Para Diego, Federico y Lolita
“¿Tú eres niña bien, verdad?”, me preguntaron el otro día.
Me quedé de a seis. No supe qué responder. ¿En qué consiste ser niña bien? Las hay de varias categorías, a saber:
Niñas bien, bien . Viven en Las Lomas o en San Ángel. Casi no se maquillan. Siempre visten sport con un estilo muy clásico. Tienen amistades internacionales. Su mayor preocupación es tener “clase”. Desprecian a los nuevos ricos y a los políticos. Tienen escritura “picudita”, como la que enseñan en el colegio de monjas. En sus cenas íntimas, usan joyas de familia. Se sienten por encima de la crisis. Su shopping lo hacen en París como lo hacían su abuela, su mamá y sus tías. Los fines de semana se van a sus haciendas. Dejan caer con cierta naturalidad algunos vocablos en francés: “nouveau riche”, “très comme il faut”; cuando viajan a Nueva York, van exclusivamente a restaurantes franceses. Se hospedan en hoteles con muy pocos cuartos. No se mezclan con cualquier gente. Juegan bridge en su grupo. Y son parientes de “todo México”. A sus sirvientas las tratan como si fueran de la familia.
Niñas bien, fresas . Las que trabajan lo hacen en relaciones públicas o como edecanes, y las que estudian, se sienten atraídas por historia del arte, o por la carrera MMC (“mientras me caso”). Siempre están a la última moda, pero no tienen gusto refinado. Les gusta abrazar mucho a sus novios pero, obviamente, no se permiten ir más lejos… Van a todas las discotecas (Quetzal, Magic, etcétera). Ya dejaron de usar frenos, pero ojo, no son desenfrenadas. Las casadas están muy conscientes del triunfo de su marido, que por lo general es ejecutivo de cuenta. En las vacaciones largas se van a La Jolla y los fines de semana a Valle de Bravo. Por las noches miran cablevisión con sus hijos para que practiquen su inglés. A las 10:00 p.m. cambian el canal a 24 Horas para ver qué ha pasado con Díaz Serrano, “qué cosas, se veía tan buena gente, el pobre”. Casi todas vienen del colegio Vallarta o del Regina.
Niñas bien, liberadas . A ellas no les gusta que les digan que son niñas bien. Ya no son vírgenes y por las noches, antes de dormir, a veces tienen remordimientos. Por lo tanto actúan en sociedad y dentro de su casa como si fueran vírgenes. Sueltan de vez en cuando una palabrota, pero sienten que no les queda, que no les sale natural. Discuten con los muchachos de política. Hablan mucho de sexo y de mota como si fuera una cosa muy normal. Leen los periódicos, pero confiesan que no entienden a Carlos Monsiváis. Coquetean con los nacos. Son amiguitas de sus muchachas y les regalan maquillajes. Usan huipiles sobre pantalones Calvin Klein. Las que trabajan lo hacen en una agencia de viajes, para viajar solas y conocer otras cosas… Las casadas le “pintan el cuerno” al marido, pero eso sí con muchos remordimientos.
Niñas bien, en decadencia . Por lo general son de familias tradicionales, de provincia, venidas a menos. Visten con falda gris y mocasines de León, Guanajuato. Llevan con orgullo su anillo de graduación. Nunca faltan a la comida de exalumnas. Y naturalmente sus hijas van al mismo colegio donde ellas estudiaron. Sus casas también parecen en decadencia, pero se siente el toque tradicional. Usan muy bien los cubiertos. Acaban casándose con muchacho de trabajo, middle-class.
Niñas bien, universitarias . Estudian en universidades de paga. Asisten a clases en jeans Jordache con chamarra de piel. Les encanta la literatura latinoamericana contemporánea. A veces confunden a Freud con Fromm. A todo el mundo le hablan de “tú”. Van en grupos a cines de arte. Se enfrentan constantemente con su mamá quien, obviamente, nunca fue a la universidad “y hay muchas cosas que no entiende”. Después de clases se juntan con los maestros, a quienes les hablan también de tú, para tomar un café y discutir la crisis. Se consideran feministas porque leen a Anaís Nin. Algunas hasta se afilian al PSUM.
