Nicole se levantó y se acercó a abrirle la puerta.
– No puedes seguir haciendo eso. Tus amigos necesitan seguir con su vida, y yo soy perfectamente capaz de cuidarme.
Él le hizo caso omiso, y le tendió un sobre grande y grueso con el sello de la Universidad de Washington en una esquina.
– Me han hecho una buena oferta -explicó-. Querrán que viva en el campus el primer año, pero de todos modos estaré cerca y podré venir siempre que me necesites.
Sólo tenía dieciocho años. No era su hijo, sólo era una persona a la que ella había acogido en su casa. Sin embargo, Raoul era leal y responsable, y quería asegurarse de que ella estaba atendida.
– No sé si darte un golpe o un abrazo -dijo poniéndose en jarras-. De todos modos, tú no vas a alterar tus sueños sólo porque yo esté embarazada.
– Yo voy a jugar al fútbol allí, que es lo importante. Tienen un buen equipo. Es una oferta que tengo que considerar.
– No vas a elegir universidad guiándote por el hecho de que yo esté embarazada. Yo soy la adulta aquí. Y estaré perfectamente.
– Quiero estar seguro.
– Raoul, yo nací para cuidar del mundo. Lo acepto. Tienes que examinar bien todas las ofertas y decidir teniendo en cuenta lo que es mejor para ti. Piensa que yo no existo.
– No puedo. Tú me has apoyado.
– Hablaremos de esto un poco más tarde, ¿de acuerdo?
Raoul asintió.
Nicole se sentía más conmovida de lo que había estado en su vida, pero también estaba muy dolida, y no quería que él lo supiera. Aunque sabía que Raoul hablaba con el corazón y que ella siempre recordaría aquel momento, también entendía el motivo por el que estaba preocupado. No creía que Hawk fuera a cambiar de opinión. Y ella tenía el presentimiento de que Raoul estaba en lo cierto.
A Claire le había crecido el vientre desde la última vez que Hawk la había visto, en aquella cena en su casa. Desde que Serena había tenido a Brittany, él no había prestado demasiada atención a los cambios que experimentaba una embarazada, y eso había sido mucho tiempo antes. En aquel momento, se dio cuenta de que quería preguntarle a Claire cómo se encontraba, y cuándo iba a tener a su hijo. No era normal.
Sin embargo, no había nada normal en su vida últimamente. Echaba de menos a Nicole más de lo que nunca había echado de menos a alguien. También estaba enfadado y humillado por cómo lo había rechazado públicamente.
Había tardado un par de días en calmarse y en intentar ver las cosas desde su punto de vista. Sin embargo, la vergüenza aún le quemaba.
– No sé qué hacer -dijo a Claire mientras ésta lo guiaba hacia el salón.
– Por eso he accedido a verte -respondió la hermana de Nicole. Le hizo una seña para que se acomodara en el sofá, y ella ocupó una de las butacas que había enfrente-. Me he enterado de lo que ocurrió el viernes en el partido. ¿Es que eso te pareció buena idea?
– Es evidente que sí, o no lo habría hecho. Quería que ella supiera que la cosa va en serio.
Claire se lo quedó mirando durante un momento.
– Nicole me contó que saliste corriendo cuando ella te dijo que estaba embarazada -comentó Claire, y no parecía que le hiciera mucha gracia.
Hawk reprimió el impulso de retorcerse en el asiento.
– No me lo esperaba. Necesitaba tiempo para asimilarlo.
– Decirle a una mujer que la quieres y luego salir huyendo no es exactamente la demostración que una desearía.
– Era una noticia muy fuerte… sin previo aviso… No sabía que iba a enamorarme de Nicole. Yo quería a Serena y, cuando murió, me imaginé que ya nunca más me enamoraría. Salí con algunas mujeres, pero nunca tuve nada serio. No veía la necesidad. Nadie me ha conquistado como ha hecho Nicole.
Recordó su primer encuentro, y prosiguió:
– Es tan dura en apariencia… Es respondona y lista. Y tiene el corazón más grande del mundo. Es buena y generosa, y me planta cara cuando piensa que estoy equivocado. Dios, estoy enamorado de ella.
