir en forma importante a reparar el mundo.
En Sudáfrica, Ubuntu es la manera de dar sentido al mundo. Este término significa literalmente “humanidad”. Se trata de la filosofía y creencia de que una persona lo es sólo gracias a quienes la rodean. En otras palabras, somos seres humanos sólo en relación con los demás. Nuestra humanidad nos une, y toda rasgadura en la tela que nos enlaza ha de remendarse para que podamos volver a ser uno. Esta interconexión está en la raíz misma de lo que somos.
Recorrer la senda del perdón es reconocer que tus malas obras te dañan tanto como a mí. Recorrer la senda del perdón es reconocer que mi dignidad está unida a la tuya, y que cada mala acción nos lastima a todos.
Pero aun reconociendo nuestra interconexión, el perdón puede ser un camino difícil de atravesar. Algunos días parecerá que por cada paso al frente damos dos atrás. Pero éste es un viaje. Y antes de comenzar todo viaje, largo o corto, debe haber disposición a dar ese primer paso tentativo. Un proverbio gaélico sostiene que “Nada es fácil para el renuente”. Sin buena disposición, este viaje será imposible. Antes de la compasión está la disposición a sentirla. Antes de la transformación debe creerse que ella es posible, y haber disposición a experimentarla. Antes del perdón debe haber disposición a considerarlo.
Haremos contigo este viaje. Aun si crees imposible perdonar o que lo que has hecho es tan atroz que jamás se te perdonará, caminaremos a tu lado. Si dudas que tu situación pueda transformarse, te invitamos a hacer la prueba. Si no tienes esperanza, la culpa te ha paralizado, la aflicción te ahoga o estás lleno de ira, te invitamos a que nos acompañes. Haremos contigo este trayecto porque creemos que te brindará gracia y transformación. Y te invitamos a hacer este viaje con nosotros no porque sea fácil sino porque, al final, la senda del perdón es la única que vale la pena seguir.
PLEGARIA ANTES DE LA PLEGARIA
Quiero estar dispuesto a perdonar,
pero no me atrevo a pedir la voluntad de hacerlo,
porque podría ser que tú me la dieras
sin que yo esté listo todavía.
Sin que esté listo para ablandar mi corazón,
sin que esté listo para volver a ser vulnerable,
sin que esté listo para ver que hay humanidad en los ojos de mi torturador
o que quien me lastimó también ha llorado, quizá.
Sin que esté listo para el viaje,
sin que me interese el camino.
Estoy en la plegaria antes de la plegaria del perdón.
Concédeme la voluntad de perdonar,
aún no, pero pronto.
¿Podré formar siquiera la palabra
“Perdóname”?
¿Me atreveré siquiera a mirar?
¿Me atreveré a ver el dolor que he causado?
Miro las piezas dispersas de esa cosa frágil,
de esa alma que trata de elevarse en las alas rotas de la esperanza,
pero sólo con el rabillo del ojo,
porque temo.
Y si temo ver,
¿cómo no he de temer decir
“Perdóname”?
¿Hay un lugar donde podamos encontrarnos?
Tú y yo.
El sitio intermedio,
la tierra de nadie
sobre cuyas líneas nos sentemos a horcajadas.
Donde tú tengas razón
y yo también,
y ambos estemos equivocados y chasqueados.
¿Podemos reunirnos ahí?
Y buscar el lugar donde el camino empieza,
el camino que termina cuando perdonamos.
PROVISIONES DE VIAJE
Todos los viajes requieren provisiones. En éste necesitarás dos objetos para tu curación:
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