– ¿Es por dinero? -preguntó ella-. ¿Necesitas un préstamo?
– No, no es por dinero. Es por… -Drew la miró a los ojos-. Lo siento. He venido a decirte que me equivoqué en todo. Te hice daño. Tú fuiste muy buena conmigo, Nicole. Nunca te aprecié como debía. Siento lo que ocurrió con Jesse. Yo fui el responsable.
Ella pensó que debía de estar drogado. Después se le ocurrió que algún alienígena lo había abducido.
– No sé qué decir -admitió.
– Entonces deja que hable yo. Todavía te quiero, Nicole. Nunca he dejado de quererte. Sé que insinuarme a Jesse de ese modo estuvo muy mal. Fui un idiota, y estaba muy confundido. Ahora tengo la cabeza clara, y sé lo que quiero. Te quiero a ti. Quiero que volvamos a estar juntos, como antes.
Por fin, una disculpa. Él estaba aceptando la responsabilidad. Aunque ella se lo agradecía, sabía que era demasiado tarde.
– El divorcio será definitivo dentro de dos semanas -dijo ella.
– Podemos casarnos otra vez. Será genial.
Ella lo observó, sus ojos azules, su sonrisa. Una vez, había hecho todo lo posible por convencerse de que era el hombre de su vida.
– ¿Por qué? -preguntó con curiosidad-. ¿Por qué quieres estar conmigo?
Él frunció el ceño.
– Porque te quiero.
– ¿Te gusto?
– Claro.
– ¿Qué es lo que te gusta de mí?
– No lo entiendo.
Nicole se encogió de hombros.
– No tenemos mucho en común. A ti te gusta salir de fiesta, y a mí me gusta quedarme en casa. A ti nunca te gustó que yo trabajara en la pastelería. A mí no me caen bien tus amigos. No tenemos mucho en común, Drew.
Él miró al suelo, y después a ella.
– Cuando estoy contigo es cuando mejor me siento.
Lo cual era amable, y dulce, pero revelaba una personalidad egocéntrica.
– Quizá tengas que intentar estar bien solo.
– Pero…
– Drew, tú en realidad no me quieres. No estoy segura de que te guste tanto. No eras feliz estando casado conmigo, ¿a que no?
Él negó lentamente con la cabeza.
– No estamos enamorados. Se ha terminado. Creo que tienes que buscar a alguien a quien le gusten las mismas cosas que a ti, que te entienda.
– Supongo que sí -dijo él-. Pero me querías, ya sabes, antes, ¿verdad?
– Te quería -mintió. No tenía ningún sentido hacer daño a Drew.
– Bueno, eso es algo -dijo él, y sonrió-. Será mejor que me vaya.
Ella abrió la puerta.
– Adiós, Drew.
Él le dio un beso en la mejilla.
– Adiós, Nicole.
Y después, se fue.
Ella se apoyó contra la puerta. La vida era interesante.
Acababa de llegar al centro del salón cuando volvieron a llamar. Nicole suspiró. Iba a tener que volverse mala. No quería herir a Drew, pero la situación estaba escapando de su control.
Se dio la vuelta y abrió la puerta, pero en vez de Drew, vio a Hawk en el umbral.
Su cuerpo reaccionó como siempre, con calor y deseo. Sintió un aleteo en el corazón. Quería echarse a sus brazos, besarlo y llevárselo a la cama. Pero no iba a suceder nada de aquello.
– ¿De qué quieres echarme la culpa ahora? -preguntó.
– De nada. ¿Es que lo hago tan a menudo?
– Más de lo que a mí me gustaría -murmuró ella, y se apartó para que él pasara-. Supongo que Brittany ya ha llegado a casa.
– Hace un par de horas. Hemos tenido una larga conversación. ¿Y tú? ¿Cómo estás?
– Bien.
Él le tomó la cara entre las manos y la besó.
– Brittany está castigada. Le he quitado el coche.
Nicole no sabía qué decir.
– ¿Y eso es bueno?
– Tenías razón cuando me dijiste que no me comportaba como un padre. No me enfrenté a la responsabilidad, y no obligué a Brittany a que lo hiciera. No dejaba de oír tu voz, Nicole, diciéndome que hiciera lo correcto. Y eso es lo que ha ocurrido. Cuando estaba distraído, me has robado el corazón. Nunca pensé que volviera a importarme nadie, pero así es. Te quiero.
