Jessica Hart - Un Trato Justo

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Un Trato Justo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un Trato Justo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un Trato Justo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Aunque Polly Armstrong y Simon Taverner se conocían desde la infancia, nunca se habían llevado bien. Ella había crecido pensando que él era un esnob y a él nunca le había gustado la desorganizada vida que ella llevaba. Por eso, no era de extrañar que cuando Polly se quedó sin trabajo y Simon le ofreció ayuda, ella la rechazara. Sin embargo, poco después, Simon le propuso un trato que sí fue de su agrado: él la ayudaría económicamente si ella accedía a ser su prometida durante unos días.
Vivir con Simon no resultó ser la pesadilla que ella había imaginado. Incluso parecía haber cierta química entre ellos… De hecho, lo único que podía impedir que aquel compromiso fuera permanente era la verdadera prometida de Simon, ¡si es que ésta era la verdadera!

Un Trato Justo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un Trato Justo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero, por otro lado, no había razón para preocuparse de algo que muy bien podría no ocurrir. Polly tenía pocas posibilidades de que un hombre como Philippe se interesara por ella. No es que Polly no fuera bonita, pero probablemente los gustos de Philippe eran más sofisticados.

Incluso, tal vez ella ni lo vería. Marsillac no era un lugar tan pequeño. Polly suspiraría por él durante un par de semanas, pero perdería interés en él si no lo veía. Cuanto más pensaba en ello, más llegaba Simon a la conclusión de que podía relajarse. Probablemente nunca tendría que enfrentarse a aquel problema.

Sin embargo, estaba muy equivocado.

– Vamos a comprar unas flores -dijo Polly, mientras pasaban por un puesto lleno de maravillosas y coloridas plantas.

– No necesitamos flores -se opuso Simon, pero ella no le prestó atención y se acercó al puesto, maravillada por el tamaño de los girasoles.

– Ya sé que no están en tu maravillosa lista, pero compremos unas de todas maneras. Harán que la casa esté más bonita para Chantal.

– De acuerdo, un ramo.

– ¡No seas tan agarrado! -exclamó Polly alegremente, mientras tomaba un ramo de acianos-. Se supone que estamos prometidos. ¡Deberías estar cubriéndome de flores!

– Ya te he comprado un anillo muy caro -afirmó él con voz amarga.

– ¿Compramos también un ramo de éstas? -preguntó ella, inclinándose sobre un cubo de mimosas.

– Sí, claro -dijo Simon con sorna-. Sólo tenemos un jardín lleno de ésas en casa.

– Lo sé, pero es una pena cortarlas y éstas son preciosas -replicó ella, tomando dos ramos-. ¿Podemos comprar también unas margaritas?

– ¿Por qué no te compras todo el puesto? -dijo Simon, aunque no le impidió tomar los ramos que quería hasta que ella tenía los brazos llenos de flores.

– ¡Son preciosas! -exclamó ella, hundiendo la cara entre las flores para aspirar mejor el aroma-. Si quieres, las pagaré con mis cuarenta y ocho francos.

– Eso no será necesario -replicó Simon, pensando que Polly era la única persona del mundo que pondría todo el dinero que tenía para comprar flores-. Si tanto te gustan, te las compraré yo.

– Gracias -dijo ella, obsequiándole con una maravillosa sonrisa.

Volviéndose al dueño del puesto, Simon le preguntó cuánto le debía. Polly se sintió algo culpable al ver que él le entregaba un buen montón de billetes al tiempo que el hombre decía algo en francés, tan rápido que Polly no pudo entenderlo.

– ¿Qué ha dicho? -preguntó a Simon con curiosidad mientras volvían al coche.

– Que eres muy bonita -confesó él, tras una pausa.

– ¡Qué amable! -exclamó Polly, encantada-. ¿Y tú qué le dijiste? -añadió, esperando que él dijera que era un desastre.

Sin embargo, él dudó y la miró mientras ella sonreía, con los brazos llenos de flores, y los ojos reflejaban el cielo azul de la Provenza.

– Le dije que tenía razón -admitió él

– ¿De verdad?

– Venga, Polly, ya sabes que eres muy guapa -admitió él de mala gana.

– No sabía que tú creyeras que lo era. ¿De verdad lo crees? -insistió ella, andando unos pasos para pararse en seco.

Simon también se detuvo y se volvió a mirarla. Estaban en medio de la plaza, mirándose el uno al otro, como si estuvieran envueltos en una burbuja de silencio que les aislaba del mundo exterior.

Simon abrió la boca para responder, sin saber muy bien lo que iba a decir, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, otra voz lo hizo por él.

– ¿Polly?

