Harold Pinter - El conserje
Здесь есть возможность читать онлайн «Harold Pinter - El conserje» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Драматургия, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El conserje
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El conserje: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El conserje»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El conserje — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El conserje», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
TELÓN
ACTO TERCERO
Dos semanas más tarde.
Mick está echado en el suelo, en el sector anterior izquierda, su cabeza apoyada en la alfombra enrollada, mirando al techo. Davies está sentado en la silla, con la pipa en las manos. Lleva puesto el batín. Primeras horas de la tarde. Silencio.
Davies.-Tengo la sensación de que ha hecho algo con las goteras. (Pausa.) Vea: la semana pasada llovió mucho, pero en todo este tiempo ni una sola gota ha caído en el balde. (Pausa.) A lo mejor ha puesto ya la brea ahí arriba. (Pausa.) La otra noche alguien estuvo andando por el tejado. Debía de ser él. (Pausa.) Quiero decir, ese balde era peligroso. Cualquier día podía caerme en la cabeza, en cualquier momento, en el momento en que yo estuviera debajo. Y no sé si lo ha vaciado aún, no creo. (Pausa.) Pero tengo la impresión de que ha embreado todo esto de ahí arriba, lo del tejado. A mí no me ha dicho ni media palabra del asunto. No me habla. (Pausa.) No me contesta cuando le hablo. (Enciende una cerilla, la acerca a su pipa y enciende.) ¡No me da ni un cuchillo! (Pausa.) No me da ni un cuchillo para cortar el pan. (Pausa.) ¿Cómo quiere que me corte una rebanada de pan sin cuchillo? (Pausa.) Es imposible. (Pausa.)
Mick.-Tú ya tienes un cuchillo, ¿no?
Davies.-¿Qué?
Mick.-Que ya tienes un cuchillo.
Davies.-Tengo un cuchillo, claro que tengo un cuchillo. Pero ¿cómo quiere usted que me corte una buena rebanada de pan con ese cuchillo? No es un cuchillo para cortar pan. No tiene nada que ver con el pan. Lo encontré no sé dónde. Vaya usted a saber dónde había estado. No, lo que yo quiero…
Mick.-Ya sé lo que tú quieres. (Pausa. Davies se levanta y se acerca a la cocina de gas.)
Davies.-Y esta cocina de gas, ¿qué? El dice que no está conectada. ¿Y cómo sé yo si está conectada o no? Ahí estoy, durmiendo casi encima de ella; me despierto a medianoche, y allí está el horno, delante de mis narices, sin poder apartar la vista de él. Me toca casi a la cara, y qué sé yo, a lo mejor estoy ahí, acostado en mi cama, explota y me hace daño. (Pausa.) Pero parece como si no hiciera ningún caso de lo que le digo. El otro día, ¿sabe?, le hablé de los negros, de los negros que viven al lado, que entran y usan el retrete. Se lo dije, todas las barandillas están sucias, negras, todo el retrete estaba negro. Pero ¿qué hizo? Se supone que él es el encargado aquí, ¿no? Pues no dijo nada, ni una sola palabra. (Pausa.) Quiero decir, vamos a ver, usted y yo, nosotros, tenemos planes con respecto a esta casa, ¿no es cierto? Podríamos poner en marcha todo esto, yo sería el conserje, todo marcharía como sobre ruedas… Pero él…, a él le importa todo un pepino; a él…, a él tanto se le da si marcha o no. Hace un par de semanas…, sentado ahí, empezó a hablar y no paró en una hora…, hace un par de semanas. Raja que te raja. Desde entonces apenas ha dicho media docena de palabras. Pero estando ahí sentado le dio sin parar… No sé lo que le pasaba…, no me miraba, no hablaba conmigo, yo no contaba para nada. ¡Se hablaba a sí mismo! Es lo único que le preocupaba. Quiero decir, usted viene y me pide consejo; él no haría nunca nada de eso. Quiero decir, no hay manera de conversar entre nosotros, ¿comprende? No se puede vivir en la misma habitación con alguien con quien…, con quien no hay manera de conversar… (Pausa.) La verdad es que no acabo de entenderle. (Pausa.) Usted y yo podríamos poner en marcha todo esto.