Niñas bien, pobretonas . No saben ni nadar, ni esquiar, pero tienen tipo de gente decente. No van de vacaciones donde van sus amigas, “niñas bien, bien”. Se mandan arreglar la ropa que le regalan las primas, que sí viajan. Las casadas, en su casa nada más tienen una sirvienta. No gastan en el salón. Tejen ellas mismas los suéteres de sus hijos, eso sí, de muy buen gusto. Hacen compras en El Palacio de Hierro. Usan ropa de entre tiempo. En lugar de abrigo tienen gabardina. Manejan un Renault 5. No tienen jardín, sino patio. El domingo comen en casa de sus suegros, en la colonia Roma.
Niñas bien, sonsas . Se hacen todo en el salón (pedicure, manicure, depilación, rayos, etcétera) pero ellas llevan su enjuague y su champú estadunidenses. Obviamente fuman, pero no saben dar el golpe. Se visten con todo gringo. Vienen a darles masaje a domicilio. Creen que Walt Disney es muy buen escritor porque escribió Alicia en el país de las maravillas y Cenicienta . Sí son vírgenes y si no, no se han percatado de lo contrario. Su máximo sería irse a vivir a California. Estudiaron nada más secundaria y un año en Estados Unidos. Su peor desgracia es no tener plan el sábado. No pueden salir de Las Lomas, Polanco o Anzures porque se pierden. Creen que México es rico porque en un dólar hay 150 pesos. Con sus amigas discuten quién de ellas se viste verdaderamente bien y quién es la más guapa. Para todo dicen: “te lo juro, ay qué linda, me fue super, le mando un besote”, y también al despedirse por teléfono. Cuando hablan de sus padres dicen “mi mami y mi papi son lindos”. De la situación del país opinan: “Ay, esta crisis ya me está chocando, me cae gorda, que ya se acabe, ¿no?”. Cuando se casan lo hacen con un sonso.
Niñas bien, intelectuales . Trabajan en una dependencia cultural de gobierno. No se pierden ninguna exposición, conferencia o semana del cine internacional. Les mandan invitación para galerías o eventos culturales. Tienen muy buenos amigos en Bellas Artes y en Relaciones Exteriores. Están suscritas a la revista Vuelta y reciben a su nombre National Geographic Magazine . Estudian letras, antropología o historia. Leen con atención la sección cultural de los periódicos. Cuando van en su coche Renault 18, escuchan Radio UNAM. Lo que más les gusta es ir al Bar León con sus amigos y hablar de literatura y de los problemas sociales de México.
Niñas bien, hijas de políticos . Son muy altaneras, hablan muy fuerte y lo vulgar se les hace chistoso. Gastan mucho y no pagan sus cuentas. Creen que el poder del dinero es lo más importante en la vida. En las fiestas acaban coqueteándole a los mariachis. A sus guaruras y a sus sirvientes los tratan con despotismo haciéndolos sentir menos.
Niñas bien, mochas . Son muy recatadas en su forma de vestir. Cuando se pone un poco feo el tiempo, usan su eterna falda escocesa. No les gustan los pantalones. Tienen traje de baño de una sola pieza. Las solteras son vírgenes, “bendito sea Dios”. Los maridos de las casadas son alumnos del IPADE. Tienen todos los hijos que Dios les mande. Las veinticuatro horas del día sienten que tienen que ser bien educadas. Utilizan mucho el “usted”. Ayudan a sus muchachas cuando éstas están embarazadas, claro, a tener el bebé, del cual después, encantadas, son las madrinas. Admiran a Burgoa. Cuando regañan a sus hijos lo hacen de una forma muy profunda: “Mira, mi hijito, los pobres son iguales que tú”. Son sus amigas y siempre les hablan con la verdad. Forman parte, con sus maridos, de las juntas de padres de familia y son expertas en problemas de adolescentes. Le piden a la Virgen de Guadalupe por la salvación del país.
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