Él estaba allí, tan esperanzado y orgulloso… Nicole se dijo que debía sentirse contenta, porque eso era lo que siempre había querido. Sin embargo, sabía que las cosas no iban a ser fáciles. No sabía por qué Hawk había llegado a aquel punto, pero tenía el mal presentimiento de que no era la realidad.
– No me quieres -dijo mientras se apartaba-. No es posible que tengas sitio para mí en tu vida ni en tu casa.
– ¿Y qué tiene que ver mi casa con todo esto?
– Es como un santuario a Serena. Sé que fue tu esposa y que la querías, pero han pasado muchos años, y las cosas no han cambiado. Tú no has seguido adelante. Todavía la usas para mantener a todo el mundo a raya, y cuando eso no te funciona, te escudas en Brittany. Eres feliz con un equipo de dos. No hay sitio para nadie más, Hawk, y tú no quieres que lo haya.
Él la miró con seriedad.
– Si no estás interesada, sólo tienes que decirlo.
– Ojalá no lo estuviera, pero lo estoy. No estoy intentando hacerte daño, ni ser mala.
– Claro que sí. Yo te quiero.
– ¿De veras? -le preguntó-. ¿En serio? ¿Me quieres? ¿Estás seguro? ¿Vamos a ir en serio ahora? ¿Me estás pidiendo que me case contigo?
Él dio un paso atrás.
– Quiero que vayamos en serio.
– ¿Hasta qué punto? ¿Hasta formar una familia? ¿Quieres tener hijos conmigo?
Él dio otro paso atrás.
– Me parece un poco pronto para tener esa conversación.
– Supongo. Sólo me preguntaba hasta dónde piensas tú que puede llegar esto.
– No sé lo que quieres -respondió Hawk-. Me importas. ¿Es que eso no es suficiente?
– Estoy embarazada -dijo ella mirándolo fijamente a los ojos-. Vamos a tener un hijo.
Nicole contuvo el aliento, se aferró a la esperanza de estar equivocada, deseando desesperadamente que él fuera feliz con la noticia. Quería ver cómo sonreía, y cómo se reía. Quería que dijera que todo iba a ir bien ahora que iban a tener un hijo. Quería que él supiera la verdad, y que le dijera entonces que la quería.
Pero Hawk se dio la vuelta y se alejó.
Nicole estaba sentada en el sofá, comiendo helado. En realidad quería vino o un Margarita, pero eso no era posible, gracias a su embarazo.
Se sentía vacía. Seca. Ni siquiera sentía dolor. Sospechaba que el dolor llegaría más tarde. Entonces tendría que enfrentarse al hecho de que estaba embarazada de Hawk, de que lo quería, y que él no la correspondía. Sin embargo, hasta aquel momento podía encontrar una evasión en la sobredosis de azúcar.
– ¿Nicole?
Ella hizo caso omiso de aquel grito agudo. Brittany entró por la cocina y pasó al salón.
– ¿Cómo has podido hacerme esto?
Nicole ni siquiera la miró.
– No sé de qué estás hablando.
– ¡Estás embarazada! -gritó Brittany-. ¡Te has acostado con mi padre! Pensaba que eras mi amiga. ¿Cómo has podido hacerme esto?
– ¿No estabas castigada? -preguntó Nicole, concentrándose en el helado y pasando por alto la mayor parte de lo que había dicho Brittany. En aquel momento no tenía espacio para una reina de la tragedia en su vida-. ¿No se suponía que tenías que estar en tu habitación?
– Eso no es asunto tuyo.
– Supongo que eso significa que sí -dijo Nicole-. También había oído decir que tu padre te ha confiscado el coche. Supongo que no fue él quien te ha dicho lo del bebé, así que te lo ha tenido que decir otra persona.
Nicole sabía que Hawk iba a tardar horas en asimilar la noticia. No era posible que le hubiera dado aquella información a Brittany. Y nadie más lo sabía, salvo quizá…
Alzó la cabeza y vio a Raoul vacilando detrás de Brittany. Debía de haber oído la conversación que ella había mantenido con Hawk.
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