Polly tardó un momento en darse cuenta de que la estaban llamando y, cuando se volvió, se dio cuenta de que Philippe Ladurie estaba de pie, al lado de ella.

– ¡Ph-Philippe! -balbució ella, con algo de esfuerzo-. Yo… yo no esperaba verte.

– Estaba seguro de que eras tú -replicó él, lleno de encanto, besándola cuatro veces, dos en cada mejilla, con cuidado de no aplastar las flores-. Es maravilloso volver a verte de nuevo, Polly.

– Yo también me alegro de verte -dijo ella, consciente de que Simon estaba a su lado, con cara de pocos amigos. En otro momento, se habría alegrado mucho de ver a Philippe, pero no cuando estaba preguntándose lo que Simon tenía que decirla-. Um… Este es Simon Taverner. Simon, Philippe Ladurie.

– No nos conocíamos -dijo Philippe, mientras se daban la mano-, pero he oído hablar mucho de ti.

– Yo también he oído hablar mucho de ti -repitió Simon, mirando a Polly.

– Siento no haber tenido oportunidad de despedirme, Philippe -se excusó Polly-, pero me temo que me tuve que marchar algo… precipitadamente.

– Eso me contaron -respondió Philippe, riendo-. No te culpo por haberte marchado, la verdad. Mi hermana puede ser una mujer muy difícil, especialmente si se trabaja para ella.

– No me marché -confesó Polly-. Ella me despidió.

– ¿Cómo? -preguntó Philippe, alternando la mirada entre ella y Simon-. Entonces, ¿no es verdad que estáis prometidos?

– Claro que es verdad -replicó Simon, antes de que Polly tuviera oportunidad de responder, mientras abrazaba a Polly posesivamente-. ¿Por qué no iba a ser cierto?

– Nos sorprendió mucho que lo llevaseis tan en secreto -dijo Philippe-. ¡Enhorabuena! -añadió, mirando a Polly-. Eres un hombre muy afortunado -le dijo luego a Simon.

– ¿A qué sí? -preguntó Simon fríamente.

– ¿Os alojáis cerca de aquí? -preguntó Philippe, sin verse afectado por la hostilidad de Simon.

– Cerca de Vesilloux -dijo Polly, sabiendo que Simon no quería decirle el lugar exacto, mientras intentaba separarse de Simon-. ¿Lo conoces?

– Claro. ¡Somos prácticamente vecinos! Vivo en St. Georges, muy cerca de vosotros.

– Está por lo menos a quince kilómetros de distancia -le espetó Simon-. Y al otro lado de Marsillac. Yo no diría que somos vecinos.

– Al menos lo somos en espíritu -respondió Philippe, encantador.

En aquel momento se produjo una pequeña pausa. Polly buscó desesperadamente algo que decir, pero la forma en la que Simon la tenía abrazada se lo impedía.

– Entonces, Polly -dijo Philippe por fin-, te vas a casar con un inglés. ¿Significa eso que ya no te interesa aprender francés?

– No es eso -exclamó Polly, pisando a Simon para que la soltase, pero él ni se inmutó-. De hecho, todavía quiero hacerlo. De hecho, te iba a llamar. Simon tiene que volver al trabajo dentro de dos semanas y pensé que podía quedarme por aquí y concentrarme en mi francés. Pensé que tú podrías recomendarme a alguien para que me diera clases -añadió ella, sólo para fastidiar a Simon.

– Estoy seguro de que hay muchos profesores por aquí, pero lo mejor es hablar francés todo el tiempo y para eso no se necesita profesor. Yo estaría encantado de darte algunas clases de conversación, Polly.

– No te importa, ¿verdad, cariño? -le preguntó ella a Simon, en un tono de voz provocador.

– Claro que no -replicó él, apretando los dientes.

– En ese caso, me gustaría que vinierais los dos a visitarme antes de que Simon se marche.

– No encantaría -respondió Polly, antes de que Simon pudiera oponerse-. ¿No es cierto?

– Ya sabes que tenemos invitados, cariño -le espetó él.

– Pues, traedlos también -sugirió Philippe-. De hecho, voy a dar una fiesta dentro de dos fines de semana. ¿Por qué no venís todos y así podremos fijar una fecha para empezar con las clases de francés?

Philippe contemplaba a Polly con un brillo en los ojos y una encantadora sonrisa, por lo que ella no pudo evitar sonreír. Sin embargo, estaba algo embargada por aquella situación. Estaba acostumbrada a admirarle en la distancia y le desconcertaba un poco ver que sus fantasías se estaban haciendo realidad.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un Trato Justo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un Trato Justo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Un Trato Justo»

Обсуждение, отзывы о книге «Un Trato Justo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x