Ignacio Vidaurrázaga Manríquez - Martes once la primera resistencia

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Una investigación periodística que reconstruye las primeras veinticuatro horas del golpe militar en diversos lugares de Santiago, a partir de los testimonios de los y las sobrevivientes que resistieron con armas y las confesiones de los militares que actuaron ese día.

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En la composición del escenario del cerco a La Moneda y del ambiente reinante entre las tropas, resultará muy revelador el texto de los periodistas Jorge Rojas y Carla Celis, quienes escribirán una extensa crónica basada en testimonios de conscriptos sobre el rol de estos durante el 11 y los días siguientes 20.

A las diez de la mañana, Gaspar Sánchez está en la Plaza de la Constitución con su SIG. Lo que tiene enfrente es una guerra. Y le gusta. Le dispara a La Moneda y a uno que otro perro de los que todavía hay en la Plaza.

—Ahí disparé caleta. Lo hacía pa’ huevear, por gusto; perro culiao que me ladraba, pah-pah-pah. Listo.

No está solo. Al Palacio también le disparan tanques y otros fusileros. En total, 50 mil proyectiles se lanzan sobre el centenario edificio.

—Yo estaba con el Luis Patiño , el rubio. Con ese huevón éramos los más malos en el regimiento. Sombra que se veía, tirábamos.

Cuando los Hawker Hunter lanzan sus misiles, Sánchez se fondea detrás de unos arbolitos. A casi cien metros, ve arder el edificio. Juan Molina llega a la pelea por Alameda. Los oficiales que acompañan su columna —que viene a pie desde avenida Matta— están sin distintivos, confundidos entre los soldados para despistar a los francotiradores. Han dado pocas instrucciones a la tropa: el fusil, han dicho, pueden llevarlo a gusto: para disparar tiro a tiro o a ráfagas; con o sin seguro. La mayoría lleva el dedo en el gatillo.

Cuando los soldados llegan a Lord Cochrane con Alameda, los barren a balazos desde el Ministerio de Obras Públicas. Son los francotiradores del GAP, con sus AK-47. Uno de los militares cae: el sargento primero Ramón Toro Ibáñez , a cargo de la sección de Molina.

—Le pegaron un balazo en la cabeza y uno de mis compañeros agarró una subametralladora y disparó al edificio de donde salieron las balas.

Molina se parapeta. Algunos soldados se meten en los túneles de la construcción del Metro y se van a quedar ahí hasta el otro día. Pero la sección de Molina, sin mando, camina hasta La Moneda, refugiada en los muros y repeliendo balazos. Así llegan a Morandé con Agustinas, donde hay camiones y tanques. Por la radio de los vehículos escuchan que se trata de un golpe. Se quedan ahí esperando órdenes. —Después pasaron los Hawker Hunter. Al rato supimos que el presidente había muerto. Vimos una ambulancia de campaña y que lo sacaban tapado con un chamanto. La tarde se le va a Molina ahí, al lado de las ruinas del Palacio. A las cinco de la tarde vuelven los disparos desde Obras Públicas y el Hotel Carrera. El cabo segundo Agustín Luna (22) recibe un balazo en el cuello. Muere.

Hay confusión en esas primeras horas. Enfrentarse a las balas de verdad generará confusión en los soldados bisoños que aún no saben que su servicio militar se alargará en el tiempo y que las secuelas de estos días los perseguirán de por vida. La excavación de la línea 1 del Metro de Santiago (en ese tiempo a rajo abierto en la Alameda) será una buena trinchera para guarecerse del fuego de los francotiradores. También ayudará a disimular el miedo frente al combate real que recién comienza.

Los principios del coronel Ramos

En otro sector de Santiago, al interior de la Escuela Militar, sucede un hecho inusual en el Estado Mayor del general César Benavides.