Apoyó los brazos en los muslos y continuó:
– Pero no sé cómo decírselo. No sé cómo arreglar las cosas. Tuve este gesto, que me parecía muy romántico, y me estalló en la cara.
La expresión de Claire se suavizó.
– Hawk, siento decírtelo, pero no tuvo nada de romántico. No tenía nada que ver con las necesidades de Nicole, sino con tu ego. No sólo querías pedirle que se casara contigo, sino ser una estrella. Ese no es modo de ganarse a una mujer, y menos a Nicole.
– Ahora ya lo sé -murmuró él-. ¿Cuál es el modo?
– Dile lo que me has dicho a mí. Dile por qué la quieres. Dile que es especial, y que nunca has conocido a nadie como ella. Dile que la quieres más que a nadie en el mundo.
Él iba a responder que no podía quererla de esa manera. Que Brittany siempre ocuparía un lugar especial en su corazón. Sin embargo, lo que sentía por su hija no tenía nada que ver con sus sentimientos por Nicole. Eran dos relaciones totalmente distintas.
– No quiero perderla -dijo lentamente-. No puedo.
– No deberías. Creo que ella te necesita a ti tanto como tú a ella. Lo que tienes que hacer es admitirlo.
Hawk le dio las gracias y se marchó. Quería ver a Nicole, pero se fue a casa y entró en su despacho, donde hizo una lista de todas las posibles maneras de conquistar a Nicole.
Brittany pasó por su casa después del colegio, el miércoles.
– No puedo quedarme mucho -advirtió a Nicole al entrar, con una sonrisa-. Todavía estoy castigada, lo cual es un fastidio total. Verdaderamente, a mi padre no le gustó nada lo del carné de identidad falso. Creo que es porque es más fácil pensar en eso que en el hecho de que yo tenga relaciones sexuales con Raoul. ¿Es algo típico de los padres?
Nicole estaba muy sorprendida por aquella visita.
– Eh… sí, seguro que sí.
Brittany le mostró la cesta que llevaba en las manos.
– Esto es para ti. Es una especie de disculpa por todo -dijo con un suspiro-. Me estoy disculpando mucho últimamente, y cada vez se me da mejor. No sé si eso es una mejoría o no. Supongo que tengo que llegar a un punto en el que no deba disculparme más. Ah, y mi padre me llevó a comprar estas cosas. No me escapé. De hecho, fue más o menos idea suya.
Nicole no sabía qué pensar. Seguía sin tener noticias de Hawk, y eso le hacía mucho daño. Si su propuesta de matrimonio hubiera sido real, ¿no se habría puesto en contacto con ella? Aunque había sido ella la que lo había rechazado, y quizá tuviera que salir de ella…
Brittany dejó la cesta en el sofá.
– Bueno, ábrela.
Nicole se sentó y tiró de los lazos que sujetaban el plástico de colores.
Dentro había un par de libros sobre el embarazo, un osito de peluche, un arrullo, toallitas de bebé, un libro de nombres, un vale regalo por diez horas de servicios de niñera de Brittany, un patito de goma y un sonajero.
Eran regalos pequeños, regalos bobos, pero era un detalle precioso…
– Es muy amable por tu parte -dijo reprimiendo una oleada de emoción-. Muchas gracias.
– De nada -respondió Brittany con una sonrisa-. Me ha gustado mucho comprar cosas para el bebé. Mi padre me contó muchas cosas de cuando yo era pequeña, y fue estupendo. Él también está muy contento con la idea de tener más hijos. Me lo ha dicho.
La adolescente vaciló, pero después continuó hablando.
– Sé que mis padres se querían mucho, y para mí es duro pensar que mi padre se va a casar otra vez. Pero él es muy bueno, y se merece a alguien especial. Alguien como tú, Nicole.
Aquello era estupendo de oír, pero ¿el mensaje era de Brittany o de Hawk? Y si era de Hawk, ¿por qué había enviado a su hija a dárselo?
– Gracias -le dijo Nicole-. Significa mucho para mí.
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