Raye Morgan - Enamorada del jefe

Здесь есть возможность читать онлайн «Raye Morgan - Enamorada del jefe» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Enamorada del jefe: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Enamorada del jefe»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En opinión de esta secretaria de Allman, el nuevo pez gordo de la empresa era un traidor.
La rivalidad entre los McLaughlin y los Allman había dividido Chivaree, Texas, desde hacía más de un siglo. ¿Por qué entonces Kurt McLaughlin habría decidido cambiar de bando y trabajar para la empresa de la familia de Jodie Allman… y ser su jefe? Aunque Jodie se sentía secretamente atraída por el guapísimo ejecutivo, lo cierto era que no se fiaba de él. Pero el destino iba a obligarlos a pasar mucho tiempo juntos… y Jodie tendría la oportunidad de ver cuánto adoraba Kurt a su angelical hija. ¿Cómo podría seguir adelante con su vida después de probar la vida familiar junto a él?

Enamorada del jefe — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Enamorada del jefe», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿En qué momento te has dado cuenta de eso?

– Espera. No es eso. Lo que pasa que no te fías de ti misma, ¿verdad?

Ella deseó echar a reír o lanzarle algo a su bella cabeza, pero en su lugar, su cara se encendió.

– Lo sabía -siguió él, bajando los párpados-. Sabes que eres tan apasionada que tu instinto te traicionaría y acabarías…

– Saliendo por la puerta -dijo ella, con la cabeza bien alta-. Mira cómo me marcho.

– Espera, Jodie -dijo él, riendo al agarrarla del brazo para evitar que cumpliera su amenaza-. Estaba bromeando. Te prometo que seré bueno. No te marches. Te necesito de verdad.

Esa frase le gustó. Podía soltar una carcajada y marcharse; desde luego se lo tenía bien merecido. Estuvo tentada de dejarlo allí y marcharse en serio. Pero como Kurt casi esperaba eso de ella, decidió sorprenderlo y apelar a su experiencia en ese tipo de cosas para que todo fuera bien mientras lo ayudaba.

– De acuerdo -dijo, entrando en la casa-. Te ayudaré a ducharte. La limpieza es una virtud.

– Genial -respondió él, girando con dificultad sobre las muletas-. Te lo agradezco.

Ella observó su pijama. El tejido era tan fino que dejaba poco a la imaginación. A pesar de su experiencia, su pulso se aceleró un punto.

– Con una condición -declaró con firmeza-. No te quitarás el pijama.

– Eso me va a complicar la tarea de lavarme -dijo él, disgustado.

Jodie se arriesgó a mirarlo a la cara.

– Creía que eras de los que se reían ante la adversidad -sonrió-. Sólo hay que hacer unos arreglos.

– ¿Arreglos?

Ella no se detuvo a discutir el tema. Salió al patio trasero a buscar un par de sillas de plástico y las metió en casa.

– ¿Dónde está el baño? -preguntó animada.

El seguía donde lo había dejado con una expresión indescifrable.

– ¿Qué estás haciendo?

– Los arreglos -le dijo-. ¿El baño?

Él señaló el camino y la siguió, para mirar cómo ponía una silla dentro de la ducha y la otra fuera.

– Ya está -exclamó, triunfante-. Ahora veamos tu pierna.

No tardó mucho en envolver toda la pierna en plástico. Después enrolló las perneras del pijama y las sujetó muy arriba. Aquello era lo duro; sus dedos trabajaban en contacto con su piel, muy cerca de las zonas prohibidas y deseadas, que parecían arder. Le costó una barbaridad mantener sus emociones a raya.

Kurt no decía nada, y como ella no le veía la cara, no podía adivinar lo que estaba pensando. Por su parte, ella intentaba no pensar en nada en absoluto. La práctica como fisioterapeuta vino en su ayuda y pronto lo tuvo sentado en la silla de la ducha, con la pierna escayolada descansando sobre la otra silla. Después probó el agua y le pasó el jabón.

– Ya está -dijo ella, con el típico tono animado e impersonal-. Llámame cuando estés listo para que te saque de ahí.

Cuando hubo salido del baño, se derrumbó contra una pared. Qué mañana.

Su alivio desapareció cuando se dio cuenta de que Kurt no había abierto la boca en todo el proceso. ¿Qué estaría pensando? Frunció el ceño. A pesar de mantener la mirada impenetrable, a veces dejaba ver un resquicio de emoción en sus ojos. Tendría que estar atenta, ya que no se fiaba de él.

La primera vez que Jodie recordaba haberse fijado en Kurt McLaughlin fue a los catorce años, en un rodeo. Ya entonces había sentido emociones contradictorias con él. Se suponía que tenía que odiarlo, porque era un McLaughlin y había ganado a sus hermanos, que eran los favoritos, en el rodeo.