A las 06:00 horas en punto, el coronel José Domingo Ramos , jefe del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares, se presentó ante el general César Benavides [...] . En la Escuela Militar y cuando el reloj de su despacho marcó las 08:00, Benavides le ordenó a su jefe de Estado Mayor, el coronel Ramos, que citara a reunión al cuartel general [...] vio llegar en pocos minutos a los veinte oficiales en estado de excitación [...] . Y Benavides comenzó a hablar: «Las Fuerzas Armadas a partir de ahora se hacen cargo del país. Desde este momento somos gobierno» [...] . Ramos pidió la palabra: «Mire mi general, no comparto la solución [...] mi general, disponga de mí, porque no lo voy a acompañar [...] este no es el camino, va en contra de mis principios y los de la institución». [...] Benavides respondió: «Se acepta su retiro, coronel» 21 .

El coronel José Domingo Ramos Albornoz, hasta ese momento jefe de Estado Mayor del Comando de Institutos Militares, presentará su expediente de retiro al Ejército de Chile, al que sirvió por más de treinta años. Había tenido como profesores, jefes e instructores a los excomandantes en jefe René Schneider y Carlos Prats 22.

Desde San Bernardo, la Escuela de Infantería (EISB)

El 10 de septiembre a las 16:00, el mayor Iván de la Fuente Sáez, comandante de batallón, recibió del coronel Leonard Konnig, director de la EISB, instrucciones de que el martes 11 estará a cargo del traslado de toda la Escuela hacia Santiago para que esta se desempeñe como reserva de la Agrupación Plaza de Armas.

El 11 a las 08:00 salí de la Escuela con mil hombres y designé al alférez Ludovico Aldunate Herman como ayudante [...] . Nos dirigimos por Panamericana hacia el norte llegando a San Joaquín y luego desde ese lugar a Vicuña Mackenna y desde ese punto a la plaza Baquedano [...] lugar donde se dejó una compañía para controlar el movimiento de vehículos [...] . Desembarcamos con todo el personal en la Estación Mapocho y luego a pie caminamos por 21 de Mayo hasta la Plaza de Armas, llegando cerca de las 10:30, allí esperé instrucciones que debían ser comunicadas por el general Arellano Stark.

El teniente Juan Carlos Salgado Brocal declarará:

El día 11 de septiembre de 1973 tenía el grado de teniente y me desempeñaba como jefe del curso de sargentos. Fui designado como comandante de una sección de la EISB para efectos de ese día [...] . Mi capitán era Francisco Rojas Martínez . Se me ordenó me presentara a las 00:00 en el cuartel [...] pero no nos dijeron el motivo de tal medida [...] repartieron cuellos naranjas a todo el personal y se nos asignó los vehículos para transportarnos en cuanto se ordenara. Antes de salir, se nos manifestó que íbamos a cumplir una misión muy importante. Siendo alrededor de las 09:00 nos ordenaron embarcarnos en los vehículos rumbo a Santiago. En el trayecto nos enteramos de lo que ocurría porque alguien en una radio portátil había escuchado al expresidente Allende haciendo un llamado al pueblo para que defendiera su régimen 23 .

A continuación, prestará declaraciones ante el tribunal el teniente René Miguel Riveros Valderrama 24:

El día 11 cumplía servicios en la EISB en la compañía de Morteros con el grado de teniente, para esa época integraba el equipo de pentatlón del Ejército [...] por ese motivo antes del 11 había sido agregado a la Escuela Militar para preparar el Campeonato Sudamericano. El 11 me encontraba en mi domicilio y mi padre me avisa que por radio se anunciaba un pronunciamiento militar [...] traté de comunicarme con la EISB sin éxito y ante ello decidí dirigirme a la Escuela Militar, a las 10:00 tomé contacto con el comandante del Batallón de Servicios [...] el comandante Jorge Arangua [...] . Finalmente quisiera señalar que, de acuerdo a mi percepción personal, quien estuvo a cargo de la toma de La Moneda fue mi general Arellano y con posterioridad asumió dicha responsabilidad el general Palacios 25 .

Seguramente al declarar ante un tribunal treinta y ocho años después, la realidad puede acomodarse, y aquellos pasajes más duros y comprometedores de ese día pueden ser obviados. Así han podido ser todos estos testimonios de hombres de armas, pero, de todos modos, lo que revelan es significativo para reconstruir estas trascendentales horas.

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