Marion Lennox - Unos Invitados Muy Especiales

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Matt McKay creía tener la vida perfectamente planeada cuando decidió pedirle a su novia que se casara con él…, pero entonces se interpuso el destino. La irresistible Erin Douglas apareció en su camino…¡con dos preciosos gemelos de la mano! El impulso caballeroso de Matt tiró por la borda todo su futuro; de pronto, tenía una familia. Para su propia sorpresa, Matt no tardó en darse cuenta de que le gustaba la mujer que había provocado todo aquello…

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– Oh, Sadie- exclamó Erin, agachándose y abrazando al animal. No harías una cosa así, ¿verdad?

– Sí que lo haría- Matt se arrodilló.

El vestido de Erin seguía transparentándose y estar a su lado era toda una experiencia.

– Aunque eso no significa que el palo no le haya hecho daño- añadió Matt. Seguro que sí se lo ha hecho. Y ahora…-dio un golpecito a la perra en la cabeza. Le gusta el veterinario. Le compraremos un buen filete de vuelta y los niños a lo mejor aprenden una lección sobre las consecuencias de sus actos.

Erin dio un suspiro profundo.

– Gracias por no gritarles.

Matt sonrió. Aquello fue una equivocación, porque ella sonrió a su vez y algo extraño sucedió.

Algo que no se podía definir con palabras. Pero que era verdadero. Increíblemente verdadero.

– De…nada- contestó con voz temblorosa. Y ahora, si me disculpas, voy a cambiarme yo también.“Menos mal”, pensó Erin. Porque Matt había estado nadando sin camisa y en esos momentos seguía con el pecho desnudo y arrodillado a su lado. Ese hombre era demasiado fuerte…y demasiado viril. Y demasiado…algo que no podía definir.

– ¿Quieres que vaya yo también?.

– No- contestó, rompiendo finalmente la magia del momento y levantándose. Este asunto es entre ellos y yo. Tú quédate aquí y espera a Tom. Ya tienes bastante sin tener que preocuparte de mi perra.Matt tenía razón, aunque…

– Debería acompañarlos.

– Delega en mí por una vez- le aconsejó Matt, tocándole el pelo brevemente.

Eso también fue un error, porque lo que estaba sucediendo entre ellos quedó entonces claro.

Matt contuvo el aliento y trató de marcharse, manteniendo la dignidad.

– Solo será una hora. Quiero que en ese tiempo pienses solo en ti y dejes que sea yo quien se ocupe de los gemelos.

Pero una vez se marchó Matt, Erin se dijo que difícilmente iba a poder pensar en sí misma, porque en lo único que podía pensar era en él.

– No hay nada de malo en que los dejes solos con Matt- le dijo Tom, el director del orfanato, que había llegado a la granja antes de que Matt, Sadie y los gemelos volvieran del veterinario.

Pero Erin seguía preocupada. Cuando había podido poner sus ideas en orden, se había acordado de los gemelos y había empezado a imaginarse lo peor. Los chicos podían provocar cualquier catástrofe en la consulta del veterinario. Sin embargo, cuando le contó a Tom lo que había pasado, este se quedó pensativo y asintió.

– No te preocupes, Matt parece un hombre sensato, Erin. Estuve con él un rato después de comer y pensé que es el tipo de persona que, si intentara adoptar un niño, obtendría inmediatamente mi aprobación.

– Pero eso no sucederá nunca- dijo Erin, mirando a su jefe con una media sonrisa.

Si echas un vistazo a su casa, lo entenderás en seguida Y cuando conozcas a la mujer con la que va a casarse…

– ¿Es la mujer con la que vino a verme?- preguntó Tom, sorprendido. ¿con Charlotte?. No sabía que estaban comprometidos.

– Me parece que todavía no lo están, pero creo que Charlotte lo tiene claro desde hace años. Ha dejado pasar varias posibilidades mientras Matt salía con otras mujeres. Charlotte es la fidelidad personificada y creo que él ahora ya se va a rendir. Es más…

Tomó aire y se preguntó por qué le estaría doliendo tanto aquella conversación.

– Tengo a sensación de que tiene la camioneta un anillo de compromiso. vi. una caja que me pareció la de un anillo. Quizá incluso tenía pensado pedírselo anoche.

