Jessica Hart - Entre llamas de pasión

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Entre llamas de pasión» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Entre llamas de pasión: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Entre llamas de pasión»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Según Strachan, la única forma de que Giselle pudiera pasar una noche en la torre Caedle sería durmiendo con él. Y Strachan preferiría acostarse con una serpiente de cascabel antes que hacerlo con una periodista.
Ella no tenía intención de llegar tan lejos. Solo quería investigar en su castillo el origen de una leyenda. Pero pronto le pareció más importante averiguar si Strachan tenía corazón…

Entre llamas de pasión — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Entre llamas de pasión», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Es un ganado valioso! -gritó él-. ¡Demasiado valioso para ser arriesgado por su estupidez! Supongo que no ha pensado en lo que hubiera sucedido si el ganado se hubiese salido a la carretera -señaló con enfado hacia un sendero angosto que pasaba cerca de la cabaña.

– Eso no es precisamente una autopista -comentó Gisella y avanzó dando brincos para recuperar su zapato. Vio que los animales se habían retirado a cierta distancia, pero todavía la miraban con sospecha-. En realidad no se le puede llamar carretera. No es probable que los atropellaran allí.

– Claro que lo es -replicó el hombre-. ¡Hay personas como usted que conducen por los caminos como si fueran de su propiedad!

Miró con desdén cómo sacaba el zapato del lodo y se lo ponía.

– ¡ Bueno, siento mucho haber ocasionado una tragedia tan grande! -dijo ella con sarcasmo mientras se erguía. Se apartó el cabello del rostro y se lo colocó detrás de la oreja. Luego miró al desconocido con desafío.

Él no pareció impresionarse.

– ¿Qué está haciendo aquí? -preguntó.

– Sólo estoy dando un pequeño paseo -respondió ella-. No está prohibido, ¿verdad?

– ¿Un paseo? -repitió él con incredulidad-. ¿Con esa ropa?

Un ligero rubor tiñó las mejillas de la joven.

– ¿Qué tiene de malo mi ropa?

Los ojos azul oscuro la recorrieron. Ansiosa por mirar los alrededores, Gisella no se había detenido a cambiarse la ropa con que había viajado desde Londres. Llevaba medias color rosa, una falda y un suéter fucsia. Tenía una apariencia vibrante y atractiva, pero allí estaba fuera de lugar.

– Estoy seguro de que esa ropa está muy bien para las calles de París -comentó él con ironía-, pero en un campo de Escocia es ridícula.

Gisella se echó el cabello hacia atrás y sus ojos grises brillaron.

– No sabía que en el campo tuviera uno que someterse a tantas reglas -señaló con enfado-. Cerrar las verjas, vestirse de forma correcta, evitar ofender a granjeros altaneros. ¡No tenía idea de que el campo fuera tan complicado!

– Lo que usted llama «reglas» -indicó él con voz cortante-, para nosotros es simple cortesía. ¡Aunque resulta evidente que es un concepto difícil de entender para usted!

Los ojos de la joven brillaron, pero cerró la boca con firmeza para no responder. ¡No iba a discutir con un granjero! Inclinó la cabeza, se volvió y se dirigió hacia la verja, con toda la dignidad que pudo reunir, a pesar de tener los zapatos llenos de lodo.

Él la escoltó, sonriente, mientras ella hacía todo lo posible por ignorarlo. Sin embargo, le resultó difícil porque era un hombre hostil que medía más de un metro ochenta. Miró de soslayo el perfil aborrecible. Le calculó unos treinta y cinco años, quizá un poco menos. Sus facciones eran muy duras y su expresión severa. Pero resultaba muy atractivo.

Como si él notara su mirada, se volvió hacia ella y Gisella apartó de inmediato la vista y la fijó al frente, hasta que un alboroto entre las reses la hizo tropezar y asirse por instinto al brazo de él.

– ¡Por amor de Dios! -exclamó él con irritación ayudándola a recuperar el equilibrio. Ella sintió la fuerza de sus manos a través de la lana suave de su suéter y el corazón le dio un vuelco-. ¡Son animales inofensivos!

– Entonces, ¿por qué se nos acercan? -preguntó Gisella, más nerviosa por el contacto duro de su mano que por el ganado. Era incómodamente consciente del sitio donde la había tocado pero hizo un esfuerzo por controlarse.

Un brillo exasperado y divertido iluminó los ojos de él y su boca esbozó una mueca intrigante.

– ¡Esto no es un zoo! Sólo sienten curiosidad. No están acostumbrados a ver colores tan vivos.

