Ignacio Vidaurrázaga Manríquez - Martes once la primera resistencia

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Una investigación periodística que reconstruye las primeras veinticuatro horas del golpe militar en diversos lugares de Santiago, a partir de los testimonios de los y las sobrevivientes que resistieron con armas y las confesiones de los militares que actuaron ese día.

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Como en todos los casos, oficiales-enlace, enviados por los comandantes de regimientos, se han dirigido durante el transcurso del lunes 10 de septiembre al Comando de Institutos Militares para recibir las órdenes del día siguiente. Se trata de oficiales de inteligencia, «encargados de seguridad» (como dirán ante el tribunal) de extrema confianza de sus mandos directos, los coroneles «comandantes de regimientos», que deberán ser los mandos operativos del «Plan Ariete»: las primeras localizaciones de tropas en torno al Palacio de La Moneda, en las calles Alameda, Agustinas, Moneda y Bulnes.

El oficial Cardemil declarará:

En la Escuela de Suboficiales [...] me desempeñaba como encargado de seguridad. El 10 de septiembre, en horas de la tarde, el director de la Escuela, el coronel Julio Canessa Robert, me ordenó concurrir al Comando de Institutos Militares para presentarme ante el general Benavides, comandante del Instituto. Retornamos a la Escuela de Suboficiales con el teniente Ramírez Hald , quien solo me acompañó como chofer. A eso de las 07:30, y luego de haberse escuchado el primer bando militar, salimos las cuatro compañías con sus respectivos oficiales y cuadro permanente a cargo del director coronel Canessa y su plana mayor, entre los cuales estaba yo por no tener mando de tropa. En principio, nos dirigimos por calle Copiapó hasta Lord Cochrane, Nataniel y Bulnes, donde quedamos en espera de nuevas instrucciones, las que eran dadas por el subdirector de la Escuela, teniente coronel Osvaldo Hernández Pedreros [...] . En el Ministerio de Defensa [...] el general Bonilla me pregunta con cuánta gente andaba, a lo que respondí que solo tenía una escuadra, por lo que recuerdo le ordenó al teniente Jorge Herrera , quien también había llegado a ese sitio, que me acompañara [...] . [Entonces,] nos fuimos por la galería Antonio Varas.

[...]

Finalmente, quisiera indicar que de acuerdo a mi percepción el ataque terrestre a La Moneda no fue previamente coordinado, ni tampoco dirigido por nadie [...] ya que la mayoría de los que participamos actuamos instintivamente 16 .

Por su parte, el teniente Hernán Ramírez Hald 17, perteneciente a la Escuela de Suboficiales, comandante de sección y jefe de curso, complementará:

En horas de la madrugada del día 11 de septiembre, se dispuso que dos compañías debían salir a la calle, sin proporcionarse mayores antecedentes, correspondiéndole a mi compañía, la cual estaba integrada por tres secciones de aproximadamente treinta hombres cada una, dirigirse al sector de plaza Almagro en avenida Bulnes, donde debíamos esperar instrucciones. En dicha área nos mantuvimos hasta después del bombardeo aéreo y terrestre.

El Blindado Nº 2

No fue fácil que este regimiento se incorporara a la conspiración del martes 11, considerando los acontecimientos del 29 de junio. Aquel día, el Blindado Nº 2 había sido el único destacamento alzado en todo el país, pero después terminó cercado y vencido por los regimientos leales al gobierno de Allende. Por consiguiente, se instruyó a un general como Javier Palacios para que fuera muy temprano (y acompañado de un

Estado Mayor) a asegurar el apoyo de un personal todavía desconfiado y herido, ya que los siete soldados de este regimiento fallecidos en los enfrentamientos con las tropas leales aún «penaban» entre sus compañeros de armas.

