Guadalupe Loaeza - Las niñas bien

—Sí mira, ahora sí que se va a poner la cosa dura. Ándenles, ándenles señores policías, denles su merecido. Nada más con palos entiende esta gente. Denles de macanazos, desaparézcanlos, mátenlos, como en 68, así igualito —gritaba la del volante a través de la ventana hacia la valla de granaderos que se encontraba frente a los manifestantes.

—De seguro que están pidiendo aumento. Y nosotras, mientras, claro, pague y pague impuestos. Bueno, yo me pregunto, ¿para qué diablos quiere más dinero esta gente, si siempre ha sido pobre?

—Pues sí ¿verdad? A ellos no los amolaron con los mexdólares, sus hijos van a escuelas del gobierno, a ellos no les cortaron los viajes al extranjero. No tienen gastos como uno. Ellos están impuestos a un tipo de vida low-class.

—Qué manera de provocar tienen estos desgraciados. ¿Qué hacemos?

—Cálmate, no hay nada que hacer, por lo pronto, pon otra cinta de Neil Diamond y sube más el aire acondicionado.

—Híjole, y luego no quieren que gane el PAN, si los del PRI no dan pie con bola. Que les echen a los perros de la policía, ésos que desfilan el 16 de septiembre, ¿ya sabes cuáles? Te lo juro que yo ya me largo de este país.

—Yo también estoy pensando muy seriamente irme a vivir a San Diego. Si siguen así las cosas esto truena, ya verás.

—¿Qué horas son?

-Casi la una ¿Qué hacemos?

—Mira, si esto no avanza, dejamos el coche y nos vamos a comer al Champs Élysées, al fin que ya no van políticos. ¡Qué horror!, siento que me estoy asfixiando con este calor. Oye, y si le hablamos a la AMA para que con una grúa nos saque de aquí.

—Big joke, y ¿cómo llega la grúa hasta acá, me puedes decir?

—Sí ¿verdad? Ay oye, mira allá arriba en el cielo, ese helicóptero, lo ves. Mira, fíjate cómo les está haciendo señas a los granaderos de abajo. ¿Ya te fijaste?

“Señor, señor, aquí es la manifestación”, gritaba la del volante.

—Qué padre, ya nos vinieron a salvar. Ahora sí que los van a empezar a desalojar. ¿Escuchas las sirenas de las patrullas y las ambulancias? Bien merecido se lo tienen. Hasta que por fin; ¡bendito señor Aguirre! Ahora sí ya vamos a poder ir a comer rico al Champs. Lo que más me gusta de allí, ¿sabes que es? Los riñones al vino tinto y el soufflé glacé. ¿Y a ti?

“¿Les pido más café?”, pregunta la linda anfitriona de la casa a su grupo de amigos de toda la vida. De lo más relax, en la biblioteca frente a la tele, vemos conversando a unos en el suelo vestidos deportivamente con su jumpsuit, y a los otros en blue jeans y playera, hojeando los periódicos del día sobre confortables sillones forrados en gamuza color caramelo: “¿Se acuerdan que justo hace un año también lo vimos juntos? Nunca se me olvidará la borrachera que nos pusimos; acabamos todos llorando”. “Cómo se me va a olvidar, si este Luis Carlos casi rompe la pantalla de la tele con el cenicero cuando lo de la nacionalización. Sssh sssh, cállense que ya va a empezar.”

—Mami, mami, ¿por qué no cambias de canal? Porque todo es lo mismo, váyanse al jardín. ¿Cuánto te apuestas que nos va a decir que ya no hay crisis? Ay, siempre dicen lo mismo. Tu tele es nueva ¿verdad? Sí, es que le instalé la antena de satélites, ésa que capta cincuenta y cuatro canales estadunidenses. ¡Adivina hasta qué horas me quedé forrando libros del colegio? Ssh, sssh, que está hablando de política interior. ¿Sabes qué me contaron?, que en Chihuahua los del PAN andan con las fotos de los dos últimos y le preguntan a todo el mundo: “¿Quiere votar por personas así, y del mismo partido?”. Te juro que si legalizan lo del aborto, dejo de creer en la renovación moral. Híjole, ¿te imaginas a Díaz Serrano escuchando todo esto en la tele del Reclusorio Sur en compañía de sus compañeros? Ay, pobre, ¿no? ¿Qué te pasa?, ha de estar practicando tenis. ¿Leíste que el Trampas está en Europa? De seguro que está en Suiza.

