Hablé con los PP. Kastner y Menningen sobre la designación de un Director general para las Hermanas de María. El P. Kastner se opone porque, mientras viva el PK, las diferencias inevitables entre la Familia de las Hermanas y el Director general pondrían en peligro la cohesión de la Familia. El P. Menningen se declaró radicalmente en contra, porque debería haber un instituto que se desarrolle plenamente en estrecha vinculación con el PK, a fin de ser modelo para todos los demás institutos. Ese pleno desarrollo orgánico sólo sería posible si el PK tuviese personalmente en manos la dirección de la Familia de las Hermanas.
Fundamenté mi propuesta alegando que la estrecha y exclusiva vinculación al PK ha redundado en una exagerada reserva, que durante la visitación se puso de manifiesto, entre otras cosas, en que fueron necesarios los más grandes esfuerzos y las más fuertes conmociones para motivar a las Hermanas a una plena sinceridad. El P. Menningen señaló que ese “parto difícil” se debía en gran medida a que, en mi conferencia introductoria, yo habría puesto la autoridad eclesiástica muy fuertemente en el primer plano, lo cual probablemente habría generado una cierta inhibición entre las Hermanas, acostumbradas a obedecer por generosidad, y que el anuncio de una “visitación canónica” habría llegado de manera completamente inesperada y muy repentina. En las conversaciones preliminares se habría contado con una inspección de forma menos rigurosa; y él estaría convencido de que con una cuota significativamente menor de agitación se habría alcanzado lo mismo. ¡Pero en este punto el P. Menningen se equivoca! Otras razones para la designación de un Director general serían: La absoluta e ilimitada autoridad que ejerce el PK genera, como lo dice la experiencia, falta de independencia en el pensamiento y la voluntad; vale decir, el peligro del hombre masificado, si bien en un plano superior. Se juzga así y no de otra manera, porque el PK así lo quiere, así lo desea y así le gusta verlo (su mínimo deseo es severísima orden). Agréguese que toda Hermana puede escribirle al PK en cualquier momento. No hay nada que objetar contra ello. Pero dado que seguramente no todas las Hermanas son personas tan maduras como para que todo lo que le escriban al PK sea irrefutable, existe el peligro de que sus declaraciones sobre otras acarreen, en ciertos casos, grandes sufrimientos a éstas, en la medida en que el PK, considerando las grandes distancias físicas y los cientos de Hermanas, depende de tales informes para poder tener, de alguna manera, los hilos en sus manos.
Concluyendo ya este capítulo, quiero señalar que luego de la finalización de la visitación, numerosas Hermanas agradecieron en forma oral y escrita por lo dicho en la segunda parte de la conferencia conclusiva (véase anexo 3). Se sienten liberadas y aliviadas por mis declaraciones sobre la práctica de la confesión, el acompañamiento espiritual, los actos del padre, el espíritu de obediencia, etc. Algunas acentuaron que muchas otras Hermanas piensan exactamente así.
IV
Resumen de los conocimientos adquiridos en la visitación
Se admitió expresamente una disciplina de arcano. Existe en todo el Movimiento entre las diferentes agrupaciones; en las agrupaciones, por ejemplo, en la Familia de las Hermanas; y también entre las provincias, las comunidades de casa, grupos, cursos, etc. Sólo una persona sabe y debe saber todo, y esa persona es “el Padre”, quien, de ese modo, tiene todos los hilos en sus manos, está en directo contacto con todos, todos están en contacto directo con él, ante él cada individuo, hombre o mujer, se siente obligado a una apertura completa.
Además la disciplina de arcano se extiende hacia el exterior. Se le reconoce a la Iglesia, al menos teóricamente, el derecho de tomar conocimiento de todo. Pero el transcurso de la visitación mostró cuán difícil es en la práctica esa toma de conocimiento. Ciertamente el P. Menningen opinó que la meta propuesta habría podido alcanzarse mucho más fácilmente si se la hubiera perseguido por vía de un examen y estudio menos oficial y severo en lugar de una “visitación canónica” conforme a las reglas. Él piensa que, a la luz de las conversaciones preliminares conmigo, no se habría creído que se planease una “visitación canónica”. De ahí que el inesperado anuncio de una tal visitación y mi exigencia de apertura incondicional como condición necesaria para el éxito de ella, generase una inhibición en las Hermanas que ellas tuvieron que vencer.
No comparto esta opinión, más bien, luego de la visitación, estoy firmemente convencido de que ningún otro camino, sino el recorrido habría conducido al objetivo. Y me confirma en mi opinión una carta que el PK le escribió al P. Menningen, y cuya copia recibí tanto de parte del PK como de parte del P. Menningen. Se volverá a hablar de esta carta al final.
Si se pregunta por las razones de la “disciplina de arcano”, me parece que son sobre todo las siguientes: 1) El PK quiere dejar que las corrientes que surgen se desarrollen y desplieguen en la vida práctica en lo posible sin ser perturbadas. Y según su concepción, sólo de ese modo (similarmente a lo que ocurre afuera en la naturaleza) puede gestarse algo vital y duradero. 2) Uno de los fundamentos esenciales de la eficacia de todo el Movimiento es esa “disciplina de arcano”. La condición para aprobar la “disciplina de arcano” y poder calificarla de inobjetable es, naturalmente, que el hombre que tiene todos los hilos en sus manos sea capaz de intervenir en el momento oportuno para detener, corregir, reglamentar, y sea consciente de su grandísima responsabilidad. El P. Menningen está firmemente persuadido de que ese hombre es el PK. E igualmente persuadidos están, en lo esencial, ciertamente también sus demás colaboradores, si bien en algunos, como los PP. Möhler y Köster, han surgido dudas. En el caso del P. Menningen y probablemente también (aunque en menor grado) en los PP. Mühlbeyer y Kastner, la confianza inconmovible para con el PK descansa no tanto en razonamientos cuanto en una muy estrecha vinculación vivida desde la juventud. El PK y sus colaboradores deberán aceptar que la Iglesia prosiga tomando conocimiento de los “más íntimos procesos de vida” del Movimiento también más allá de esta visitación.
Actualmente esto vale sobre todo para el “principio paterno”, que se halla en pleno debate, y cuyo significado real y aplicación práctica se quiere “elaborar”. El debate se abrió en virtud de la respuesta del PK a la consagración de la “Ronda” que se iba a realizar el 20 de enero (esta consagración se halla en las actas) en la primera parte de su carta con motivo del 20.1.49 (véase más arriba). Cuando se preguntó si el PK tiene ya clara la solución de toda esta cuestión, el P. Menningen respondió: Sí, pero su método sería “elaborar” tales soluciones junto con sus colaboradores más estrechos. Pero en este punto parece que el P. Menningen se equivoca. Hay que tener en cuenta que el PK es enemigo consciente no sólo de un intelectualismo exagerado, sino que, en relación con el desarrollo y maduración de ciertas ideas, parece adjudicarle un papel exagerado, cercano a lo irracional, respecto a la vida que fluye, al sentimiento y a la afectividad; y que indudablemente el P. Menningen es capaz, como nadie, de entender la manera de pensar, los sentimientos y la afectividad del PK. De ahí que sea muy probable que el PK, cuando aborda las cuestiones que le expone el P. Menningen, no tenga aún, en absoluto, claridad sobre la solución de dichas cuestiones. Éste parece ser el caso de la carta con motivo del 20.1.49, en cuya primera parte, la única aparecida hasta ahora, no ofrece aún una solución a la cuestión planteada, y cuya segunda parte, según opinión del P. Kastner, no aparecerá jamás.
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