Arturo Pérez-Reverte - El Asedio

Здесь есть возможность читать онлайн «Arturo Pérez-Reverte - El Asedio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Asedio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Asedio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El Asedio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Asedio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

- Te detengo por espía francés, y por el asesinato de seis mujeres.

De esas doce palabras, lo que más estremece a Fumagal es el tuteo explícito en la primera.

12

Dicen -la guerra abunda en dicen y cuentan- que el mariscal Suchet está a punto de entrar en Valencia, y que la toma de Tarifa es sólo cuestión de días; pero a Simón Desfosseux eso lo tiene sin cuidado. Lo que en este momento acapara su atención es conseguir que el viento y las rachas de lluvia que se meten por las rendijas de la barraca no apaguen el fuego donde hierve un puchero con agua y una mezcla de cebada tostada y algún grano suelto de mal café. Sobre la cabeza del capitán de artillería, el temporal arranca gemidos siniestros al techo de tablas y ramas sujetas con clavos y cuerdas. La lluvia, que golpea en ráfagas violentas, penetra por todas partes, salpicando el refugio. Sentado sobre una rudimentaria tarima que no lo pone a salvo del barro y la humedad, Desfosseux tiene el capote sobre los hombros, se cubre con un viejo gorro de lana, y los mitones que le protegen las manos dejan ver los dedos de uñas negras y sucias. La vida de trincheras se torna terrible con el mal tiempo; y más aquí, en la lengua de tierra baja y casi llana del Trocadero, que se adentra en la bahía expuesta al viento y al mar cercano, casi inundada al pie de las baterías francesas por la crecida que las lluvias dan a la boca del río San Pedro y al caño, con el agua rebasando, desbordada, la barra de arena y la línea de la marea alta.

Es inútil pensar en Fanfán y sus hermanos con este tiempo de perros. Desde hace cuatro días no se tira sobre la ciudad. Los obuses están en silencio, cubiertos por lonas alquitranadas; y el sargento Labiche y sus hombres, enterrados hasta media polaina en el barro de su refugio, maldiciendo de todo y de todos. El temporal ha dislocado intendencia, y la Cabezuela no recibe suministros. Ni siquiera el cuarto de ración de carne salada, el vino aguado y áspero y el pan para cuatro días, negro y hecho de salvado en su mitad, que los artilleros han estado recibiendo en las últimas semanas. El hambre, que en este final de 1811 devasta poblaciones enteras y se anuncia terrible en toda la Península, golpea también a las tropas francesas, cuyos servicios de requisa encuentran cada vez más difícil obtener un grano de trigo o una libra de carne en el paisaje hostil de campos yermos y pueblos fantasmas, vaciados por la guerra. Y de todos los ejércitos imperiales, los hombres del Primer Cuerpo, situados en el extremo meridional de Andalucía, son los que más alejados se encuentran de sus centros de abastecimiento; con las comunicaciones, habitualmente inseguras a causa de las partidas de guerrilleros, interrumpidas ahora por la violencia del temporal que bate la costa, desborda los ríos, inunda los caminos y arrastra los puentes.

- ¡Esa lona, maldita sea! El teniente Bertoldi, que acaba de entrar sacudiéndose el agua de un capote lleno de zurcidos y remiendos, se disculpa y asegura la manta que cierra la entrada. Al ver ante sí la cara demacrada y sucia del piamontés, siempre sonriente pese al mundo de agua y barro en que chapotean, Desfosseux siente la necesidad de disculparse por su brusquedad; pero está demasiado abatido hasta para eso. Si cada brote de malhumor de estos días hubiera que repararlo, todos andarían pidiéndose perdón unos a otros, sin tregua. Se limita a asentir con la cabeza, señalando el puchero puesto al fuego.

- En un momento podrá beberse. Aunque no le garantizo el sabor.

- Con que esté caliente me conformo, mi capitán.

El brebaje rompe a hervir. Con mucho cuidado, Desfosseux lo aparta del fuego y vierte un chorro humeante en un pichel de hojalata que le pasa a Bertoldi. Él se sirve en un tazón de porcelana china, azul y desportillado -pieza de la vajilla de una casa rica de Puerto Real, saqueada al principio de la guerra-, y bebe a sorbos cortos, quemándose los labios y la lengua casi con deleite. No hay azúcar, ni miel, ni nada que sirva para endulzarlo. Ni siquiera sabe de verdad a café. Pero, como dice Bertoldi, está caliente. Y es razonablemente amargo. Todo consiste en echarle imaginación al asunto mientras uno se calienta la tripa.