El entonces mayor Jaime Patricio Núñez Cabrera 18declarará ante el tribunal:

En horas de esa mañana, a eso de las 06:00, el general Palacios se dirigió al Regimiento Blindado N° 2 de calle Santa Rosa, por lo cual ordenó que algunos subalternos lo acompañásemos a esta unidad, entre los cuales estaba el mayor José Quinteros , desconociendo hasta ese momento el propósito de nuestra misión. Solamente sabía que esa unidad iba a formar parte de la Reserva General de la zona metropolitana, ya que al llegar al regimiento Blindado, el general Palacios se reunió con el comandante de dicha unidad, del cual ignoro [su] nombre, a quien supongo se le dieron las instrucciones directas del empleo de esta unidad. En lo personal, en ese momento me impongo de cuál sería nuestro objetivo, ya que emprendimos la marcha hacia el centro de Santiago. No obstante, es dable señalar que a nivel de oficiales ya sabíamos que La Moneda sería rodeada por fuerzas del Ejército [...] . Alrededor de las 08:00 llegamos al sector de Plaza Bulnes casi todo el regimiento Blindado, con gran parte de sus medios, donde se incluían tanques, carros de transporte, haciendo presente que en los alrededores se desplegaban otras unidades de la guarnición de Santiago.

El ruido es ensordecedor. Las orugas rasguñan el pavimento y las enormes moles de acero comienzan a moverse y salir. Los vecinos del regimiento Blindado despiertan asombrados, fisgoneando con extremo cuidado por sus ventanas para ver cómo los tanques forman una columna en la calle Santa Rosa. Ya conocían ese ruido por las maniobras y paradas militares. También por la sublevación fracasada del 29 de junio, donde temieron lo peor cuando las tropas leales rodearon a los tanquistas insurrectos.

Los blindados de ese regimiento son tanques ligeros M-41: carros rápidos y maniobrables, con un peso de poco más veintitrés toneladas, ocho metros de longitud, 3,2 de ancho y 2,71 de altura. Su blindaje es de 38 mm, y su armamento consiste en un cañón M-32 de 76 mm y dos ametralladoras: una punto 50 y otra punto 30. El día del tanquetazo estos blindados habían cercado La Moneda y el Ministerio de Defensa, por lo tanto conocían tanto el terreno en que se localizarían como el impacto psicológico que causaría su presencia en el centro cívico del país.

José Antonio Quinteros Masdeud es parte de los oficiales de plana mayor que acompañan en la madrugada al general Javier Palacios al único regimiento de tanques de la capital. Ante el tribunal, Quinteros declarará 19:

En horas de la noche del 10 de septiembre [...] el general Palacios nos llamó a una reunión a los jefes de departamento y nos informó que a contar de ese momento él había sido designado comandante de la reserva [...] yo había sido designado como su ayudante [...] también cumpliría la misma labor el mayor Jaime Núñez . El día 11, en horas de la madrugada y mientras permanecíamos en las oficinas de la Dirección, a las 05:00, junto al general Palacios y sus dos ayudantes iniciamos el movimiento hacia el regimiento Blindado. Allí el general tomó el mando de la reserva que nos aguardaba y comunicó a todos que nos dirigíamos hacia La Moneda con la finalidad de que las FF.AA. conminaran al presidente a cumplir con lo establecido en la Constitución del Estado, ignorando cuál era el objetivo final. A continuación, «encolumnamos » la marcha hacia la plaza Bulnes, llegando a eso de las 07:45 [...] . Allí el general Palacios informó al almirante Carvajal , quien era el jefe de todas las fuerzas [...] . Mientras estábamos en ese lugar comenzamos a recibir una gran cantidad de ráfagas de disparos de armas automáticas desde la Torre Entel y desde los edificios que se ubicaban en las calles de los alrededores. Posteriormente, recuerdo que acompañé al general Palacios a efectuar un primer momento de exploración para el análisis de la situación [...] hacia la calle Alonso de Ovalle y la compañía de bomberos de calle Nataniel [...] regresando a nuestra posición a la espera de instrucciones.

[...]

No recuerdo la hora exacta, pero antes del atardecer nuestra unidad fue retirada del lugar, siendo relevada por un batallón de la EISB.

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