Mick.- (Pensativamente.) Sí, tienes toda la razón. Se le podría sacar mucho partido a esta casa. (Pausa.) Podría convertir todo esto en un ático. Por ejemplo…, esta habitación. Esta habitación podría ser la cocina. Dimensiones adecuadas, una bonita ventana por donde entra el sol. Pondría…, pondría en el suelo cuadrados de linóleo de color azul plomo y cobre. Estos mismos colores los pondría en las paredes de forma que entonaran. A las instalaciones de cocina les daría un acabado de color gris plomo. Hay mucho espacio para armarios donde poner la vajilla. Podríamos poner un pequeño armario de pared, después otro grande, y otro en el rincón con estantes giratorios. No nos faltarían armarios. El rellano podríamos convertirlo en comedor, ¿no? Sí. Persianas venecianas, persianas venecianas en la ventana. El suelo de corcho, cuadrados de corcho. Y una tupida alfombra de lino de un blanco desvaído, una mesa de…, de teca muy veteada, un aparador con cajones negro mate, sillas almohadilladas de formas curvadas, sillones con tapicería color avena, sofá de madera de haya con tapicería verde-mar, una mesita para el café con la superficie blanca y a prueba de calor, a base de mosaico blanco. Sí. Luego el dormitorio. ¿Qué es un dormitorio? Un refugio. Es un lugar para gozar de descanso y de paz. Por tanto, se necesita un decorado suave. Iluminación funcional. Los muebles, de caoba y palo rosa. Alfombra de azul celeste intenso, cortinas azul y blanco mate, una colcha estampada con pequeñas flores azules sobre un fondo blanco, la coqueta con una tapa que al levantarse deja al descubierto una bandeja de plástico para cosméticos, lamparita de mesa de rafia blanca… (Se yergue en su silla.) Esto no sería un piso, sería un palacio.
Davies.-Pero, hombre, ya lo creo que sería un palacio.
Mick.-Un palacio.
Davies.-¿Quién viviría aquí?
Mick.-Yo. Mi hermano y yo. (Pausa.)
Davies.-Y yo, ¿qué?
Mick.- (Con voz queda.) Todos estos cachivaches que hay aquí no sirven para nada. No son más que chatarra, pura chatarra. Basura. Con esto no hay quien amueble una casa. No hay manera. Trastos viejos. Además, nunca podrá venderlo, no le darían ni dos peniques por todo. (Pausa.) Cachivaches. (Pausa.) Pero a él no parece interesarle lo que yo tengo en la cabeza, ese es el problema. ¿Por qué no hablas con él y procuras que se interese?
Davies.-¿Yo?
Mick.-Sí. Tú eres su amigo.
Davies.-Pero él no lo es mío.
Mick.-Vives con él en la misma habitación, ¿no?
Davies.-No es mi amigo. Uno no sabe nunca a qué tenerse con él. Quiero decir, con un tipo como usted, uno sabe siempre el terreno que pisa. (Mick lo mira.) Quiero decir, usted tiene su manera de ser, no digo que no la tenga, cualquiera se da cuenta de eso. A veces tiene usted sus salidas, pero eso nos pasa a todos, mas él es distinto, ¿comprende? Quiero decir, por lo menos con usted, lo que tiene usted es que es…
Mick.-Sincero.
Davies.-Eso es, usted es sincero.
Mick.-Sí.
Davies.-Pero ¡con él la mayoría de las veces no sabe uno lo que está pensando!
Mick.-¡Hummmm!
Davies.-¡No tiene sentimientos! (Pausa.) Mire: ¡lo que yo necesito es un reloj! ¡Necesito un reloj que me diga la hora! ¿Cómo voy a saber la hora que es sin reloj? ¡No puedo! Yo le dije, se lo dije: «Oiga, ¿y si pusiera usted un reloj en esta habitación, para que pueda saber la hora que es? Quiero decir, si uno no sabe la hora en que vive, está perdido. ¿Comprende lo que quiero decir? ¿Sabe lo que tengo que hacer ahora? Cuando me estoy dando un garbeo por ahí, tengo que estar al tanto a ver si veo un reloj y atornillarme en la cabeza la hora que es, para recordarla después, cuando regreso a casa. Pero no me sirve de nada; quiero decir, a los cinco minutos de estar aquí ya se me ha olvidado. ¡Se me ha olvidado la hora que era! (Davies se pasea por la habitación.) O si no, vea usted: si no me encuentro bien y me tumbo un rato, entonces, cuando me despierto, ¡no sé si es la hora de ir a tomar el té! ¿Comprende?, la cosa no es tan grave cuando regreso a casa, porque puedo ver el reloj de la esquina; en el momento de entrar sé la hora que es. Pero ¿y cuando me quedo en casa? Es cuando me quedo en casa… ¡cuando no tengo ni la menor idea de la hora que es! (Pausa.) No, lo que necesito es un reloj, aquí, en esta habitación, y entonces sabré a qué atenerme. Pero él no quiere darme ninguno. (Davies se sienta en la silla.) ¡Y me despierta! ¡Me despierta en plena noche! ¡Me dice que hago ruidos! Se lo digo de veras, cualquier día voy a soltarle cuatro frescas.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El conserje»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El conserje» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El conserje» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.