Maurizio Bertoldi acomoda una pierna que le molesta. Hace tres semanas, un rebote de metralla española le hizo una contusión mientras supervisaban la batería de Fuerte Luis. Nada serio, pero todavía cojea. Y esta humedad no ayuda en absoluto.

- Lo de los desertores se resuelve en media hora… Al cambio de guardia, junto al barracón grande.

Desfosseux lo mira por encima del vaho de su taza china. Bertoldi se rasca con un dedo una patilla rubia y encoge los hombros.

- La orden es que oficiales y tropa estén presentes. Sin excusa.

Beben los dos artilleros en silencio mientras las rachas de lluvia golpean afuera e introducen salpicaduras por cada resquicio de la tablazón. Hace una semana, aprovechando la marea baja, cuatro soldados del 9.° de infantería ligera, hartos de hambre y miseria, desertaron de sus puestos de centinela, abandonando fusiles y munición, con intención de pasarse al enemigo. Uno consiguió alcanzar a nado las cañoneras españolas fondeadas junto a la punta de la Cantera, pero los otros fueron capturados por un bote de ronda y devueltos al Trocadero. La ejecución, tras consejo de guerra sumarísimo, estaba prevista Para hace dos días en Chiclana; pero el mal tiempo impidió el traslado de los prisioneros. El mariscal Víctor, cansado de esperar, ha ordenado que los tres sean pasados por las armas aquí mismo. Con un tiempo infame como éste, que mina todavía más la moral de la tropa e inspira ideas turbias a los hombres, un escarmiento apropiado pondrá las cosas en su sitio. O eso se espera.

- Vamos, entonces -dice Desfosseux.

Apuran el café, se embozan en los capotes, y el capitán se ciñe el sable y cambia su gorro de lana por el viejo bicornio cubierto con una funda de hule. Apartan la manta y salen al exterior, pisoteando fango. Más allá de las orillas revueltas de la península del Trocadero, la bahía hierve en rociones de agua y espuma gris. La cinta tenebrosa de Cádiz apenas se distingue al fondo del paisaje: largo perfil oscuro silueteado por relámpagos que zigzaguean en el cielo sombrío, dejan oír truenos lejanos y recortan la arboladura de los barcos fondeados que cabecean incómodos aguantándose sobre sus anclas, proa al sudeste.

- Cuidado aquí, mi capitán. El puente tiembla como si estuviera vivo.

El agua amenaza con sumergir y llevarse consigo la pasarela de tablas que salva la zanja de drenaje entre la segunda y la tercera baterías. Simón Desfosseux cruza con aprensión, temiendo verse arrebatado hacia el mar. El camino discurre por una trinchera encharcada, protegida de los tiros españoles por un espaldón de tierra, cestones y fajinas. Cada vez que el artillero hunde las botas en el fango, el agua se le mete por las grietas de las suelas hasta más arriba de los tobillos, empapando los trapos que le envuelven los pies. Bertoldi cojea y chapotea unos pasos delante, encorvado bajo las ráfagas qué aúllan entre los cestones y rizan el agua espesa y marrón por la que arrastra, indiferente, los faldones del capote.

Más allá del barracón general donde se guardan cureñas, armones y otros elementos del tren de artillería, y que a veces sirve como depósito temporal de prisioneros, hay una hondonada que lleva hasta el caño del Trocadero: canal de unas setenta toesas de anchura por donde corre turbulenta el agua fangosa de la riada. En torno a la hondonada, cubiertos por mantas, capotes pardos y grises, sombreros y chacos chorreantes de agua, hay centenar y medio de soldados y oficiales en actitud expectante, silenciosa, formando un semicírculo en la parte alta. Desfosseux comprueba que el sargento Labiche y sus hombres también se encuentran allí, observando hoscamente la escena mientras escupen con desagrado por el colmillo. En realidad todo el mundo debería estar en correcta formación; pero, con el día que hace y toda aquella agua cayendo, a nadie se le ocurre atenerse a los reglamentos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Asedio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Asedio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Arturo Pérez-Reverte - El Sol De Breda
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - La Carta Esférica
Arturo Pérez-Reverte
libcat.ru: книга без обложки
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Purity of Blood
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - The Sun Over Breda
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Der Club Dumas
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El maestro de esgrima
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El pintor de batallas
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Corsarios De Levante
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El Capitán Alatriste
Arturo Pérez-Reverte
libcat.ru: книга без обложки
Arturo Pérez-Reverte
Отзывы о книге «El Asedio»

Обсуждение, отзывы о книге «El Asedio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x