Mira, mira quién está allí, híjole, trae una cara. Oye, ¿cómo se llama el de anteojos negros? ¿Y de veras no va a haber aplausos?, pero si eso era lo que ponía ambiente. A ver, ¿cómo sabe uno si lo que dice está bien? ¿Cuándo entran tus hijos al colegio? ¿Ya viste al de atrás?, se ve cansadísimo. Sssh, sssh, cállense que no dejan escuchar. Ay sí, claro, “el destino de la nación está en juego”, pues es obvio, si se la han pasado jugando con ella por años. ¡Cuánto te apuestas que lo peinó esta mañana su peluquero! Oye, pues lee muy bien. ¿No te daría pavor que de la hoja 34, sin querer, se pasara a la 41? Mira, mira quién está allí, cada día está más calvo. Ha de ser por todo lo que piensa, ¿no crees?

—Mami, ¿cuánto falta para que se termine? Sssh, sssh, sácame a estos niños de aquí, que se vayan al jardín. Oye, qué chistoso, nunca enfocaron a Beteta cuando se habló de Pemex. ¿No se te hace raro? Es que lo del sindicato se está poniendo grueso, bien grueso. Ay, qué bueno que ya no dé cifras. ¿De qué cifras quieres que hable?, si ya no hay lana para nada. Ay, yo extraño los aplausos, por lo menos deberían poner comerciales, para respirar un poco ¿no?

—Mami, mami, queremos ver la tele americana. ¿A poco todavía está hablando? ¿Cuándo va a terminar, mami? Sssh, niños, vayan al jardín. Oye gordo, ¿cuando hablan de economía mixta, quiere decir que es una economía para hombres y mujeres a la vez? Sssh, sssh, cállense que está hablando de Centroamérica. Mira, mira, allí está Bernardo. De todo el gabinete es el que tiene mejor tipo, ¿no creen? Todos los demás deberían imitar cómo se viste. Sinceramente, creo que exageraron con eso de Contadora.

—Mami, mami, ya cámbiale, please mami, se está tardando un chorro, lleva horas diciendo lo mismo. Sssh, sssh, niños, lárguense de aquí que no dejan oir. Fíjate que siempre que hablan de tasas de interés, no sé por qué me acuerdo de mis tazas inglesas de porcelana, que eran di-vi-nas y que me robaron de muy recién casada.

¿Cómo no nos vamos angustiar nosotras las amas de casa si ya no podemos viajar a hacer nuestro shopping a Estados Unidos? ¿Tú crees que dirija algunas palabras a las jefas de manzana? ¿Qué horas son? Qué barbaridad ya es tan tarde. Voy a pedirle a la muchacha que nos suba queso y vino como botanita, ¿no creen?

—Mami, mami, ¿cuándo va a terminar? ¿De veras, no se han aburrido? Niños, sálganse de aquí, o su papá los va a regañar. Sssh, sssh, cállense, que están hablando de la banca. El pobre de mi marido todavía tiene esperanzas que la desnacionalicen. Dentro de unos años vamos a ver si no será de verdad botín político. Ya veremos. Mira, mira quién está allí, es el de Pesca. Híjole, tiene una cara. Es que ¿te imaginas cuántos informes se ha echado el pobre?

—Mami, mami, ya cámbiale a cablevisión, ¿cuándo va a terminar? Sssh, sssh, cállense que está hablando de la educación. ¿Cuánto crees que pagué de colegiaturas en el Vista Hermosa? A la mejor, si nacionalizan las escuelas privadas, nos sale mucho más barato. Sí pero ¿te imaginas?, llevarían puros libros de texto tipo colegio Benito Juárez. ¡Qué horror! Mira, mira ése cómo está grillando. ¿Tú crees que realmente estén escuchando con atención? Pero para na-da. Han de estar pensando con quién van a comer en Prendes, por qué fulano los saludó pésimo, a quién se van a grillar a la salida, etcétera.

—Mami mami, pero por favor, ¿hasta cuándo se va a acabar? Lleva horas y horas hablando de lo mismo y lo mismo; mira, ya hasta se durmió mi tía Mónica. ¿Sí, mami?, please. Sssh, sssh, váyanse de aquí niños. ¿De veras no se quieren quedar a comer? Tengo unas puntas de filete de-li-cio-sas. Oye, yo sí creo que nos ha abatido y desorientado la crisis; mi marido se acaba una caja de melox diario. Te fijaste que cuando dijo “no podemos bajar la guardia”, el de atrás se despertó y se puso derechito, derechito. Qué curioso cuando dijo “desechemos inmoralidad e ineficiencia, consumismo”, yo clarito oí “comunismo”. Eso se llama wishfull thinking, querida.