No fue exactamente una sonrisa lo que apareció en los labios de él, pero su expresión adusta cambió por otra mucho más turbadora. La joven se concentró en caminar para ignorar ese detalle.

– Teñiré toda mi ropa de color oscuro antes de salir de nuevo a caminar -comentó, mas él se negó a reconocer su sarcasmo.

– También le aconsejaría un par de botas -dirigió una mirada significativa a sus zapatos. Eran unos zapatos muy elegantes, pero en ese momento estaban llenos de lodo y casi irreconocibles.

– ¿De verdad? ¡Nunca se me hubiera ocurrido! -respondió ella, enfadada por el tono de él. Cruzó la verja y entró en la seguridad del prado, pero sintió que una mano la detenía por el codo.

– Espere un minuto -pidió él.

– ¿Qué sucede ahora?

– ¿Qué pasa con la reja? -preguntó él con suavidad.

Gisella miró la reja, que aún estaba abierta.

– ¿Qué pasa con ella?

– No la ha cerrado.

– ¡Ciérrela usted, si tanto le importa! -respondió ella y trató de soltarse.

– Usted la ha abierto, usted la cierra.

Gisella miró los implacables ojos azules durante un momento, en busca de un indicio del humor que había visto un poco antes, pero sólo encontró una voluntad inflexible.

– ¡Oh, por amor al cielo! -exclamó al fin y liberó su brazo. Se acercó a la reja y la cerró de un golpe.

– No se olvide de cerrarla adecuadamente.

– ¡Muy bien, muy bien! -respondió ella-. ¿Está satisfecho?

– Gracias -respondió él, también con sarcasmo. Miró hacia el coche de ella que estaba estacionado en el camino, cerca de la cabaña. Era un coche deportivo rojo, por completo fuera de lugar allí, sobre todo porque estaba junto al que con seguridad era el de él, un Land Rover azul, viejo y enlodado-. Si está buscando la carretera principal, vaya hasta aquel extremo, dé la vuelta a la izquierda y después, de nuevo a la izquierda, en el pueblo puede seguir las indicaciones.

– Muy amable -respondió Gisella con acidez-, pero es que me hospedo aquí.

– ¿Aquí? -miró primeramente a la cabaña y después a Gisella.

Ella se apartó el cabello del rostro con la mano y se quedó mirándolo fijamente.

Él frunció el ceño y al fin repitió:

– ¿Se hospeda aquí?

– ¡Qué sorpresa! -Gisella sonrió ampliamente.

– ¿Durante cuánto tiempo?

– Si le interesa saberlo, durante unos meses. Hasta la primavera -miró la cabaña por encima del hombro de él. Tenía un aspecto acogedor y ansiaba quedarse allí-. Mi nombre es Gisella Pryde -pensó que si iban a ser vecinos, lo correcto era presentarse.

– Strachan McLeod -masculló él en respuesta, más no ofreció la mano, sino que frunció el ceño, como si intentara recordar algo-. ¿Pryde? Me suena ese nombre…

– Quizá haya leído alguno de mis artículos -comentó ella-. Soy periodista.

Si esperaba impresionarlo, no lo logró. El frunció el ceño y la miró con desdén.

– ¡Debía haber imaginado que alguien tan descuidado e irresponsable como usted resultaría ser periodista! -comentó con cierta amargura.

Gisella arqueó las cejas.

– ¿Qué tiene contra los periodistas?

Un músculo se movió en la mandíbula de él.

– Son parásitos que se alimentan de los problemas de los demás, revuelven las cosas e inventan hechos cuando les conviene. Lo único que cuenta es una buena historia y persiguen a la gente hasta que la consiguen.

– Creo que exagera -opinó la joven con frialdad. Se preguntó qué periodista habría tenido la mala fortuna de toparse con ese hombre desagradable-. La mayoría de los periodistas somos profesionales. La gente desea que la mantengan informada de lo que sucede y eso es lo que hacemos. A veces causamos molestias, pero por lo general, sólo se disgustan las personas que temen que la gente se entere de lo que en realidad son. De cualquier manera -añadió, al ver que él no parecía impresionado -, puedo asegurarle que no es probable que yo tenga el menor interés en sus asuntos. No creo que aquí suceda nada de interés periodístico. «Verja abierta por turista merodeadora. Vaca en el camino. Bota de goma descubierta en la hondonada de las ovejas». No son noticias muy impresionantes.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Entre llamas de pasión»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Entre llamas de pasión» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Entre llamas de pasión»

Обсуждение, отзывы о книге «Entre llamas de pasión» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x