Figura 1.1 Principales destinos del turismo mundial (2017).
Fuente : Cinco Días (2018).
Los datos de los párrafos anteriores constituyen evidencias parciales que corroboran que España es un país turístico. Cabe preguntarse ahora: ¿por qué España es un país turístico? Para responder a esta cuestión hay que recurrir a la historia del turismo en España y a la identificación de los factores (internos y externos) que hicieron posible su desarrollo turístico hasta conseguir ser uno de los primeros destinos del turismo internacional, visitado cada año por millones de turistas. En las siguientes páginas se abordarán con detalle los distintos procesos que conformaron el desarrollo del turismo en España.
Significado e importancia del turismo
Desde el inicio del turismo en España y, en particular, desde los años sesenta del siglo XX, ha existido interés por informar sobre el desarrollo de este fenómeno y destacar su significado e importancia. Los discursos y los datos se han centrado desde siempre en su dimensión económica, en la aportación a la economía nacional (el valor económico del turismo), mientras que otras dimensiones (la territorial, la social, la urbanística, etc.) prácticamente se ignoraban en los balances de temporada. El turismo en España es hoy día un componente estructural de su economía, pero también de su territorio (el turismo como factor de urbanización y estructuración del territorio), de su praxis política, del modo de vida de sus habitantes. Estas realidades son abordadas en buena medida en las decenas de páginas de esta obra. Para ilustrar inicialmente la relevancia del turismo en España se indican a continuación algunos datos significativos, seleccionados entre la diversidad de fuentes de información que se dispone sobre estos temas.
A final de 2020 diversas instituciones y asociaciones empresariales se interesaron, en medio de la pandemia y ante la situación de bloqueo y espera, por informar y difundir lo importante que es el turismo para España. Un ejemplo es EXCELTUR, que hizo público un estudio en el que afirmaba que las cifras del turismo en España han sido espectaculares en las últimas décadas. Entre los datos de dicho análisis cabe seleccionar algunos para ilustrar el significado del turismo en sus dimensiones económica y social (EXCELTUR, 2020 a ):
– Importancia de su aportación al PIB, que, según el Instituto Nacional de Estadística, en 2018 llegó a ser del 12,3 %.
– El sector turístico es el principal empleador directo de la sociedad española, con 2,6 millones de personas (un 12,7 % del total).
– Por cada 100 empleos en actividades en contacto directo con el turista se generan 67 empleos adicionales en otros sectores.
– Por cada 100 euros de valor añadido, se aportan 62,1 euros a otros sectores.
– El turismo es clave para la dinamización de entornos rurales y la «España vaciada»: la red de casas rurales llega a más de 4.700 municipios (más del 50 % de los existentes en España).
– El turismo facilita la emprendeduría: hay más de 400.000 pymes en el sector.
– El sector apuesta como pocos por la formación: el 65,5 % de las compañías hoteleras impartieron formación a sus trabajadores.
– El turismo facilita la integración y la diversidad intergeneracional: un 21,9 % de sus trabajadores son menores de 30 años (en el conjunto de la economía solo suponen un 13,7 %).
– El turismo favorece la diversidad multicultural: un 21,3 % de los trabajadores del sector son nacidos fuera de España (la media nacional es del 13 %).
Estos datos sintetizan, entre otras variables, los aspectos positivos de la relación empleo-turismo. Conviene considerar, así mismo, los aspectos negativos y mejorables del mercado de trabajo turístico, y para ello se remite al apartado 5.3.
Consolidación reciente de una visión crítica: nuevas realidades, masificación, límites del turismo y nuevos discursos
Durante décadas, a lo largo de las primeras fases del desarrollo de las actividades turísticas en España en la segunda mitad del siglo XX, el turismo tenía «buena fama», «buena imagen», y en general predominaba el discurso de que constituía un fenómeno que creaba riqueza, modernización y progreso. Y esta percepción era hegemónica, en buena parte, por el hecho de considerar y valorar, sobre todo, los impactos positivos de su dimensión económica (creación de empresas y empleos, efecto multiplicador, actividad sustitutoria de otras en crisis, etc.).
Sin embargo, en las últimas tres décadas, las disfunciones del sistema turístico y las imperfecciones del mercado han dado paso a impactos negativos en su dimensión económica (la competencia ha inducido una disminución de beneficios; bajos salarios, precariedad y temporalidad son estructurales en el mercado de trabajo, etc.), excesos del modelo imperante y sus disfunciones territoriales y sociales y, finalmente, una diversificación productiva de empresas y territorios (riesgos de excesiva especialización productiva, dependencia, monocultivo, etc.). A esta realidad, que empieza a percibirse como negativa, se suma una progresiva valoración crítica debido a los efectos negativos del turismo en el medio ambiente, en el territorio y en la sociedad, generados por las nuevas manifestaciones del turismo (masificación, macroproyectos, nuevos modelos de negocio low cost que afectan a la calidad, etc.), que dan lugar a una amplia gama de conflictos sociales, territoriales y medioambientales (en el capítulo 5 se abordan más profundamente estos aspectos). La valoración crítica también tiene su origen en el lado de la demanda, en las motivaciones del viaje y en las necesidades de viajar creadas por el mercado (figura 1.2).
Sistematizando las ideas de los párrafos anteriores, se puede afirmar que en la historia del turismo se detectan, de manera esquemática, dos percepciones sobre este fenómeno, dos actitudes que hoy coexisten. Por un lado, en una primera época predominaba una idea positiva o muy positiva, que puede considerarse de turismofilia , mientras que, en una segunda época, la actual, se constata la emergencia de una visión crítica, de turismofobia , en parte amplificada por los medios (Huete y Mantecón, 2018) y que se suma a la anterior. Estas visiones del turismo en España han alimentado, sin duda, la opinión generalizada sobre la necesidad de mejorar la realidad turística. Hoy se cuestiona el modelo turístico y se manifiesta la necesidad de su transformación, sobre la que ya existía un cierto consenso antes de la pandemia por diversos motivos e intereses. La situación crítica actual de pandemia y las previsiones de lo que será el escenario pos COVID-19, tanto el deseable como el posible, han inducido otra mirada sobre el turismo que, a grandes rasgos, da relevancia al «valor» del turismo como realidad socioeconómica de la que viven y dependen millones de personas y como práctica social –individual y colectiva– que permite expresiones de la voluntad-libertad de las personas en sus motivaciones y decisiones vitales (movilidad, viajar, relaciones sociales, conocer, etc.).
Figura 1.2 El turismo en viñetas.
Fuente : viñeta de El Roto en El País (12 de julio de 2020).
La crisis del turismo durante la etapa de pandemia de la COVID-19 (el turismo en stand-by , el turismo parado) indirectamente ha motivado una ampliación de la percepción habitual de lo que es el «turismo», de su relevancia (percepción acotada inicialmente en el imaginario colectivo a las actividades de desplazamiento y alojamiento). La situación actual de crisis ha mostrado su alcance real: la variedad de actividades que integra (comerciales, culturales, deportivas, etc.), la diversidad de empresas y, también, la interrelación y el grado de dependencia territorial y corporativa de todo el tejido empresarial a partir de la cadena de consumo de los viajeros, los turistas. Turismo es mucho más que turismo.
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