Había montado aquel enorme toro rojo como si hubiera nacido sobre él. Ella recordaba haberse sentido ultrajada y a la vez culpable por la admiración que había sentido al verlo tan calmado, controlando la situación. Sus hormonas juveniles se habían alborotado al apreciar su sonrisa despreocupada y lo bien que le sentaban los vaqueros.

Entonces le había parecido demasiado mayor para ella y, además, era un McLaughlin, pero la imagen de él como el vencedor sobre el toro había permanecido en su memoria mucho tiempo.

Y ahora aquel hombre estaba sentado a su lado en el coche, mientras ella conducía por la desierta carretera hacia el viñedo. No había sido fácil meter la pierna enyesada en el coche, pero por fin lo consiguieron y después ella vio como él tomaba unos analgésicos. La expresión de sus labios le decía que las pastillas aún no habían hecho efecto y ella deseó poder hacer algo para aliviar su dolor.

– ¿Estás bien?

Él no levantó la vista, pero asintió, lo que demostraba que no estaba nada bien.

Su mente voló de nuevo al día del rodeo. Ella y su amiga Shelley estaban en las gradas, conscientes de que los hombres se fijaban en ellas por primera vez, lo cual las tenía un poco asustadas y muy nerviosas. Ella recordaba incluso que llevaba unos pantalones muy cortos blancos y un top rojo que la hacían sentir mujer por primera vez. Y ver ganar a Kurt había acrecentado ese sentimiento. Cuando bajó del toro vencedor y se giró para saludar a la multitud, ella habría jurado que la había mirado. Había esbozado una media sonrisa y ella había pensado que se la estaba dedicando a ella.

Pero aquello sólo duró unos segundos. Tal vez incluso lo soñara. Un instante después, los primos de Kurt corrieron a su lado y la gente se preparó para la pelea que estallaría entre los McLaughlin y los Allman, como de costumbre, en cuestión de segundos. Aquellas peleas siempre se resolvían del mismo modo, porque los chicos McLaughlin doblaban en número a los Allman, y Jodie solía ver a sus hermanos volver a casa con los ojos morados y los labios partidos.

– ¿Hacia dónde vamos exactamente? -preguntó ella, mirándolo de reojo-. ¿Hacia los campos Allman?

– Sí. Los que posee la compañía.

– ¿Qué tal van los viñedos?

– No tan bien como nos gustaría -admitió él-. Seguimos dependiendo de la producción de otros viticultores en un ochenta por ciento.

El negocio había empezado desde abajo, con Jesse cultivando el pequeño trozo de tierra que los Allman poseían desde los años veinte. Pero con mucho trabajo, su padre había conseguido crear una gran empresa. Ahora tenían contratos con viñedos de todo el condado y embotellaban varias marcas de vino.

Kurt continuó hablando de los negocios de la empresa y ella se alegró al ver que estaba mejor, pero al ver que conocía tantos datos, no pudo evitar pensar que para ser del departamento de marketing, le interesaban demasiado los números.

– Toma la carretera que sale del próximo desvío -le indicó él-. Nos llevará hasta Casa Azul.

– ¿El viñedo de mi padre? -preguntó ella sonriendo.

– Sí -dijo él, estudiando su rostro con detenimiento-. Supongo que pasarías mucho tiempo allí de niña.

– Demasiado -dijo, recordando las tardes de vendimia en otoño, cuando Industrias Allman era sólo un sueño en la cabeza de su padre-. ¿Vive alguien en la casa del guarda?

– Sí, el capataz. Creo que es un viejo amigo tuyo: Manny Cruz.

– ¡Manny! -rió suavemente. Manny había sido un buen amigo de Rafe y uno de los pocos chicos del pueblo siempre dispuesto a ayudar a los Allman en las peleas contra los McLaughlin-. Qué buen tipo. Me alegrará volver a verlo.

– Se casó con Pam Kramer. Creo que ahora tienen dos hijos.

– Manny y Pam -dijo, casi para sí-. El tiempo vuela.

Sus pensamientos se ensombrecieron. Lo cierto era que la mayoría de sus viejos amigos estaban ya casados o tenían hijos. Una parte de ella odiaba que las cosas cambiaran.

– Esto me encanta -dijo Kurt, sorprendiéndola-. Mira ese cielo. ¿Hay algún cielo así en algún otro sitio? ¿Llega la vista tan lejos? -se volvió para sonreírle, colocándose bien el sombrero sobre la cabeza-. Por eso volví. Texas es mi hogar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Enamorada del jefe»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Enamorada del jefe» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Enamorada del jefe»

Обсуждение, отзывы о книге «Enamorada del jefe» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x