– No creo que eso ocurra- Tom movió la cabeza. Me entendí con Matt en seguida, pero no con ella. Es una persona fría y calculadora- el hombre sonrió. De todos modos es útil en algunos aspectos. Ella ha sido la que ha comprado todo esto.

– ¿Qué es?

– Ropa. Ninguno pudimos ocuparnos de hacerlo. Lori estaba ocupada con el bebé. Wendy, con Tess y Michael; y los demás también tenían cosas que hacer. Por otra parte, sabíamos que tenías que estar desesperada por conseguir ropa y no podías ir tú a comprarla.

Matt recordó que fuiste la madrina de boda de Wendy y la llamó para preguntarle tu talla. La de los niños ya la sabíamos. Así que conseguimos que la gente del seguro nos adelantara un dinero y Matt envió a Charlotte a hacer toas las compras…y aquí tienes.

– ¿Aquí tengo?.

– Mas ropa de la que puedes colgar en una percha- le aseguró Tom, sacando las pizzas del asiento trasero de su coche,.

Y yo he traído unas pizzas. Espero que la casa tenga un microondas para que podamos calentarlas cuando vengan los chicos.

– La casa tiene de todo- contestó Erin, mirando las bolsas.

¿Eso era lo que había estado haciendo Matt?. ¿Por eso se había llevado a Charlotte por la mañana?. La idea provocó en ella una sensación agradable, que le impidió concentrarse en otras cosas.

¿De qué estaban hablando?. Ah sí, de la casa de Matt.

– Tom, sinceramente, esta casa es un museo. No sé cómo ha permitido que nos quedemos aquí.

– Y yo no sé qué otra cosa podríais hacer- contestó Tom. No os puedo llevar a otro sitio. La única solución sería enviar a los niños a Sydney y que tú te quedaras sin empleo durante seis meses.

¡Eso sí que le hizo olvidarse de Matt y los paquetes que le había llevado Tom!

– ¿Podrás Seguir pagándome mi sueldo mientras estoy aquí?- preguntó Erin Sorprendida.

– Sí. Tuve una reunión urgente esta mañana en Sydney, antes de partir. Nuestro principal problema sonlos gemelos. Son demasiado mayores para encontrarles sitio. Nadie quiere quedarse con dos niños de siete años y más con lo problemáticos que son. Y por otra parte, no quiero separarlos.

– Por supuesto que no.

– Todo el mundo quiere bebés- dijo Tom con tristeza. Por eso Marigold no tendrá ningún problema. Pero cuando llegan a los seis años, ya nadie los quiere.

– Los gemelos son todavía…salvables- dijo Erin. Todavía son capaces de encariñarse con sus padres adoptivos.

– Por eso esta mañana en la reunión expuse tu caso. Si les llevamos a Sydney, tendrán que estar en un centro grande, aunque solo sea por un corto periodo de tiempo, y no me gusta la idea. Sería terrible para ellos.

Tom suspiró.

– Llevamos mucho tiempo cuidando de ellos- añadió, aunque eso no sea lo normal. Como ya sabes, en los hogares los niños suelen estar el tiempo justo, mientras encontramos una familia que quiera acogerlos.

Tom hizo un gesto negativo con la cabeza y miró a Erin para ver lo que pensaba ella.

– Así que si puedes quedarte con ellos aquí unos meses, te lo agradecería. Mientras tanto, haré lo imposible por encontrarles unos padres.

– No hay otra solución, ¿verdad?

– No. La oferta de Matt es muy buena y no podemos rechazarla. Me ha comentado que podéis quedaros aquí seis meses- miró a Erin directamente a los ojos.

Tom conocía a sus empleados y, al ver la cara de preocupación de Erin, se preocupó.

– No te estaré poniendo en una situación difícil, ¿verdad?. No creo que haya ningún problema entre vosotros, ya que Matt está comprometido con Charlotte.

– Claro-dijo ella, aunque sin mucha convicción.

– ¿No confías en él?

– Sí, confío en él- contesto Erin, agarrando las pizzas y dirigiéndose hacia la casa. En quien no confío en en mí- añadió en voz baja.

– Solo tiene un golpe, no le rompimos la pata.

Los niños entraron corriendo en la cocina. Al ver a Tom, se quedaron en silencio. Pero como lo conocían desde pequeños, en seguida continuaron dándole explicaciones a Erin.

– El veterinario dice que solo tiene un golpe, pero le ha vendado la pata y dice que haga reposo durante una semana.

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