En este contexto, la agricultura es la actividad en la que se manifiesta con mayor intensidad la interacción humana con su entorno natural. Es un proceso de coevolución entre los ecosistemas artificializados y las culturas humanas (Hecht, 1995, 1999). En el plano agrario, la dimensión ambiental exige entonces comprender las limitaciones y potencialidades del escenario biofísico o ecosistémico en el que se desarrollan las actividades de producción, pero al mismo tiempo dicha dimensión implica una aproximación cultural a los grupos humanos, de manera que se puedan entender las trasformaciones de la naturaleza que han propiciado su capacidad adaptativa (León, 2014).
A raíz de las grandes hambrunas ocurridas en China e India, en los años sesenta los países industrializados diseñaron a nivel global un programa técnico, económico y administrativo denominado genéricamente Revolución verde y caracterizado, entre otros aspectos, por: aumento significativo en la producción y productividad, principalmente de monocultivos semestrales (cereales) mejorados genéticamente, alto uso de insumos de síntesis química y desarrollo de maquinaria agrícola especializada, con marcada incidencia ambiental, los procesos de comercialización, la concentración de la tierra y graves implicaciones en la salud de los productores. A nivel global, esta etapa coincidió con alzas sin precedentes en el costo y en el consumo de energías no renovables, ocasionando pérdidas económicas, desplazamiento de los pequeños productores y concentración de la propiedad (Núñez, 2005).
Méndez y Gliessman (2002) indican que la agroecología surgió como respuesta a los problemas de sustentabilidad y deterioro ambiental anteriormente mencionados. El uso contemporáneo del término “agroecología” data de los años setenta, pero la ciencia y práctica de la agricultura ecológica es tan antigua como el origen mismo de la agricultura (Altieri, 1999).
Por su parte, Gliessman (2001) sitúa el origen de la agroecología en la combinación de esfuerzos entre agrónomos y ecólogos, con la que se amplía la participación del componente social y se valoran los conocimientos tradicionales ancestrales y los saberes aprendidos.
Teóricos como León y Altieri (2010) consideran que la agroecología como ciencia tiene como objeto de estudio los agroecosistemas, y que analiza en ellos las interacciones ecológicas y culturales desde una mirada sistémica, siendo una expresión natural de las discusiones ambientales que han sido trasladadas al sector productivo primario (León, 2010b, 2014) ( figura 1 Figura 1. Esquema del concepto de agroecología Fuente: elaboración propia con base en datos de León (2010a, 2014) y León y Altieri (2010). Como se indicó previamente, el enfoque agroecológico considera a los agroecosistemas como su unidad de estudio y analiza los ciclos de los minerales, las transformaciones de la energía, los procesos biológicos y las relaciones socioeconómicas (Altieri, 2010; Altieri y Nicholls, 2008). León (2014) los definió como: El conjunto de relaciones e interacciones que suceden entre suelos, climas, plantas cultivadas, organismos de distintos niveles tróficos, plantas adventicias y grupos humanos en determinados espacios geográficos, cuando son enfocadas desde el punto de vista de sus flujos energéticos y de información, de sus ciclos materiales y de sus relaciones simbólicas, sociales, económicas y políticas, que se expresan en distintas formas tecnológicas de manejo dentro de contextos culturales específicos, tanto desde el punto de vista de las interacciones ecológicas como culturales. (p. 53) La estructura de los agroecosistemas es una construcción sociocultural producto de la evolución del hombre con el resto de la naturaleza, cuyo dinamismo y complejidad se deben a su interacción con los factores ambientales. Su localización en un espacio geográfico es un factor que facilita su estudio (Altieri, 1999; León, 2014).
).
Figura 1. Esquema del concepto de agroecología
Fuente: elaboración propia con base en datos de León (2010a, 2014) y León y Altieri (2010).
Como se indicó previamente, el enfoque agroecológico considera a los agroecosistemas como su unidad de estudio y analiza los ciclos de los minerales, las transformaciones de la energía, los procesos biológicos y las relaciones socioeconómicas (Altieri, 2010; Altieri y Nicholls, 2008).
León (2014) los definió como:
El conjunto de relaciones e interacciones que suceden entre suelos, climas, plantas cultivadas, organismos de distintos niveles tróficos, plantas adventicias y grupos humanos en determinados espacios geográficos, cuando son enfocadas desde el punto de vista de sus flujos energéticos y de información, de sus ciclos materiales y de sus relaciones simbólicas, sociales, económicas y políticas, que se expresan en distintas formas tecnológicas de manejo dentro de contextos culturales específicos, tanto desde el punto de vista de las interacciones ecológicas como culturales. (p. 53)
La estructura de los agroecosistemas es una construcción sociocultural producto de la evolución del hombre con el resto de la naturaleza, cuyo dinamismo y complejidad se deben a su interacción con los factores ambientales. Su localización en un espacio geográfico es un factor que facilita su estudio (Altieri, 1999; León, 2014).
Para conceptualizar la VC es necesario abordar, en primer lugar, la definición de clima. Clima es el estado del sistema climático; es una red altamente compleja integrada por la atmósfera, la hidrósfera, la criósfera, la superficie terrestre, la biósfera y las interacciones entre estos elementos, que definen la influencia de las oscilaciones atmosféricas, al igual que las condiciones ambientales predominantes en un lugar.
En este contexto cambia el sentido que los meteorólogos le atribuyen a la palabra “ambiente”, que se trata más como un referente climático que como las relaciones ecosistema-cultura a las que alude Ángel (1997) en su definición del concepto, que resulta mucho más extenso ( figura 2 Figura 2. Esquema del concepto de clima Fuente: elaboración propia con base en datos de Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC, 1992), IPCC (2007) y Semarnat e INE (2009). Sin embargo, puede afirmarse que el concepto de clima es también una construcción cultural que se elabora a partir de procesos materiales y simbólicos y que involucra el reconocimiento de los saberes, creencias y prácticas que tienen las comunidades con respecto a la incidencia física de las variables ambientales más importantes: temperatura, precipitación, humedad relativa y velocidad del viento, contribuyen al diseño de medidas de mitigación y adaptación ante la ocurrencia de eventos climáticos extremos (Correa, 2011; Mariño, 2011).
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[…] [el ambiente] no solo designa las condiciones abióticas del medio físico que rodea a los sistemas vivos e influye en su formación, sino también cualquier medio en el que se desarrolle la formación de cualquier sistema, como por ejemplo el ambiente social en el que se desenvuelve el individuo. (p. 51)
Figura 2. Esquema del concepto de clima
Fuente: elaboración propia con base en datos de Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC, 1992), IPCC (2007) y Semarnat e INE (2009).
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